Capítulo 4

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Alan

Algo me impedía respirar. Rápidamente abrí los ojos. Era ella, me había agarrado la nariz.

— Sí que estás bien... —reí y pose mi mano en su abdomen.

— Esto duele, ¿sabes? —dijo mirándome apenada.

— ¿Las heridas? Eso ya lo sé.

— No hablo de eso. —hizo una pausa— Sino de lo nuestro que nunca fue nuestro. —¿Qué?

— ¿Qué estás diciendo? —la miré confuso.

— ¡Qué quites la puta mano de mi operación! — arquea una ceja.

— ¡Hostia! —la quite rápidamente— Lo olvide. —me rasque la cabeza.

— Ya lo vi. —echó la cabeza hacia atrás cerrando los ojos. Recordé lo que me dijo Ethan. ¿Se lo digo o no se lo digo? Mejor no.

— ¿Te duelen los pies? —le pregunte.

— Casi no siento nada ¿Por qué? —Esto no huele bien.

— Sólo pregunte...

— Dime.

— Nada, tenías dos cuchillos atravesándote los pies. Lo normal es que te duela.

— Ya me han disparado antes y no me preguntaste si me dolía. No soy tonta, ¿qué te dijeron? —me mira.

— Si te lo digo vas a volverte loca.

— Si no lo haces te juro que mato a alguien y sólo tu estas en ésta habitación. —me calle para pensar. De todas maneras lo sabrá pero puede que se recupere y pueda caminar. Entonces no hace falta que se preocupe y haga una locura— Es malo, ¿no? —su voz se torna seria pero a la vez tranquila.

— Sí. ¿Seguro que quieres saberlo? —asiente— Después de la operación, Ethan me dijo que puede que dejarás de caminar. —dije rápido.

— Vale. —dijo simple y volvió a echar la cabeza hacia atrás cerrando los ojos. Seguramente que, en este momento, le están pasando muchas cosas por la cabeza.

Eche en la cama y la examine. Veía su rabia, como apretaba los dientes. Esto sería lo más duro que le puede pasar. Sin sus pies no sería nada.

— Llama a Ethan. — dijo de repente.

— Voy. —me levante rápidamente y fui en su busca. No volví a la habitación hasta traerle.

— ¿Cómo estás? —le preguntó.

— ¿Qué tan alta es la probabilidad de no poder andar? —Ethan me miro y luego volvió su mirada hacia Mad.

— La probabilidad es alta pero con mucho esfuerzo, recuperación y mucha paciencia podrás hacerlo pero aún así, habrá efectos secundarios. La debilidad de estos será mucho mayor.

— Ethan, —le dijo para que parara— sabes que dejar de andar es una tortura sobretodo con el trabajo que tenemos. Esto es lo más importante.—señala sus pies.

— Lo sé pero todo tiene su fin.

— ¡No! Esto no ha llegado a su fin. Yo —se señala— no he llegado a mi fin. No me he rendido nunca y ahora tampoco lo haré. Así que ya puedes estar diciéndome lo que tengo que hacer para recuperarme porque no voy a cruzarme de brazos sin hacer nada. Y si tu no me ayudas lo haré yo sola. Volveré a andar, te lo aseguro. —los dos nos quedamos callados por lo que acabamos de escuchar— ¿Y bien? —se cruza de brazos.

— Voy a por mis cosas para examinarte.

— Bien. —sale de la sala.

— Volverás a andar. —le dije seguro de mí mismo.

¡Ups! Una vida menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora