34. Primera Cita

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Estar enamorado no solo es ver la vida de manera diferente, ni tampoco creer que todo es perfecto. Es apreciar que hay alguien a quien quieres y que siente lo mismo por ti, que con su presencia muchas cosas mejoran aun cuando haya personas a quienes no le agrade eso.

BARCELONA, ESPAÑA

Después de buscar mucho tiempo entre sus cosas, de revisar los estantes y incluso un baúl en el que guardaba gran parte de sus cosas, Ally por fin encontró debajo de su pequeña caja de pinceles un cuaderno. Con una portada completamente en blanco y solo con una página usada, y en perfectas condiciones justo como lo recordaba.

Había sido una opción suya, la había comprado para ella en "1000 Hands" la tienda de arte donde trabajaba Camila. Pero no la había usado y casi la había dejado en el olvido, hasta que recordó que esta era una ocasión especial y quería hacer más especial de lo que ella misma se hubiera imaginado.

La puso sobre la mesa que tenía en su cuarto, cerca de su ventana y acercó su caja de pinceles con frascos pequeños de pintura. Observándolos fijamente con el ceño fruncido, tratando de elegir la opción más factible para ella. Respiró hondo un instante y pensó en seguida en algo que sabía iba a funcionar para dar lo mejor de ella, en alguien. La sonrisa de Normani se formó en su mente.

Nuevamente Ally observó el espacio en blanco que pertenecía a la pasta de cartón que formaba parte de la cubierta de aquel cuaderno, del pequeño block de hojas blancas que había sido suyo y que desde ese momento, ella supo ya no sería suyo. Pertenecería a alguien más.

Tomó el primer frasco de pintura y lo abrió. Estaba emocionada, muy emocionada si era sincera y quería ser capaz de poder hacérselo saber a Normani, porque si algo le hacía verdaderamente feliz era verla feliz a ella. Y cómo no, si estaba enamorada.

Y finalmente iba admitirlo.

• • •

Normani vio a Ally salirse la cafetería y se quedó de pie bastante sorprendida. Pero sonrío cuando ella se dio la vuelta y le señaló con la mano para que la siguiera. Era de tarde, el sol aún no había comenzado a irse y aún se podía caminar por las calles de Barcelona libremente, con el viento muy ligero, una suave brisa, dándoles en el rostro.

—¿Por qué estás trayendo una mochila?—preguntó Normani viendo a Ally que le sonreía y se encogía de hombros—. Déjame ayudarte con eso—indicó tratando de tomarla pero Ally se dio la vuelta negando—. ¿A dónde vamos?

—Es una sorpresa Normani, ¿acaso no entiendes ese concepto? Tendrás que esperar hasta que estemos ahí para verlo—respondió Ally divertida al ver a Normani rodar los ojos—. Esto es solamente porque las necesito, además no está muy pesado así que perfectamente puedo cargarlo.

—De acuerdo—respondió ligeramente riendo y viendo hacia adelante.

Aprovechando que Normani caminaba a su lado, Ally giró un poco su rostro y pudo levemente observarla caminar sin parecer demasiado evidente. Sonrió con ternura al saber que ella iba a su lado un poco distraída viendo los aparadores de otros sitios. En ese momento Normani iba con un vestido blanco con las mangas cubriéndole un poco los brazos, un par de sandalias a combinación y su cabello oscuro cayéndole por los hombros. No pudo evitar admirar lo bien, lo bastante bien que se veía.

Pero lo que Ally no llegaba a imaginar es que Normani se había pasado la noche anterior eligiendo un atuendo qué pensaría fuera perfecto con esa cita. Y que se le había hecho difícil porque Ally no le había mencionado ni una sola palabra sobre a qué lugar irían, si comerían algo o qué es lo que harían. No sabía nada y eso sólo había hecho más difícil la tarea de pensar en algo que ponerse que fuera adecuado, para finalmente decidirse por ese vestido.

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