La llamada de K nos despertó a los dos. Madison refunfuño tocándose la cabeza.
— Tanta bebida no es buena. —le dije antes de contestar— ¿Diga?
— Buenos días, tienen misión.
— ¿Así es cómo da los buenos días? —dice Mad a regañadientes.
— Pues ésta misión te va a encantar.
— Sorprendeme.
— La misión es muy compleja. Irán unos pocos de cada sector, entre ellos, vosotros dos. Es una fiesta en celebración por una nueva empresa de ropa. Sólo tenéis que accionar si las cosas no salen como deben. Y como toda fiesta tenéis que ir vestidos bien.
— No... —se queja.
—Sí, sí, como sé que te encantan los vestidos, ya me encargué yo de ellos. A las cinco están en su casa.
— Vale. —colgué— Venga, será divertido. Nunca te vi con vestido.
— Será porque no me gustan.
— Ya quiero verte. —me mordí el labio.
— Calla. —me empuja tirándome de la cama— Vamos a comer.
— Y después iremos a que te den algo para la resaca. Tienes que estar bien para la fiesta, digo misión.
Nos cambiamos de ropa y fuimos a comer a una cafetería que había cerca de casa. Al acabar, nos dirigimos al hospital del bando.
— Aquí mi amiga bebió demasiado anoche. —le dije a la enfermera mientras miraba a Mad a lo lejos.
— ¿Dejaste a tu amiga beber sola? —me pregunta la enfermera mientras completaba unos papeles.
— Ella lo necesitaba más que yo.
— ¿Y tu qué hiciste?
— Estar a su lado.
— A lo mejor no te necesitaba cerca si ni siquiera puedes beber con ella.
— A lo mejor quieres que te meta una hostia.
— ¿Qué pasa aquí? —dijo Ethan poniéndose a mi lado.
— Ésta que no hace nada más que decir estupideces.
— Ésta tiene nombre. —murmura ella.
— Pues no me importa su nombre. —le hice una mueca.
— Bueno, ¿qué os trae por aquí? —dice Ethan llevándome hacia Mad.
— Necesita algo para la resaca.
— Pues ven conmigo. —Mad asiente y se va con él.
— Yo me quedaré por aquí. —señale donde estaba aunque no me hicieron caso.
Después de dar muchas vueltas y ver que no venían, me dirigí a la sala en la que entraron. Me paré frente a la puerta ya que se oía risas sentándome en una silla que estaba frente a su ventana. ¿Por qué mierda ríen tanto? Miré la perfusión y aún le quedaba para rato. Eché mi cabeza hacia atrás quedando dormido.
— Alan. —me sacude. Abrí los ojos.
— ¿Ya? —me levante.
— Sí, vamos que van a venir con los vestidos. —rodea los ojos.
— Claro, después de tantas risas es normal que pierdas la noción del tiempo. —me dirigí hacia el coche.
Una vez llegados a casa, nos pusimos a ver la televisión. Al rato llegaron con la ropa.
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¡Ups! Una vida menos
ActionDespués de la muerte de mis padres, deje de ver la vida de esa manera. Conocí a Alan, compañero en mis misiones y en el día a día. Comencé a ver lo que uno no pensaría que podría pasar en la vida real. Y así me hice fuerte. ¡Ups! Olvidé presentarme...