Capítulo 61

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Por alguna razón desconocida, le correspondí al beso. Fue un beso tan prohibido, intenso, cálido y deseado. Muchas sensaciones a la vez. Pero esto no estaba bien y lo sabíamos.

— El primero y el último, no volverá a pasar. —dije al separarnos.

— Exacto. Fue insignificante, sin ningún sentimiento involucrado.

— Estoy totalmente de acuerdo. 

— Seguiré con lo que estaba haciendo. —señaló un lugar aleatorio de la casa.

— Y yo con las plantas.

Mis sentimientos están mas que claros y no los podrá cambiar nadie. Pero el problema es ¿cómo voy a aguantar yo todo este tiempo sin sexo? Yo también tengo mis necesidades y seguramente Alan también lo haga con alguna maldita, tragué saliva, chica.

(Un mes después)

Hudson tranquilizó sus hormonas en todo este tiempo y yo... Pues no tengo tiempo de pensar en sexo con el trabajo que tengo. Esa tal Felisia lo hacía todo y yo no haré menos.

— Hola cariño, siéntate. El té aún está caliente. —me dice Betty al llegar a su casa. Ella me dijo que tenía que hablar algo importante conmigo, a solas.

— ¿Estás bien? ¿Te pasó algo malo? —le pregunté preocupada. Me encariñe mucho con ella. Ella y Henry son mis mejores amigos. Ahora que lo pienso, debería presentarlos uno al otro.

— Sí, no te preocupes, estoy bien.

— Entonces, ¿qué querías decirme? 

Le da un trago al té y luego deja su taza sin hacer ningún ruido.

— ¿Estáis bien Hudson y tú? 

— Sí, ¿por qué no lo estaríamos?

— Entiendo que a veces las parejas se pelean. —hace una pequeña pausa— Ustedes dos hacen buena pareja y me agradan mucho.

— Betty. —la paré— Ve al grano.

— El otro día, cuando fui a comprar el pan, me pareció ver a Hudson con otra chica. Pensé que no vi bien así que lo seguí unos días.

— ¿Estuviste espiando a Hudson?

— Algo parecido. —reímos— Lo que vi fue cierto. Le vi besándose con Amelia. —Eso explicaría muchas cosas.

— ¿Qué? Digo, ¿quién es esa?

— Vive cuatro calles más allá. ¿Quieres qué hable con él?

— No, me ocupare yo de esto. —me levanté— Esto no quedará así, Betty.

— Esa es mi chica. —sonríe satisfecha.

Volví a casa como una bala. Busqué a Hudson por la casa y al encontrarlo lo tomé de la camiseta estallandole contra la pared.

— ¿Desde cuándo sales con Amelia? —le pregunté enojada. Él se quedo pasmado— ¡Habla! —grité y lo volví a estallar contra la pared.

— Hace dos días le pedí que fuéramos novios. —dice él rápidamente.

— ¿Y por qué coño no me lo dijiste?

— No quería que reaccionaras como con Catia.

— Esa chica no me gustaba.

— ¿Cómo te enteraste?

— Betty te vio. ¡Y a saber cuántas personas más!

— Hablaré con ella. Ahora suéltame. —le solté pero mantuve la distancia.

— Claro que hablaras con ella y yo estaré delante para que no la cagues, de nuevo.

— De acuerdo, tranquilízate.

— Estoy tranquila. —sonreí— Y otra cosa más, quiero que invites a casa a esa chica. —me cruce de brazos.

— No creo que sea buena idea.

— No pedí tu opinión. Sólo hazlo.

— Esto es enserio, me gusta la chica de verdad. —se desliza por la pared hasta el suelo— Desde que Julia murió... —le interrumpí.

— ¿Julia murió? 

— Sí.

— Perdón, han muerto muchas personas. —me senté a su lado— Es difícil recordar a cada uno.

— Sólo dos chicas me gustaron. Una de ellas ya no importa pero la otra es Amelia.

— Vale. —suspire— Seré buena con ella, sólo quiero conocerla.

— Gracias. —sonríe.

— Esto es injusto, ¿sabes? 

— ¿El qué?

— Él sabe que estoy muerta y seguramente encuentre a otra o se tire a otra o hace lo que sea con otra. Me olvidará rápidamente y no tengo la certeza de que, cuando me vea, no me odie. 

— Sólo estás siendo paranoica. Aunque... —alarga— si se enamora de otra, ese ya es un problema pero eso no hace que te odie.

— Ahora no sé quien tiene una vida más difícil, él o yo. —suspire.

— Vamos a hablar con Betty. —asentí.

Nos levantamos y fuimos a su casa. Ella aún estaba en el mismo sitio de antes.

— ¿Ya hablaron? —dice ella con su tranquila voz.

— Así es. —fulmine a Hudson con la mirada.

— Y vamos a contarte la verdad. —dice él.

— ¿La verdad? —dijimos Betty y yo al mismo tiempo aunque yo estaba más asustada por la respuesta que iba a dar.

— Sí. —suspira y continúa hablando rápidamente— Madison era una vagabunda y le dieron una paliza de muerte. Yo la salvé y la traje a vivir conmigo. —toma mucho aliento. Porque acaba de decir muchas estupideces.

— ¿Tú eres tonto o te haces? Betty eso no es verdad. Éste chico se lo ha flipado mucho. Hudson y yo... —pensé— Somos los mejores amigos desde la infancia y nunca fuimos novios pero somos muy cercanos.

— Esto suena más bonito que lo otro. —mira a Hudson con una ceja levantada— ¿Y por qué no me lo dijeron antes?

— Esa es una buena pregunta. —dice Hudson— Madison. —me mira y espera a que yo conteste.

— Pues no pensamos que a él —señalé a Hudson— le iba a gustar alguien. Tampoco lo pensamos mucho. —sonreí.

— ¿Y tú? ¿Y si te gusta a ti alguien? —me pregunta Betty.

— A mi ya me gusta alguien y lo estoy esperando.

— Aún así, sigo pensando que hacen buena pareja. —sonríe ella tomando un sorbo al té.

(Minutos después)

Volvimos a casa.

— ¡Maldito idiota! —lo estalle contra la pared—  ¿Vagabunda? ¿Enserio? —lo solté.

— No sé me ocurrió nada más, tampoco me dejaste pensar mucho. —me di la vuelta cerrando los ojos para calmarme.

— De ahora en adelante hablaré yo cuando hay que inventar algo. —volví a darme la vuelta pero Hudson ya no estaba— ¿Hudson? —no contestó— ¿Hudson? —volví a llamarle pero nada.

¡Ups! Una vida menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora