73. Reflejo

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La fuerza con la que tu cuerpo sería atravesado por la desilusión, como el filo de una lanza, era proporcional al tamaño de la esperanza que mantenías.

—Te ves hermosa.

Andrea puso sus manos sobre los hombros de su hija y le sonrió a través del espejo, donde ella se miraba a sí misma. Normani tenía un vestido largo que pasaba sus rodillas, con corte en la cintura y la falda caía sin problema por la suavidad de la tela, asimilándolo al color de Lilis, las flores. Era un vestido bastante interesante.

La chica la miró por el reflejo. Y sonrió porque su madre había demostrado estar preparada para protegerla de lo que fuera, capaz de ayudarle a recuperar hasta lo que no podía ver. La sonrisa en respuesta a la mirada a través del espejo fue totalmente sincera. Al regresar su mirada a su propio rostro, lo único que vio en sus mismos ojos fue apariencia. No entendía cómo algo podía estar de pie mientras estaba hecho ruinas en el interior. Ella sabía que era solo una fachada, lista para aparentar una estabilidad que no existía.

—Gracias mamá. Por ayudarme a vestir—respondió torciendo los labios, esforzada en retener un par de lágrimas, parecía una sonrisa. Así eran todas las sonrisas que daba últimamente la chica; carecían de sentido—. No tengo ganas de ir, en realidad.

—Yo sé que no. Pero tampoco tienes ganas de quedarte aquí—observó. Acariciando los brazos de Normani mientras le devolvía una sonrisa similar—. Es como si no pudieras quedarte en ningún sitio y entiendo la razón. Pero tratemos de tomar el lado positivo de esto. Tal vez puedas distraerte un poco.

—¿En serio lo crees? —Normani enarcó las cejas. Con Thomas a un lado nada podría distraerla para bien—. No creo que cerca de Thomas pueda suceder algo bueno. Ni siquiera sé el motivo de esta reunión. No me dijo nada más que el vestido que tenía que ponerme.

—El cual no está nada mal—admitió Andrea intentando que su hija mostrara interés.

—Yo creo que él no lo escogió—respondió Normani mientras lo admiraba—. No tiene la cabeza para eso. Su mente es cuadrada y lo único que le cabe son sus propios asuntos. No hay nada más ahí.

Andrea río y Normani la acompañó. La madre de Normani se emocionó al escucharla, era de lejos la única risa que le había escuchado en una semana. La cual había pasado tan lento que juraba había sido una eternidad.

—Te creo—concordó—. ¿Él vendrá por ti?

—No, con ayuda de Theo logré convencerlo de que podría llegar sola. Entonces me pidió que sea mi padre quien me dejara ahí—dijo encogiéndose de hombros bajando la mirada.

—¿Y por qué parece que eso te preocupa más?—preguntó interesada, refiriéndose al gesto que había hecho cuando Derrick había entrado a tema.

—No lo sé. Siento como si fuera un fantasma que aunque deambule no me ve. Como si mi existencia pasara a un segundo plano. Ya no me dirige la palabra como antes—respondió. Se dio la vuelta y Andrea la estaba mirando con curiosidad—. Es como si haya dejado de interesarle lo que yo haga o lo que diga, desde que habló conmigo.

—No digas eso. Es tu padre—la chica sonrió triste y asintió con pesar. Porque era por su padre que estaba parada ahí, sin alternativa—. Sabemos que toma muy malas decisiones, pésimas, y que le cuesta encontrar la forma adecuada de hablar, pero hay que darle el beneficio de la duda. No lo voy a justificar por nada, pero cada quien aprende en un ritmo que no podemos entender con claridad.

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⏰ Última actualización: Jul 28, 2022 ⏰

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