72. Espacio en Blanco (Pt.2) (Maratón 2/2)

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CARRER DEL CAPITÂ ARENAS

BARCELONA, ESPAÑA

Un espacio en blanco puede aparentar ser la misma esperanza, sin embargo a veces también puede ser la pérdida haciéndose presente.

James cargó en sus brazos la única caja que Ally había dejado en su asiento y la siguió desde el aparcamiento hasta la puerta de una pequeña torre de departamentos. No habría más de veinte, era una torre más extensa que alta y tampoco habían muchos automóviles estacionados en la explanada. Comprendió el porqué había sido elegido por Adam.

La ubicación era excelente, a unos cuantos minutos hasta Bellas Artes, incluso caminando, con árboles a escasos metros sobre la acerca. Y una barrera de arbustos amortiguaba el sonido del movimiento, perfecto para conectar con la inspiración en una misma sintonía. Era el anhelado escondite.

—¿Solamente son tres cajas?—exclamó James, que se había esforzado en romper el silencio después del desayuno. Ally lo miró por encima de su hombro y simplemente asintió. Una vez más James no había tenido éxito.

El portero del edificio quien ya conocía a ambos, los dejó pasar cuando Ally lo saludó con una sonrisa vacía al acercarse, desde luego aquel sujeto no sabía cómo se veía una sonrisa vacía en la chica. La pintora sin dudarlo, decidió ir por las escaleras aunque ambos llevaban un poco de peso extra encima, James no se quejó y la siguió. Los pasos ayudaban a que, aquel silencio sembrado pareciera inexistente. Que el ruido rompiera los pensamientos era la forma más sencilla de calmar la propia mente que no queríamos escuchar.

Ally iba vacilando las llaves con su mano libre. Pero al llegar a la puerta del departamento marcado como C12 con unas letras brillantes en la puerta de madera clara, en el tercer y penúltimo nivel del edificio, ya no dudó en ponerlas en la cerradura, que se movió suavemente abriendo con un "click".

—Hogar, dulce hogar... —dijo tristemente cuando empujaba la puerta de madera con su costado. Él área libre que funcionaba como sala de estar, se encontraba sin muebles, pero con varias cajas encimadas, marcadas y rotuladas—. Adelante, James—lo invitó a pasar, mientras ella dejaba la caja pequeña sobre una fila de ellas.

James soltó las cajas en el piso y las puso a un lado de la puerta para que no estorbaran. Cuando se irguió dejó salir un suspiro descansado la espalda y caminó hasta la ventana grande que daba al aparcamiento pero alcanzaba a verse perfectamente la calle y las copas de los árboles que acompañaban el sendero. Tenía una buena vista. Lo atardeceres se verían bien por esos cristales pues abrían hacia el poniente.

Otra buena razón para hacerlo el refugio de la inspiración.

—Lo veo mucho más agradable que la última vez que te ayudé a dejar un par de cajas más—admitió James, con las cortinas entre sus dedos—. Luce muy bien.

—¿Aunque este cada vez más vacío?—bromeó Ally, pues le había dicho a Adam que se podía llevar sus muebles sin temor y lástima.

—Las cajas le dan el toque—soltó haciendo una seña con la mano, de que el lugar era exquisito. Ally dejó salir una corta carcajada y dejó las llaves en el desayunador y siguió a James para ver por la ventana.

—Es un buen lugar—admitió con tristeza en su voz, perdiendo su mirada en el horizonte—. Era el lugar perfecto—musitó. Solo para ella.

No era un departamento muy amplio, pero con lo justo era funcional y cómodo. La ventana era tan grande que si uno se sentaba en un comedor junto a ella o en la sala de estar al otro lado del área libre, podría tener una bonita vista.

Era permeable, nada te impedía ver de un lado al otro y el desayunador estaba junto para poder disfrutar de ese ventanal que sin duda era el atractivo y sin estorbar.

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