37. La Realidad (Maratón 2/2)

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A veces los espíritus libres se enamoran de espíritus que se encuentran atados a sus límites impuestos, creando un caos a su paso.

Normani se dio la vuelta y recibió una mirada fría y penetrante de parte de su padre que la miraba completamente serio. La única expresión en su rostro que podía describir era enojo y eso le hizo mas difícil encontrar una respuesta, porque decirle la verdad no era una opción en ese momento, tenía miedo.

—Te hice una pregunta, Normani, no las has respondido—dijo Derrick bajando su tono de voz y tratando de parecer más tranquilo de lo que en realidad estaba al ver a su hija con todas esas cosas—. Creí que habías salido de tu trabajo hace horas.

—En realidad sí, así es—respondió con un suspiro y bajando la mirada—. Solo que... he ido a dar un paseo por... Por ahí. Se me fue el tiempo, eso es todo y lo lamento—dijo nerviosa y a punto de darse la vuelta.

—¿Lo lamentas? Yo no veo que te sientas mal por entrar con todos aquellos regalos, me debes algunas explicaciones de por qué has estado comportándote tan diferente a cómo te he enseñado—dijo Derrick con la voz profunda y lenta que hizo que Normani en verdad se pusiera nerviosa, observó de pies a cabeza a su hija y la notaba diferente. Algo había cambiado en ella y temía saber qué era—. No eres la misma Normani de siempre y quiero saber la razón la por la que pareces haber cambiado.

Derrick se acercó más y pudo notar en los ojos cafés de su hija un atisbo de nervios combinado con el miedo. Necesitaba esas respuestas, después de lo que Thomas le había dicho no pudo evitar que la furia al mismo tiempo que la curiosidad invadieran su mente en busca de respuestas.

Si era esa chica la que había provocado que su hija cambiara de esa manera, que provocaba que no únicamente desobedeciera si no que realmente hiciera las cosas que quería sin escucharlo iba a tener que buscar la manera de apartarla. Tendría que buscar una solución para todo eso y la iba a hallar.

—No he cambiado. Únicamente creo que me he animado a hacer cosas nuevas que me gusten—respondió suavemente Normani.

—¿Qué no has cambiado?—se burló Derrick de manera sarcástica elevando su voz—. No soy un tonto Normani, me doy cuenta de las cosas y eres mi hija, no quiero que arruines tu vida haciendo algo que no debes—informó fríamente—. Me di cuenta que te han traído en auto, ¿quién era? ¿Con quién has estado todo este tiempo?

—Yo... Eran unas amigas—mintió. Cerró los ojos y se golpeo mentalmente por mentir más, pero tenía que hacerlo. Su padre no se pondría nada contento si supiera la verdad y por el momento era mejor ocultarla.

—¿Y piensas que voy a creerme que ellas han sido las que te han obsequiado toda esa basura Normani?—exclamó en voz alta con desprecio señalando cada una de las cosas que Normani tenía en las manos—. No soy tan estúpido, pero escúchame si estás viendo a alguien más, o saliendo con él, no vas a seguir haciéndolo. Nadie es mejor opción para ti que Thomas, el no andaría obsequiándote esa... Clase de cosas—dijo despectivamente y Normani frunció el ceño.

—No son únicamente cosas, son obsequios y es por esa misma razón que Thomas no es ni siquiera mi opción—dijo de repente sintiendo que ahora comenzaba a enojarse—. Porque él no sería capaz de pensar en algo tan bonito para hacerlo.

Ambos se miraron a los ojos, y Normani sintió con seguridad que no iban a dejar que alguien se refiriera de esa manera a algo que Ally había hecho para ella. Porque era mucho más lo de que cualquier persona había hecho. Andrea de la cocina y los observó a ambos de pie, que no tardaron en darse cuenta de su presencia.

—Hola mamá—saludó Normani dulcemente acercándose y dejando un beso sobre su mejilla, Andrea se tomó un momento para observarla y notó algo diferente en ella—. Lamento la demora, te explicaré después. Dejaré algunas cosas en mi habitación—dijo dirigiéndose a las escaleras.

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