Capítulo 35

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Un plan absolutamente fallido.

En el momento en el que Thomas comenzó a aparecer en tres de los seis papeles que estaban en aquella bandeja con líquido, supe que no podría preguntar sobre el M.A.C a Douglas. Incluso no me había atrevido a indagar sobre su constante expresión de cordero en peligro.

En resumen, había llegado a mi casa antes de lo esperado, ya que Douglas no había parecido interesado en quedarse conmigo o acompañarme hasta el callejón.

Los días hasta el viernes por la noche parecían pesados y monótonos, ya no tenía energía para hacer otra cosa que no fuera básica en mi vida. El trabajo había consumido cada gramo de energía de mi cuerpo, incluso algunas noches había pasado de comer para estrellarme directo contra mi cama. El camino hacia la celebración del Reclutamiento se volvía más duro a cada segundo, y no solo en el trabajo. Aquello no me había permitido decidir qué hacer con respecto a mi próxima aparición en el Epicentro.

Todo se volvió incontrolable al llegar el sábado, cuando mi hermana logró raptarme luego de cenar. Esto me obligó a contarle las novedades: la traducción de los escritos, Zora y Elioth, el M.A.C, y por consecuente, el hecho de que aquella misma noche me encaminaría una vez más hacia el túnel.
—Iré —afirmó ella.
—Hel, no pu...
—No te lo estoy preguntando, Annie. Iré —dejó en claro.
Explicarle a Helen que no podía acompañarme al Epicentro resultaba tan difícil como explicarle a alguien dormido que estaba soñando.

Pasada la medianoche, tomé la bolsa con las traducciones, mi pañuelo; acomodé mi abrigo, me puse los guantes, y viré hacia Helen.
— ¿Estás segura que no prefieres hacer guardia aquí? —pregunté en un susurro y mi hermana me lanzó una de sus miradas.
Nos escabullimos hasta la ventana del baño y salimos a la calle. El recorrido fue bastante normal, Helen no preguntó nada, simplemente me siguió. La mitad de la Luna asomaba entre nubes, y en la calle no había más que una niebla espesa dispersada en ocasiones.

Cruzamos a la Plaza de la Vegetación, nos arrastramos por los arbustos hasta la puerta y la abrí de un solo tirón. En un abrir y cerrar de ojos estábamos dentro.
— ¿Éste es el túnel? —asentí frente a la luz de su linterna —. No sé si me agrada tanto —agregó sacudiéndose una telaraña.
Alumbró el infinito camino a la oscuridad, como si temiera quedarse ciega en tanta inmensidad.
—Vamos...

Luego de unos instantes, Helen se permitió romper con el sonido constante de nuestros zapatos en los adoquines.
—Parecía más lejos —dijo—. Ya sabes, la distancia entre el Epicentro y la Ciudad.
Tenía razón, incluso parándose frente al muro daba la sensación de que lo que esperaba al otro lado estaba a cientos de kilómetros.
—Espera —dije cuando avanzó hacia la puerta —. Hay luz...
Por las hendijas no se veía nada más que la sala vacía. Así que giré el picaporte y observé con cautela. Una cabeza llena de bucles asomaba desde el respaldo del sillón. Entonces suspiré de alivio y entré.

Como era de esperar, Thomas Wobe dio un gran salto al escucharnos, y pareció dar otro gran salto al ver a Helen. La reacción había sido recíproca, puesto que mi hermana alteró su postura al encontrarse con el mismísimo líder de su ciudad.
—Wow. No recuerdo haber encargado dos —dijo entrecerrando sus ojos.
—Ella es mi hermana —presenté pero se saludaron asintiendo.
—Persistente, casi necia por lo que percibo...
El comentario pareció sorprender a Helen, quien me observó como si estuviera preguntando si podía contestar. Algo me dijo que ella no tendría tanta paciencia como yo.
—Es de familia —dije, intentando que su comentario pasase como agua, y caminé hacia la escalera.

Aquella noche no había guardias en el jardín de la mansión, por lo que llegar a la entrada no supuso un desafío; entramos por una puerta lateral que parecía ser de servicio, aunque teniendo en cuenta en la cantidad de actividades ilícitas que Thomas estaba comprometido, dudaba que existieran tales empleados.

SUBVERSIVOS #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora