Capítulo 18

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Madison

— Adiós. —ríe y aprieta el botón. Mierda. Dimos nuestro último respiro, esperando que pasara algo. El hombre vuelve a apretar constantemente el botón pero seguía sin pasar nada— ¿Pero qué...? —me acerqué a él y le golpeé.

— ¿Qué estás haciendo?

— No funciona. —dice asustado.

— Uff, menos mal. —dice uno de los chicos.

— Espero que no este bromeando. —le amenace. No dice nada y se arrastra hasta una esquina.

— ¿Qué hacemos? —pregunta otro.

— Esperar a ver que pasa. —dice Victor. Estaba sudando— Tienen que conseguir abrir esa puerta.

Rodeé los ojos y me senté en el suelo. ¿Esto es el karma? Seguramente Alan está durmiendo o haciendo cualquier cosa sin pensar en mí. ¡Ah! ¡Lo odio más que nunca! Si muero seguro que le haré la vida más fácil y estará feliz de ello. Un clic hizo que sobresaltáramos todos. Mi corazón se había parado un segundo. Aunque es una muerte fácil, no quiero morir ahora y darle el gusto a otros. La puerta se abre y todos suspiramos aliviados. Tarek asoma su cabeza con unos cables en la mano. Tarek es integrante del bando, está en el Sector I. Es uno de los mejores con tecnología.

— ¿Pensaban que iban a morir? —ríe éste sacudiendo los cables.

— Tardaste mucho. —dice Victor saliendo como una bala de la habitación.

— Llévate a éste para interrogarle. —les dije antes de salir. Subiendo las escaleras, me di cuenta de que mis manos aún temblaban. ¿Pero qué? Nunca le tuve miedo a la muerte y hoy tampoco.

— Mad, entrégale el informe a K. —dice un chico dándome mi móvil.

— Vale. —cerré unos cortos segundos los ojos para despertar y luego le llamé— Hemos completado la misión.

— ¡Menos mal! Sólo vosotros lo habéis conseguido. Los del Bando de Pi han hecho la misma misión en tres partes diferentes, con el mismo propósito, con la misma estrategia y todos habéis caído pero sólo vosotros habéis conseguido salir de aquella habitación. ¡Buen trabajo! Tendré que volver a ponerlos juntos como equipo.

Nos callamos.

Me alegro de que estés viva.

— Yo también me alegro de estarlo. —hice una pausa— ¿Han muerto muchos?

Nueve. Entre ellos, estaban los mejores.

— Una gran perdida.

Así es. —suspira.

— Bueno, le dejo, quiero ir a casa.

Vale, ten cuidado.

— Siempre lo tengo. —colgué.

Saliendo del jardín para ir a casa, vi a Victor subiendo al coche.

— ¡Oye! —grité. Me mira.

— ¿Qué pasa?

— Bien hecho. —le sonreí.

— Igualmente. —me sonríe— Un gusto haber hecho la misión contigo. —volví a sonreirle y me di la vuelta para ir a casa— ¿Te llevo?

— Estaría bien. —me subí al coche. Después de un gran silencio decidió hablar.

— Hoy vi la muerte con mis propios ojos...

— Todos la vimos.

— Pero estamos vivos. —intenta sonreír.

— Nos vendría bien un descanso. —asiente.

Una vez llegada a casa, vi que el coche de Alan no estaba. Pasando la tarde, seguro. O mas bien la noche. Subí a mi habitación y fui a darme una ducha bien caliente. Al acabar me puse el pijama y salí de la habitación para ir a comer algo pero me topé con Alan. Se asusta y me mira como si hubiese visto un fantasma. Le miré sin decir nada, no entendía su reacción. Me mira otros segundos con la misma cara y luego mete su mano al bolsillo para sacar su móvil y marca un número.

— Mabel, ¿estás segura que estaba Madison en la lista? —por el silencio que había, pude oír lo que dijo.

— Sí, lo viste hasta tú con tus propios ojos. Lo siento mucho por ella. ¿Estás bien? —¿Lo siente mucho por ella? ¿Por mí?

— Creo que me volví loco. —seguía mirándome raro— Hablamos luego. —cuelga— No, no. —pone sus manos en la cara— Hasta la veo. ¡Ah! ¿Por qué no le hablé? —gruñe.

— ¿Hablar con quién? —le dije y él grita del susto.

— ¡La puta madre! —se acerca a mí— ¿Estás viva? —me toma por los hombros.

— Más viva que nunca. —me abraza pero le empuje— No vuelvas a tocarme.

— ¿Qué? ¿Qué te pasa?

— ¿Qué me pasa? Muchas cosas me pasan. Maté a tu hermano para salvar tu vida y tú crees que lo hice por satisfacción. Soy egoísta, lo sé. Te quiero a ti, no a él. Y ahora, he estado apunto de morir mientras tu estabas pensando en tu hermano.

— Pero... —intenta hablar.

— ¡Cállate! No me vuelvas a dirigir la palabra. Seguramente te hubiese encantado si hubiese muerto. Ya no quiero saber nada de ti.

Volví a entrar en la habitación dando un portazo. Me deslice en la puerta hasta sentarme en el suelo. Maldito idiota. ¿Quién se cree? Y ahora no comeré por su culpa. ¡Ah! ¡Lo odio!

Alan

¿Qué le pasa? Ni me dejo hablar. Ya no sé ni que pensar. Ahora está muerta, ahora no. Me eché en su puerta. ¿Le hablo o no? ¿Qué mierda tengo que hacer? Suspire hondo. No puede dejarme así sin decir nada. Abrí la puerta de golpe y ella estaba yendo hacia la cama. Hablé antes de que abriera la boca.

— Ahora te vas a callar tú —la señalé— y me vas a escuchar a mí. —me señalé— No te culpo por la muerte de mi hermano, mas bien lo veía como un enemigo. Además por él no siento lo que siento por ti. Y todo éste tiempo he estado pensando en ti. —me acerqué a ella. Estaba sorprendida— Hice una misión la cual murió gente y después me dicen que en esa misión también estabas tú y que habías muerto. Y después verte aquí... —hice una pausa— Fue un total alivio porque pensé que habías muerto sin saber lo que pienso, lo que siento. —tragué saliva— Te quiero y te quiero sólo a ti. —la miré pero ella no decía nada— Ven aquí. —tomé su rostro y la besé. Ella me correspondió al beso. Al separarnos la miré a los ojos esperando que dijera algo pero ella miró hacia abajo.

— Vete de la habitación. —se da la vuelta, yendo hacia la ventana.

¿¡Qué!? Si que es complicada la chica. Salí de la habitación y me metí en la mía.

¡Ups! Una vida menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora