Desperté con (lo que parecía) el redoble de un tambor.
— ¡ARRIBA! —gritó Helen sacudiendo dos palos de madera contra la cacerola que llevaba colgada al cuello —. ¡Feliz cumpleaños!Traté de moverme antes que su cuerpo aterrizara en mi cama, pero eso fue imposible.
— ¡Feliz cumpleaños, cariño! —dijo mi madre, y se abrió paso hasta llegar a mi cama.
Se acercaba con un tazón de cereales decorado con una vela en el medio.
Miré la bandeja y a Helen se le escapó una risa.
—Este año sólo habrá una torta —anunció Mamá, un poco apenada.Me sonrió y se acercó para besarme. Como era costumbre, mi madre nos besaba por igual. Uno a mí; otro a mi hermana.
Sin embargo, pasó de su mejilla, como ignorando el cuello estirado de Helen.
—No hay beso para ti hasta que te quites eso —le dijo guiñándole un ojo.Helen tenía puesta una sudadera de Josua, color gris. A veces la usaba de pijama, puesto que le quedaba gigante.
Antes que pudiera dar una de sus intensas y picantes contestaciones, mi madre salió de la habitación, dejando nada más que su aroma fresco.
Desayunamos en mi cama.
—El tazón es mi regalo —dijo Helen.Sorprendida, examiné la pieza en forma de cuenco de la que estaba sacando cereales. Era de un azul medio rojizo, con decorados esculpidos y pintados de blanco. Una cinta grabada recorría el tazón desde la base hasta el borde final.
—Me gusta —dije.
Junto al tazón, en la fuente, había una rosa que olía a vainillas. Tenía una nota colgada de una espina
"Feliz cumpleaños, hermosa. Te amo.".
Mi papá perfumaba todo con vainilla.Bajamos a la sala, la atravesamos, y subimos a la cocina. El cielo se veía espectacularmente celeste; la Luna había hecho un buen trabajo la noche anterior.
— ¿Qué tienen pensado?
—Basta, Annie, te lo advierto...—dijo Helen.
—Vamos, sólo una pista.
—No —contestó.Sabía que si la presionaba un poco más, podría sonsacarle un poco de información adicional, ya que la impaciencia ganaba la batalla en esas oportunidades.
En cada cumpleaños, unas horas antes del plan, uno de nosotros era autorizado a comunicarle al cumpleañero un atisbo del festejo venidero. En mi caso, siempre se trataba de Helen, a quien (casi) siempre lograba sacarle toda la información.
Interrumpí su camino al baño.
—Este año te lo dirá Elioth —avisó.
— ¿Por qué Elioth?
Ella puso sus ojos en blanco y suspiró levemente.
— ¿Qué? —pregunté.
—Así acordamos, Annabeth. Déjame entrar al baño.De todas formas, pensé, Elioth siempre es el primero en llegar.
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SUBVERSIVOS #1
Science Fiction"Silencio. Silencio. Y luego -sin aceptar que aquello podía ser producto del deseo y la esperanza- el eco ínfimo del agua a lo lejos. No teníamos otra opción. Tomé tres granadas de la bolsa que l...