Nos acomodamos en los asientos, todo el curso estaba hundido en un mar de murmullos ansiosos. Hasta logré ver un par de chicas descargar el último llanto antes de la ceremonia, y respirar agitadas, en un intento vacío de calmar sus pulsos. Qué tontas.
— ¿Quién creen que vendrá a la ceremonia hoy? —preguntó Dani, volteándose con el brazo apoyado en el respaldo.
— ¿Líderes?
Él asintió.
—No lo sé —dijo Eio —. Ambos, supongo.Hacía dos años había caído otra de las líneas masculinas de liderazgo. Quedaban sólo dos líderes; estábamos a un paso de enterarnos cuál de las dos familias fundadoras tendría el poder absoluto sobre Genux, aunque podían pasar muchos años hasta ello, todos sabíamos que se acercaba un día histórico.
Alfred Mónaco era uno de los dos líderes que quedaban. Bastante mayor y todavía sin hijos; moreno y con una mirada muy profunda, con la piel salpicada en pecas aún más oscuras que su tez. A él lo había visto en algunas celebraciones.
El segundo de los líderes se llamaba Thomas Wobe, sabía que era bastante joven y que sus padres habían muerto hacía varios años, pero no lo conocía.
Mónaco y Wobe manejaban todo en Civitas y el Epicentro (es decir, que manejaban todo en Genux). Pero, sin dudas, Alfred era más influyente; o al menos el que tenía más contacto con la gente. Era el único que se presentaba en actos formales, y que hacía anuncios por cadena. Wobe sólo daba conferencias que se transmitían por radio.
—Supongo que Mónaco —dije —. Wobe nunca aparece.
—Eso espero, tal vez pueda darle la mano si se acerca —dijo Daniel.
— ¿Por qué te importa tanto? —pregunté.
En realidad, los líderes nunca me habían parecido la gran cosa. Eran el rostro visible del conjunto de personas que formaban parte del tablero en el juego. Básicamente, a los reyes poco les importaban sus peones.
—Pues, es nuestro líder, se supone que debes aspirar a ser como él —contestó, intimidado por la pregunta.
El silencio se había colado en nuestra conversación, aunque no en el ambiente. Las profesoras todavía no habían aparecido.
—Gracias a él tienes todo lo que tienes —agregó, casi natural.¿Qué? Tranquila, Annabeth. No digas nada. Si tan sólo supiera cómo viven ellos, cómo son sus casas; sus salas. Y básicamente sin hacer nada. Me parecían unos codiciosos aprovechadores de personas trabajadoras. Eso me parecían. No tenía por qué agradecerles.
Lo pensé pero no lo dije. Pensé que se les había ocurrido poner reglas injustas en las que ellos vivían a costas nuestras. Estaba mal pensar así, pero nadie podía leerme el pensamiento. Además, tenía presente que nunca iba a poder convencer a Daniel (o a cualquier persona que tuviera la misma línea ideológica) de lo contrario. Alababan al Epicentro, sin importar qué; se creían absolutamente todo lo que viniera de ellos. Todo, menos aquello que los perjudicase.
Dani pensaba que las personas del Epicentro vivían en las mismas condiciones que las personas de Civitas. Era evidente que no.—Mis profesoras favoritas, justo cuando más las necesitaba.
Elioth se enderezó, y rompió el silencio de la forma más auténtica. Suspiró, y se pasó la mano por la frente, por el esfuerzo inexistente. Sonreí.Junto a dos de las profesoras del colegio entraron seis instructores. Eran hombres que se encargaban de la organización de eventos, generalmente amargados y metódicos. Apostaba que habían sido Oficiales también.
Luego de saludar a todos ellos de pie, nos sentamos, y las profesoras comenzaron a hablar.
—Hoy, en el día de fin de curso, se llevará a cabo la ceremonia en la cual les entregaremos a cada uno el pergamino con el veredicto de la Escuela de las Convenciones —dijo una de ellas, y luego otra continuó la explicación.
—Hemos estado estudiándolos durante años, y por fin ha llegado el paso previo a la despedida. El lunes darán comienzo a sus pasantías laborales, con las cuales cerrarán el ciclo de sus estudios.
ESTÁS LEYENDO
SUBVERSIVOS #1
Science Fiction"Silencio. Silencio. Y luego -sin aceptar que aquello podía ser producto del deseo y la esperanza- el eco ínfimo del agua a lo lejos. No teníamos otra opción. Tomé tres granadas de la bolsa que l...