Hoy era sábado por lo tanto me desperté al medio día. Me encantaba dormir tanto pero el despertar de hoy no era uno agradable, Mad fue secuestrada. Me levante de la cama con pereza yendo a mi nueva cocina. Me hice unos huevos fritos con tostadas. Cocinar no era lo mio. Al acabar de comer me arreglé. Siempre hay que estar guapo para cualquier situación. Después llamé a K.
— ¿Saben algo de Mad?
— No.
— ¿Cómo que no? ¿Qué coño están haciendo?
— Ahora mismo estoy perdiendo el tiempo contigo —colgó.
Puto. Tiré el móvil en el sofá y fui a desempacar mis cosas. Entre ellas estaban las cosas de Mad. Me cago en todos los recuerdos. Tiré al suelo la camiseta que tenía en mano, tomé el móvil y subí al coche. ¿Para que perder el tiempo? Iba a casa de Barbara. Sabía que estaba sola en casa, me lo lleva recordando toda la semana. La inteligencia no era su punto fuerte pero era sexy y para pasar el rato era perfecta. Al llegar a su casa toqué a la puerta. Cuando abrió directamente la bese. Metí mi mano en su pelo tirando de el hacia atrás para poder besar su cuello. Volviendo a su boca ella me rodeo la cintura con sus pies. La lleve hasta un sofá que había y la tire en el. Me quité la camiseta y ella hizo lo mismo, después me senté en el sofá y ella se ocupó de mi miembro hasta despertarlo. Se quito el resto de la ropa y se puso a cuatro patas. Metí mi miembro dentro de ella con fuerza haciéndola gritar. Las embestidas siguientes le hacia gozar sin dejar de gritar. Nuestro acto fue interrumpido por mi móvil.
— ¡Joder! —dije sacando el móvil. Era K. Mierda. No podía contestarle. Le colgué y con ansias espere un mensaje.
— ¿Qué haces? —dijo molesta.
— Nada —dicho esto me llego un mensaje el cual no tarde en leer. "Hemos encontrado un lugar donde posiblemente este. Ven al refugio, ahora."—. Tengo que irme —me vestí.
— ¿Me vas a dejar así? —se puso de pie.
— Sí.
— Si sales por esa puerta hemos terminado —me dirigí hacia la puerta seguido de ella.
— Pues mira que bien —la abrí y pegué un portazo.
Me apresure hasta llegar al coche y a toda velocidad fui hasta el refugio. No me importaba ni lo más mínimo haberla dejado así y menos que hayamos cortado. Estaba con ella solo por la fama que tenía en la universidad. Una vez allí, corrí hasta la sala de reuniones. Tuvimos que esperar a que todos llegaran.
— ¿Están todos? —dijo K en la otra línea.
— Sí —dije apresurado.
— Vale. Este es el plan: irán los del Sector D —en este sector estaban los que utilizaban en las misiones tanto las armas como la fuerza física. Los que estaban en este sector, nunca podían faltar en una misión. Son los que más asesinatos tienen. En este sector estábamos Mad y yo— a los que avise, junto a los del Sector F. También irán 2 del Sector I. Todos ustedes van a ir acompañados del Sector C, ellos conocen la zona.
Siguió explicándonos el plan. Al parecer, los que estaban ahí eran muy peligrosos y hacían experimentos con las personas además de torturarlas. Pobre Madison, seguro se a llevado duros golpes con esa boca. ¡Mierda, tienes que estar bien! Nos equipamos bien y al acabar subimos todos a los coches. Por el camino, volvía a repetir el plan en mi mente. Aunque quisiera ir directamente a por Mad, tenía que seguir el plan para no cagarla. Al cabo de un buen rato, llegamos. Respire profundamente y me concentre. Nos adentramos todos en el bosque, por grupos, expandiéndonos hasta rodear la zona. Esperamos para que se ocuparán de las cámaras y los guardias. Con sigilo, cada grupo iba acercándose a la puerta. Nosotros fuimos los segundos. Comenzaron a oírse disparos.
— ¡Corran! —gritó uno del grupo.
Nos apresuramos todos pero aún estando en grupo. Al despejar la primera planta, bajamos a la segunda. En ésta estaban los laboratorios. Pegué una patada a una puerta abriéndola. Había un hombre grande, musculoso, que estaba inyectando una sustancia a una persona. No dude ni un segundo en matarlo. Desatando al prisionero seguí adelante con las siguientes puertas despejando así la segunda planta. Bajamos al tercer piso, el último al parecer. Era gigante con muchas celdas. Dime que esta aquí, o no. Todos a los que he visto están gravemente heridos o casi muertos.
— Primero despejamos la zona y luego nos ocupamos de los prisioneros —gritó uno.
Así hicimos, matamos a todos. Claramente nosotros también salimos heridos. Una vez despejada bien la zona, íbamos sacando a los prisioneros.
— Voy a buscar a Mad —le dije a Hudson. Él estaba en nuestro grupo. Es muy bueno luchando.
— Suerte —me dijo poniendo su mano en mi hombro.
Fui celda por celda con la esperanza de encontrarla. Cada vez quedaban menos y aún no la veía.
— ¡Alan! —gritó un compañero.
— ¿Qué?
— Ven, creo que ella es.
Me acerqué a él con miedo. Me pare frente a la celda y mis ojos se abrieron como platos. Ahí estaba ella, desangrándose, con dos cuchillos incrustados en su cuerpo. Estaba colgando por las cadenas del techo. Pobre.
— ¡Ayuda! —grité todo lo que pude— ¡Esta aquí!
Me acerqué a ella, la sostuve porque le estaban quitando las cadenas. Resiste. La llevé con cuidado fuera junto a un compañero, metiendola en una furgoneta.
— ¡Vamos! ¿Qué espera? —grité.
— Uno más, aún cabe uno más... —su tono de voz iba disminuyendo cuando vio a quien tenía en brazos— Bueno, ya van llegando otros coches —dijo este arrancando.
En la furgoneta habían otras personas. Estaban muy malheridos todos.
— Es muy valiente —dijo uno de ellos.
— ¿Cómo? —dije un poco confuso.
— Se ha llevado tantos golpes por su valentía y su lealtad.
— Ya me imagino —dije mirándola de los pies a la cabeza. Ella, por lo menos estaba vestida. La mayoría de los otros estaban desnudos. El camino era muy largo y no aguantaba verla así—. Cuénteme que hizo —le dije al señor y éste, con calma, me lo contó con todo detalle.
Una vez llegados a nuestro pequeño hospital, los enfermeros me esperaban con una camilla. Este hospital estaba apartado de nuestro refugio. No podíamos llevar a las víctimas al refugio porque nos estaríamos exponiendo demasiado. La llevaron corriendo dentro y a mí me hicieron esperar. Ayude a los demás para no estarme quieto ni un segundo. Pasaron varias horas y todos habían llegado, pero ella aún estaba en aquél quirófano. Me senté en la sala de espera, echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos.
— Alan —dijo Ethan. Él era el medico que trato a Mad. Uno de los mejores de aquí.
— ¿Cómo está? —dije levantándome de la silla.
— Sobrevivirá pero tiene heridas graves. Lo que más temo es que, cuando despierte, no pueda caminar.
— ¡Joder! —di un golpe al aire.
— Lo siento, hicimos todo lo que pudimos —aprieta mi hombro—. La hemos llevado al salón 13B. Aun esta inconsciente pero puedes ir a verla.
— Gracias Ethan —le golpeé el hombro flojo.
Tomé el ascensor y busqué la habitación. Una vez frente a ella, respire hondo y abrí la puerta. Y ahí estaba. Parece que esta durmiendo. Arrimé una silla a la cama y me senté. No pude descansar ni un segundo ya que vino una enfermera.
— Me manda Ethan. Dice que te des una ducha y te pongas esto —me extiende la ropa bien doblada.
— Dale las gracias —le sonreí.
— Se pondrá bien —dice ella mirando a Mad.
— Lo sé —dije seguro de mí mismo.
Salí de la habitación dirigiéndome a los baños que estaban al final del pasillo. Me quité todo y me limpie bien. Me vestí y regresé a la habitación tumbandome a su lado en la cama. Quería esperar a que despertara pero me dormí pensando en ella.
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¡Ups! Una vida menos
ActionDespués de la muerte de mis padres, deje de ver la vida de esa manera. Conocí a Alan, compañero en mis misiones y en el día a día. Comencé a ver lo que uno no pensaría que podría pasar en la vida real. Y así me hice fuerte. ¡Ups! Olvidé presentarme...