En la palabra más corta e imperceptible, en el pensamiento más profundo, en la mirada más rápida, ahí donde queda lugar para una duda es posible que haya una verdad escondida.
—¿Donde está el resto de los documentos?—cuestionó Thomas observando la carpeta vacía, tomándola y dejándola caer sobre su escritorio—. ¿Esto es todo lo que van a darme hoy?—preguntó señalando los papeles frente a él.
En silencio y frente a él, estaban sentados Normani y Theo que al ver cómo el muchacho detrás del escritorio parecía esperar una respuesta con aquella mirada fría, se miraron entre sí. Más que confundidos, un poco incrédulos, pero en el fondo sabiendo que eso sucedería.
—Mira, Thomas, esos son los contratos que deben estar en tiempo, no hay atrasos. Si te refieres a lo demás que tenemos a cargo, apenas llegaron ayer a nuestras manos—explicó serenamente Theo, una vez dicho esto se acomodó las mangas de su camisa y lo observó serio—. Hacemos bien el trabajo y en cuanto tengamos el resto de los documentos, te lo haremos llegar. Como siempre e incluso, en un buen estado—aclaró.
Una risa amarga y corta fue lo que recibieron. Thomas suspiró y se puso de pie, teniendo como objetivo mostrar la superioridad y la ventaja que él tenía sobre entre ellos, era la línea que los separaba y estaba marcada físicamente por el mismo escritorio; él estaba del lado de la silla más grande y ellos simplemente frente a él, en sillas más pequeñas. Como debía ser.
—Por supuesto. Claro que ambos tienen que entregármelo, recuerden que es su trabajo. Una parte de él—explicó apoyando las palmas de sus manos sobre la mesa—. Pero esto no es suficiente, lo ideal es que para hoy me entregaron lo que va de acuerdo a la fecha y lo demás que tiene bajo su poder. Era todo o nada.
—Lo importante es que no vamos atrasados en naday tendrás tiempo de revisarlos como se debe—defendió Theo nuevamente observando a su amigo con una mirada de disgusto—. Como dije vamos en...
—Vamos en tiempo, sí, te escuché bien. Pero esto no es suficiente—atacó Thomas.
—¿Y qué es lo quieres? ¿Que nos quedemos a trabajar aún después de nuestras horas para poder cumplirte el gusto?—replicó Normani, sorprendiéndolos porque se había abstenido de hablar en lo que llevaban ahí, solo haciéndolo cuando era muy necesario—. Estamos entregándote algo que está bien y si quieres que siga así, no presiones.
Thomas enarcó las cejas ante la mirada desafiante que la chica tenía en dirección a él. Se aclaró la garganta fingiendo no haber escuchado.
—¿Sabes Normani? Tienes ideas de propuestas muy buenas, eso debo admitirlo—respondió despreocupado señalándola, con un semblante repentino de despreocupación —. Esa parte que dices sobre quedarse un tiempo después de la hora para terminarlo, me agradó. Realmente me convenció.
—Tienes que estar bromeando—Normani en seguida reaccionó, ahora sí incrédula de lo que escuchaba—. No puedes hacer eso, sé que no interesa pero tenemos planes, tenemos una vida. Yo sí tengo otras más importantes que hacer—espetó.
Imaginando cuales podían ser esos planes, Thomas cerró su mano en puño para tratar de ocultar su enojo, su repulsión y disgusto ante la sola idea de pensarlo. Debía tener el control de nuevo y no ver resultados lo estaba alterando demasiado, sobre todo por la actitud que Normani había tomado.
—Bueno, es una lástima que tengas que posponerlo un poco—sentenció—. Y también debes tener cuidado de a quién incluyes en esos planes, no vaya a ser que un día de estos tengas encuentros inesperados por la calle...
—Normani tiene razón, no puedes hacer eso cuando tenemos una hora de salida que ya fue establecida mucho tiempo antes—abogó Theo, dedicándole una mirada de comprensión a Normani, guiñándole en el último momento queriendo decirle que todo iba a estar en orden e impidiendo que Thomas prosiguiera con su amenaza—. Hay otros compromisos, y además no es solo pedirnos sin ningún tiempo de anticipación, tú debes cubrir esa parte como un extra si es que nos quieres aquí—argumentó Theo encogiéndose de hombros.
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Tinta
FanfictionObservó todo a su alrededor en la cafetería y nada la inspiraba. Ni siquiera el cielo en el cual parecía que el sol y la lluvia libraban una batalla, ni la música, ni el olor a café. Pero miró hacia el frente y ahí estaba, su inspiración, una esenc...