59. Perspectiva

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Siempre existe una posibilidad mientras sigamos aferrándonos a lo que realmente queremos y eso, nos da esperanza para seguir avanzando a nuestro propio ritmo.

CORPORATIVO Y OFICINAS HANSEN

TRES SEMANAS DESPUÉS

Si de algo estaba segura Normani es que era muy extraño describir la situación en la que estaba, no encontraba palabras suficiente para decir cómo se sentía. Habían pasado las tres semanas que había acordado sin que se diera cuenta y había llegado en momento de estar en ese lugar, desde una perspectiva completamente diferente.

Había estado en ese edificio de oficinas tantas veces en el pasado. Había estado ahí por hablar con su padre, había estado en múltiples ocasiones esperando por Thomas dentro de ese lugar y en los últimos días, anteriores a ese, había pisado ese sitio para hablar con el muchacho de muchas otras cosas. Pero ese día estaba ahí por la decisión que se había sentido obligada a tomar.

Era difícil pero tenía que aceptar que ahora tenía que trabajar ahí. En las oficinas y corporativo Hansen. Normani no mentía en lo absoluto al decir que eso jamás lo vio en su futuro, jamás creyó estar en ese sitio ni aun cuando salía con Thomas había considerado la idea de terminar ahí. Pero el mundo daba muchas vueltas, y si no estamos preparados para saltar y bajarnos en algún punto, podemos terminar en el lugar equivocado.

Trabajar ahí era algo que de alguna forma hacía que su mente se cerrará. Cuando pensó que estaba lista, respiró hondo y decidió entrar. El ambiente era diferente al que ella prefería pero sin duda era lo que esperaba; ajetreado, un ritmo muy rápido al que ella debía acoplarse. El pequeño tacón de sus zapatos resonaron contra el piso pero supo que solo ella podía escucharlo. Era como un ruido estruendoso, seco y llamativo pero sabía que era su mente la que lo hacía sonar así, porque las otras personas apenas reparaban en su presencia y así era mejor para ella; no le gustaba sentirse observada.

Apenas había llegado a la recepción de lugar pensando en cómo preguntaría al lugar donde debía ir cuando vio bajar del elevador de junto a Theo, que al parecer venía distraído y con un par de folders en mano. Sus miradas se encontraron el tiempo suficiente y el chico en seguida reaccionó caminando hacia ella, con una sonrisa muy leve, únicamente cordial. Ninguno de los dos deseaba estar ahí en realidad.

— Buenos días Normani. Honestamente creí que no llegarías esta mañana—saludó Theo que le tendió la mano, en una forma de presentarse amablemente y que Normani no reaccionara de una forma anticipada—. Pero ya que estás aquí, seré yo quien tenga que llevarte a donde te necesitan. ¿Vamos ya?—preguntó señalándole  con la mano el rumbo hacia el elevador y ella tuvo que asentir.

— Buenos días. ¿Por qué pensaste que no llegaría?—cuestionó en seguida un poco a la defensiva. Theo sonrió débilmente asintiendo—. Ni siquiera estoy tarde como para que llegaras a pensar eso. Estoy a tiempo precisamente para no crear ningún tipo problema o algo por lo que tuvieran que reprocharme.

— Sí eso es lo que veo. Está bien, no tomes importancia a mi comentario—respondió inmediatamente pulsando el botón del elevador hacia el último piso y este abría sus puertas en cuestión de segundos—. Es solo que creí que... te negarías tanto a hacer algo que no quieres y al final ibas a terminar haciendo lo que quisieras.

Normani se quedó callada ante ese pequeño comentario y ambos entraron al elevador, que fue subiendo en silencio. Un silencio capturado dentro de esas pequeñas cuatro paredes que también los atrapaba a ellos en un ligero ambiente incomodo. Aquel comentario había sido más pesado del que Theo pretendía y Normani, a pesar de no tener uno de los mejores conceptos de aquel chico a su lado, supo que su intención no era realmente esa.

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