Capítulo 65

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(2 meses después)

Por fin estábamos de vacaciones. Teníamos una semana libre tanto Hudson como yo. Como ya era invierno, hemos alquilado una cabaña en la montaña. También le hemos pedido a Betty que viniera con nosotros bueno, mas bien la hemos obligado pero ni eso funcionó. Dijo que nos merecíamos estás vacaciones sólo para nosotros.

Al llegar a la cabaña, le echamos un vistazo a todo.

— Que bonito es todo. —dije viendo las montañas llenas de nieve.

— Y hace un frío del carajo por aquí. Deberíamos entrar y vestirnos mejor.

— Cierto.

Entramos dentro y desempacamos las maletas y también nos vestimos con ropa más gruesa. Después intentamos los dos a prender la chimenea.

— Con una bomba se encendería más rápido. —dice Hudson.

— Pero estaríamos echando la casa por los aires y no vinimos a eso. —reí.

— Pues creo que nos quedamos sin fuego. —alguien toca al timbre.

— Voy yo, tu sigue intentándolo. —me levanté y fui hacia la puerta.

— Hola. —dice un chico muy alto y bastante apuesto.

— Hola. —conteste seca.

— Soy el vecino de al lado y vi que acabas de llegar.

— Tienes buen ojo.

— Sí... —se rasca la cabeza— Cuando anochezca, vamos a hacer una hoguera allá —señala el lugar— con los demás vecinos. Sería bueno que vinieras. —sonríe.

— ¿Él también está invitado? —señalé a Hudson que aún intentaba prender el fuego. Éste lo miró totalmente sorprendido.

— Claro. —sonríe. Pero creo que era una sonrisa forzada.

— Pues allá estaremos.

— Me alegro y por cierto, la caja que hay al lado de la chimenea son pastillas para encender el fuego. Con una es suficiente. 

— ¡Oh! Gracias. Él es un inútil haciendo el fuego, seguramente ni lo vio. —reí como una estúpida.

— Buenos, nos vemos luego. —sonríe y se va.

Me quedé viéndole. Que buen cuerpo tiene. Al estar lejos de nuestro porche, se dio unos golpes en la cabeza y murmuró algunas cosas que no pude oír.

— Maldito inútil. —le dije a Hudson al cerrar la puerta— ¿Viste la caja que hay al lado de la chimenea? —éste la toma y lee.

— ¡Ostia! Esto es para encender el fuego. —le aplaudí.

— De nada.

(Unas horas más tarde)

Fuimos hacia la hoguera donde ya había gente, como unas quince personas. Por lo visto, todos trajeron algo menos nosotros. Me acerqué al chico que vino antes a casa mientras Hudson se sentó para pillar asiento en la hoguera.

— No me dijiste que teníamos que traer algo. —le dije.

— Porque no lo tienen que hacer. —sonríe.

— ¿Y sabes que otra cosa no me dijiste? —me mira curioso.

— Tu nombre.

— Lo siento. Me llamo Devyn, ¿y tú?

— Madison. —le extendí la mano pero pasó totalmente de ella para darme un beso en cada mejilla. Su perfume huele increíble.

— Muy bonito nombre. —sonríe.

— Gracias. —le devolví la sonrisa— ¿Por lo menos puedo ayudar en algo?

— Si quieres puedes ir repartiendo el té, el café y el chocolate caliente. —fue enseñándomelos en la bandeja que me entregó.

La tomé y las repartí. La gente parece muy maja además de que son de todas las edades. Volví con Devyn.

— ¿Siempre hacen esto? —le pregunté.

— Sí bueno no. —le miré confundida— La verdad es que yo lo organice. Te vi al llegar y me pareciste muy atractiva y quería conocerte. Pero veo que llego tarde —mira a Hudson— o no. Supongo que no es tu novio. —miré a Hudson. Estaba pasándola bien con otra chica.

— No, no es mi novio. Es mi mejor amigo. —¿Enserio hizo todo esto por mí? Se nota que no tengo un novio desde hace tiempo— Pero eso no significa que tengas oportunidad. —le sonreí con malicia.

Los dos nos quedamos viendo a la gente. La idea fue muy buena. Ellos se contaban historias o tan solo hablaban entre ellos. Como Hudson con esa chica. Comencé a tiritar por el frío y como era obvio, Devyn me abrazó.

— Espero que no te moleste pero no quiero que te congeles estando yo a tu lado.

— Que caballero. —sonreí— ¿Cómo es que estás soltero?

— No tengo suerte con las chicas. ¿Y tú? A no ser que estén ciegos, no lo entiendo.

— Pues mas de lo mismo.

Seguimos hablando. La verdad que parecía un muy buen chaval pero no creo que pueda llegar a quererlo. Aún así nunca se sabe. Fui hasta Hudson cuando la chica se fue de su lado. Tenia que decirle sobre Devyn.

— ¿Futura novia? —le pregunté.

— No. La verdad es que no quiero tener nada con nadie, estoy bien contigo. —me toma la mano— Vinimos aquí a pasarla bien los dos, no voy a hacerte una cosa así. Estaré contigo hasta que Alan vuelva o encuentres a otro. —besa mi mano. Sus palabras me sorprendieron y me hicieron sonreír ala vez— Por cierto, la nieve te hace ver más bonita.

— Gracias, tu siempre lo eres. —dije sin querer.

— ¡Vaya! Eso no se escucha todos los días. —le golpeé— ¿Y tú? ¿Algo con el chico? —mira a Devyn divertido.

—No, nada. —le sonreí.

— Bueno, vamos dentro, ya hace mucho frío.

Dentro hacía tanta calor. Se estaba tan bien. Rápidamente me quité la ropa y me metí en la ducha. Llega Hudson por detrás y besa mi cuello pasando sus frías manos por mi abdomen.

— Estás congelado.

— Pues otra cosa dice lo contrario. —se pega a mí haciéndome sentir su miembro.

Al día siguiente, al despertar, sentí un fuerte dolor de cabeza y estaba algo mareada. Al abrir los ojos todo comenzó a tener sentido. Hudson y yo estábamos atados a una silla. Miré alrededor pero ni rastro del culpable y Hudson aún estaba dormido.

¡Ups! Una vida menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora