Antes que pudiera decirle que esperara, Thomas salió de la habitación, y permanecí sola en el jardín de invierno... Aguardando.
Un hombre atravesó el umbral, seguido por Thomas. Era esbelto, tenía los ojos tristes y la nariz en pico. Los pliegues de su rostro acompañaban su gesto; y estaba vestido con una bata larga. Parecía que poco entendía de lo que estaba pasando.
— ¿Qué ocurre aquí? —preguntó mirando a Wobe.
Lo miraba de una forma severa, como si su voz rozara un futuro castigo; era la típica mirada de un abuelo a su nieto. Pronto supe que se trataba de algo recíproco, y que Thomas había comenzado a hacer señas con los brazos, como quien intentaba explicar que no era un error.
—Muéstrale tu arete —me pidió.
Dudé, pero quité mi cabello de en medio y le mostré al hombre (desde lejos), lo que Elioth me había obsequiado el día de mi cumpleaños. Y tan pronto como lo hice, el anciano se acercó despacio, abrió los ojos y cambió su expresión. Juntaba sus cejas y las estiraba hacia el cielo.
Hubiera sido poco decir que, en ese mismo momento, el corazón me dio un vuelco que casi me mata. El anciano se acercó un poco más, y me abrazó.
—Soy Donald, Annabeth —me dijo, y contuvo mis manos entre las suyas.De forma casi instintiva, le eché una mirada a Thomas; convencida de que había sido él quien le había dicho cómo era mi nombre. Sin embargo, parecía tan pasmado como yo.
Entonces Donald se tocó el cuello y tiró de una cadena. Y allí estaba: un redondel de oro con una piedra roja en su centro.
El mismo colgante que Zora dejó en el escondite de la llave del cofre; y el mismo símbolo de mi arete.
¿Podían Elioth y Zora relacionarse de alguna forma?
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SUBVERSIVOS #1
Science Fiction"Silencio. Silencio. Y luego -sin aceptar que aquello podía ser producto del deseo y la esperanza- el eco ínfimo del agua a lo lejos. No teníamos otra opción. Tomé tres granadas de la bolsa que l...