Capítulo 27

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Me desperté porque no podía respirar. Me removí en la camilla para apretar el botón.

— ¡Ay por Dios! —dice la enfermera al entrar. Cada vez podía respirar menos. Toma una jeringa y me la inyecta— Ya. —frota la zona con la mano— Tranquilo.

— Odio esto.

— Se te pasará, sólo tenga cuidado.

— Gracias por venir. —aún intentaba recuperar mi aliento.

— La verdad pensé que necesitaría otra cosa, como la otra vez. —me mira mal.

— Esa también fue una urgencia, necesitaba mi móvil.

— ¿Para?

— Llamar a Ma —pare— alguien.

— Pues a ese alguien —hace comillas con las manos— no le vi por aquí.

— Es que ese alguien —imité su gesto— desapareció.

— Una gran pena pero si necesitas algo yo estoy por aquí. —me sonríe— Por cierto, me llamo Rosie. —se va.

Volví a dormir un rato más hasta que el imbécil de Hudson me despertó.

— Ya levanta de una vez, tenemos cosas que hacer. —vuelve a tirarme la ropa pero esta vez cae en mi cara.

— Déjame, quiero dormir. —le tiré la ropa de nuevo.

— Esto a lo mejor te animará. Un equipo de rescate que fue a por Mad está volviendo. Sólo nos mandó un mensaje que decía "Hemos encontrado a algunos, estamos volviendo".

— Tenías que haber empezado por ahí. —me levanté de la cama como una bala.

Me vestí y fuimos al refugio. Los estuvimos esperando en el aparcamiento. Tan poca paciencia tuve hasta que llegaron que me fume unos cigarrillos. Cuando esa puerta se abrió mi corazón comenzó a latir muy rápido. Salieron dos chicos y una chica pero ella no salio.

— Oye, ¿dónde está el resto? —me acerqué a ellos.

— Al atraparnos nos dividieron. Algunos murieron pero de los otros no sabemos nada.

— ¿Madison murió? —dije asustado.

— No lo sé, tío. Lo siento.

No, no, esto no me puede estar pasando a mí.

— Vamonos. —me dice Hudson. Le seguí— ¿Estás bien?

— Sí, sé que esta viva, siento eso. Es una bocazas pero siempre se sale con la suya, sabe muy bien lo que hacer en momentos tensos.

— A lo mejor es que no quieres creer que está muerta.

— No, tío, te juro que siento que ella esta viva.

No hicimos gran cosa, fuimos a comer algo, luego a mí casa. Pasamos la tarde los tres juntos, aunque Thomas estaba mas con los libros que con nosotros. En la noche, Hudson, me llevó de nuevo al hospital. Tenia que quedarme algunos días más para asegurarse de que estuviera bien.

Cerré los ojos para intentar dormir. Alguien abrió la puerta, no pude ver quien era por la oscuridad.

— ¿Quién eres? —pregunte.

— Soy yo, Rosie. —se sube encima de mí.

— ¿Qué haces?

— Cállate. —me besa.

Su beso se intensifica. Se mete debajo de la manta y vuelve a sentarse encima de mí. Uno se tiene que dejar llevar. Puse mis manos en sus muslos. Ella tomó mi camiseta y me la quitó, yo le hice el mismo gesto. Volvimos a besarnos pero esta vez con más pasión. La atraje más a mí y le quité el sujetador. Ella comenzó a besar mi cuello y luego iba bajando, dejando un rastro de besos por todo mi abdomen. Al llegar abajo, tiró de mis pantalones hasta quitármelos. Se echó a un costado para que pudiera quitárselos ella también. Se volvió a poner encima de mí, ya estaba totalmente desnuda. Tomé en mis manos sus senos. Con su mano acarició mi miembro por encima del bóxer, finalmente sacándolo. Antes de que se lo metiera me dio un apasionado beso. Se echó hacia atrás, apoyándose en sus manos, haciendo movimientos de arriba abajo, cada vez mas rápido y fuerte. No voy a estar una vida sin sexo hasta que aparezca. Yo también tengo mis necesidades. Una vez acabado nuestro acto, ella tomó rápido todas sus prendas y se fue corriendo. Es muy rara la chica pero si se me ofrece no la voy a rechazar.

(Dos semanas después)

No pasó gran cosa en estas semanas. Bueno, decidí darle una oportunidad a Rosie y ahora estamos saliendo. De Mad aún no saben nada, ningún rastro de ella. Es como si se hubiera esfumado de la faz de la tierra. Tengo que creer en la posibilidad de que este muerta, aunque me duela tan sólo pensarlo. Ha pasado mucho tiempo como para seguir viva como prisionera.

Estaba esperando a Rosie en frente de su casa. Dijo que tenia que hablar conmigo de algo importante así que decidí acompañarla hasta el hospital mientras me lo decía. No es una chica mala, es todo lo contrario a Mad. Ella si que esta preparada a darlo todo en una relación y esta segura de lo que quiere.

— Hola cariño. —me besa— ¿Qué haces aquí?

— Dijiste que tenias que hablar algo conmigo, así que, aquí estoy.

— Es que no sé como decírtelo. No sé como te lo vas a tomar.

— Si no me lo dices, si que me lo voy a tomar mal.

— Bueno. —piensa unos momentos— ¡Estoy embarazada! —grita de la emoción. Me paré en seco y mi cara se descompuso.

— ¿Embarazada? ¿De mí? —dije espantado.

— Sí, ¿no te alegras?

— No, no, no puede ser mio. —me puse las manos en la cabeza.

— Claro que es tuyo, no me tire a ningún otro. —frunce el ceño.

— No lo quiero, no lo puedes tener. —retrocedí.

— ¿Qué?

— No quiero ningún hijo. —me di la vuelta y corrí, dejándola plantada.

Mientras corría llame a Hudson.

— ¿Dónde estás?

— Voy a casa, ¿pasó algo?

— Sí, ven a recogerme. Estoy en la esquina de la calle de Rosie.

— Vale... —alarga. Colgué.

Una vez juntos, fuimos al bar mas cercano.

— Ya, dime que paso. —dijo él curioso.

— Rosie está embarazada.

— Te diría felicidades pero creo que no te gusta la idea.

— No quiero tener un hijo y menos uno suyo.

— ¿Y de quién sino? ¿De Mad?

— Pues preferiría. —bebí el contenido del vaso de un trago.

— Déjame decirte que eres un idiota. Mad no esta y lo mas seguro es que no esté por mucho tiempo para no decir nunca. Tanto tiempo no estuvieron juntos, será por algo, ¿no?

— A lo mejor tienes razón. Nunca se nos dio la oportunidad de estar juntos, siempre pasaba algo. Pero aún así yo no quiero un hijo.

— Ni te pegaría. —ríe y bebe— ¿Qué harás?

— No sé, tengo que pensar en algo.

¡Ups! Una vida menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora