Comencé a marearme. Otras personas entraron. Gas, disparos y gritos por todos lados. Ya no sabía lo que estaba pasando. Quité la mano del cuchillo y caí al suelo.
Madison
Quedé sorprendida por el gesto que acababa de hacer Alan pero los disparos me hicieron volver a la realidad. Alan se había caído al suelo. Me eché a su lado y saqué de mi bolsillo una jeringa y se la clavé. Siempre llevaré una de éstas conmigo. Los de nuestro bando los habían acorralado a los otros. Rosie se sacó el cuchillo de la barriga y vino hacia mí con mucha furia.
— ¡Aa! —grita mientras intenta clavármelo. Me tiré hacia atrás y pude esquivarlo. Volvió a intentarlo unas cuantas veces. Me fue difícil moverme por el suelo con un brazo.
— ¿Qué coño te pasa? —le grité.
— ¡Siempre te eligió a ti!
— ¡Por algo será! —le di una patada en la cara. No le causo mucho, sólo la enfureció más.
— ¡Hija de puta! ¡Ven aquí! —Ace apareció por detrás y la golpeó con la culata del arma en la cabeza. Cayó al suelo inconsciente.
— ¿Estás bien? —asentí— Yo creo que no. —me ayuda a levantarme— Estás sangrando.
— ¿Qué acaba de pasar? —miré a mí alrededor.
— Avisé a los del bando después de averiguar el plan de Rosie y vinimos a salvarles.
— Un poco tarde, ¿no crees?
— Mejor tarde que nunca. —me da un beso— Nadie salió herido, sólo ella pero de todas formas tiene que morir. Incumplió las reglas del bando.
— ¿Y por qué no la mataste?
— Seguramente, Alan, quiere hablar con ella.
Ayudaron a Alan y a mí me volvieron a coser la herida, se me había abierto. A Rosie se la llevaron al Sector H. K nos dio un sermón por no haberle contado y en consecuencia, tenemos que matar a Rosie.
— Déjame entrar contigo. —le dije a Alan antes de que entrara en la sala.
— Si eso quieres. —se encoge de hombros.
Le seguí dentro. Rosie estaba atada a la silla con un chorro de sangre por la cabeza. Me quedé más atrás para ver la escena.Tampoco quería incomodarlo. Alan se sentó en la silla, delante de ella.
Alan
No me gustaba para nada que Mad estuviera detrás mía. No sé lo que siente después de lo que pasó. A lo mejor no siente nada pero es poco probable. Algo se le tiene que retorcer dentro por haber tenido un hijo con Rosie.
— ¿Por qué lo has hecho? —le pregunte intentando sonar tranquilo.
— ¡Porque siempre tuviste ojos sólo para ella! —grita.
— ¿Y qué te hizo pensar entonces que la iba a matar a ella y no a ti? —aún estaba tranquilo.
— Pensé que el hecho que estuviera embarazada te haría cambiar de idea. —se calma un poco.
— Te dije muy claro que no lo quería. Te dije que abortaras. —levanté un poco la voz— Por tú culpa tuve que matar a mí hijo.
— ¡Yo no tengo ninguna culpa! ¡Ella es la culpable! —mira a Mad.
— Ella no tiene ninguna culpa. Tú fuiste la que me saltó encima aquella noche.
— No me digas que no te gusto. —dice burlona.
— Pues no, no quería hacerlo contigo. Me das asco que lo sepas.
— ¡Eres un hijo de puta sin corazón! ¡Me utilizaste! —vuelve a gritar.
— ¡Cállate! —me levanté.
— Alan —dice Mad poniendo su mano en mi hombro— déjamela a mí. —me giré para verla. No tenía ninguna expresión. Odio no saber que piensa.
Salí de la sala y la esperé sentado en una silla junto a Ace. Miré mis manos, estaban temblando.
— Maté a mí hijo. —apreté los puños.
— Iba a morir de todas formas. Aunque suene mal, tengo que darte las gracias. —me dice Ace.
— ¿Por qué?
— Por no matar a Mad.
— Nunca seria capaz de hacerlo.
— Ella tampoco seria capaz. —reí.
— Ella si lo haría.
— Tiene tus jeringas por todos lados y ahí, ella te salvó.
— ¿Enserio? —asiente.
Nos quedamos callados. No se oía nada. Las salas estaban aisladas de tal manera que no se pueda escuchar nada de ellas. ¿Por qué me salvo? Pensé que me odiaba. Tan difícil me es entenderla. La esperamos otro rato hasta que esa puerta se abrió.
— Ya acabé. —dice Mad limpiándose la sangre de las manos. Toda ella estaba repleta de sangre. Ace y yo la miramos horrorizados— ¿Qué miran?
— Nada, nada. —dijimos los dos y nos levantamos.
— Eso pensé. —se va.
— Uff, da miedo. —me dice Ace en voz baja.
— Y que lo digas. —la seguimos.
Al llegar a casa me fui a dar una ducha al igual que ella y Ace se fue a preparar algo para cenar. Al acabar, todos nos sentamos en la mesa para comer.
— Chicos no saben lo que pasó. —dice Thomas alegre entrando por la puerta— ¿Y esas caras?
— Rosie murió pero di lo que querías decir. —dije tranquilo.
— Vale... —alarga— Mis padres consiguieron trabajo en otro país y ¡vaya trabajo! —un poco más y salta de alegría.
— Entonces puedes quedarte definitivamente a vivir aquí. —dije. Mad me mira raro— ¿Qué?
— Nada. —mira a Thomas— Me alegro por ellos, están mejor allá. —vuelve a mirarme.
— Eso, felicidades. —dice Ace— Ahora ven y come con nosotros.
Al acabar de comer cada uno se fue a su habitación pero yo me quedé en el sofá, junto a la poca luz que entraba por la ventana. Si no quería ese hijo, ¿por qué siento esto? ¿Qué es lo que estoy sintiendo?
Madison
Me levanté de la cama para ir a por un vaso de agua, estaba en ropa interior. Baje las escaleras y le vi. Estaba sentado en el sofá con las manos extendidas por encima del respaldo.
— ¿Qué haces aquí? —me dijo en voz baja al verme. Se veía tan perdido. Sentí un cosquilleo en mi barriga. Me paré delante de él.
— Alan. —susurre.
— ¿Sí?
Lleve mi mano hasta su cara y la recorrí con un toque suave. Paré al llegar a su boca. La contornee con mis dedos. Dejé caer mi mano y me quedé viéndolo por unos segundos. Él me miraba con pena pero también podía notar la culpa. Puse un pie a cada lado y me senté en él, quedando cara a cara. Acerqué mi rostro hacia él y volví a llevar mi mano a su cara poniendo un dedo debajo de su barbilla. La levanté un poco para que estuviéramos a la misma altura. Me acerqué un poco más.
— Madison. —dice él en un susurro.
Me acerqué mucho más a él hasta llegar a su oído.
— Lo siento. —le susurre.
— ¿Qué sientes? —pone sus manos en mi cintura. Me aleje un poco para poder ver sus ojos, aún quedando a pocos centímetros.
— Siento —hice una pequeña pausa— muchas cosas.
Me levanté y volví a la habitación.
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¡Ups! Una vida menos
ActionDespués de la muerte de mis padres, deje de ver la vida de esa manera. Conocí a Alan, compañero en mis misiones y en el día a día. Comencé a ver lo que uno no pensaría que podría pasar en la vida real. Y así me hice fuerte. ¡Ups! Olvidé presentarme...