— Mad... —mi cara se descompuso. Mad le había disparado. Hermano... Los chicos que nos acompañó, entraron en la habitación.
— ¿Qué pasó? —dice uno de ellos.
— Acabó con la misión. —dice Mad mientras me señala.
— Bien hecho, tío. Pensé que no eras capaz pero me equivoqué. —No te equivocabas.
Aún no podía creer lo que acababa de hacer Mad. Seguía mirando el cuerpo de mi hermano, desangrándose.
— Vamos. —dice Mad tirando de mi brazo— No te servirá de nada seguir mirando.
Aún no tenia la fuerza de hablar. Seré débil pero era mi hermano. Mi único hermano, mi último familiar. Entré en el coche en el asiento del copiloto, Mad conducía.
— ¿Diga? —dijo al responder la llamada de K.
— Escuché que completaron la misión. Espero que la hayas completado tu, Alan. —recalcó mi nombre.
— Él lo hizo.
— ¿Alan? —Mad me da un codazo. Aclaré mi garganta.
— Sí, yo lo hice.
— Muy bien. —colgué. No tengo ganas de escuchar más esa voz.
Mad no me decía nada más, sólo a veces me dedicaba una mirada. Tampoco tenía ganas de hablar con ella después de lo que hizo. Una vez llegados a casa me metí en otra habitación.
— Te estás comportando como un niño. —dice entrando en la habitación.
— No eres la persona más indicada para hablar en éste momento.
— ¿Qué querías que hiciera? Iba a morir de todas formas.
— Él se quedó ahí, mirándome, sin hacer nada. Él tenía la esperanza de que yo hiciera algo. ¿Por qué lo hiciste?
— No podías hacer nada —levanta la voz— y sabes muy bien lo que te iba a pasar si no lo hubieses hecho —se pone delante mía— y no quería eso. Te dije que no iba a dejar que te mataran. Sabía perfectamente que no lo ibas a hacer y por eso lo hice. Prefiero que me odies a que lo mataras tú y lo lamentaras toda tu vida. ¡Lo hice por ti! ¿Crees qué realmente quise hacerlo? —no dije nada— Vale. —asiente con la cabeza— Ya entendí.
Sale de la habitación dando un portazo. No me callé porque pensaba que ella era culpable sino me sorprendió lo que dijo. Dio otro portazo en la puerta de entrada, se había ido. ¡La odio! ¿Por qué siento esto por dentro? No quiero perdonarla pero no puedo. Mató a mi hermano pero lo hizo por mí. Ha superado el sentimiento que siento por mi hermano, creo que...
Madison
¿Cómo es tan idiota para creer que yo realmente quise matar a su hermano? No soy una bestia sin corazón pero creo que debo de serlo de ahora en adelante. Salí de casa para ir a correr un rato y despejar mi mente. Esto me recordó a Marcus. Le echo de menos. ¿Qué hice tan malo para merecerme una vida así? Saqué mi móvil y llamé a K.
— ¿Diga?
— Quiero una misión ahora mismo. —servirá mejor para distraerme.
— No hay. —lo interrumpí.
— Dije que quiero una misión.
— Bueno, ven al refugio, ya mismo van a emprender a una misión.
— Bien. —colgué.
Cambié mi rumbo hacia el refugio. No quería tomar el coche, no quería acercarme a la casa por ahora donde alguien cree que maté a su hermano por diversión. Maldito imbécil. Una vez llegada al refugio, me dijeron todo lo que tenía que hacer. Era una misión de rescate. Una vez preparados todos, fuimos hasta el lugar, era una casa normal. Se supone que lo tienen en algún lugar debajo de la casa.
— Ustedes cuatro —señala a unos chicos— vigilarán la zona, vosotros tres —también los señala— mirarán por fuera de la casa y los demás vendrán conmigo. —dice Victor. Victor es otro integrante del bando, está en el mismo sector que nosotros. Mejor dicho yo, porque ya no hay un nosotros— Vamos.
Cada uno hizo lo que tenía que hacer. Uno de ellos abrió la puerta y entramos dentro de la casa. Con cuidado íbamos mirando cada cosa ya que no se veía ningún lugar que diera a la parte de abajo.
— ¿Qué está pasando aquí? —sale un hombre de la cocina. Uno del bando lo toma del cuello y le apunta a la cabeza.
— ¿Dónde lo tienen escondido? —le grita.
— No sé de que me habla. —intenta zafarse. Me acerqué a él y le di un puñetazo.
— Habla o te juro que vas a tener la muerte más dolorosa. —le volví a dar otro puñetazo.
— Mad, tranquilízate. —Victor pone su mano en mi hombro— Si le sigues pegando no podrá hablar.
— ¡Habla! —le grité.
— Más te vale hablar, ésta está muy loca. —le advierte el chico que lo tiene agarrado.
— Vale, vale. —levanta las manos— Está ahí abajo. —señala una alfombra. Victor se dirige hasta ella y la levanta. Ahí estaba la entrada.
— Bueno, ya no te necesitamos. —arrugue la cara y le di otro golpe. El chico que lo tenía agarrado lo suelta dejandole caer al suelo. Le apunté con la pistola.
— Ya os dije, déjame vivir, por favor. —me ruega.
— ¡Ups! Olvidé decirte que de todas formas ibas a morir. —le dispare en la cabeza.
— ¿Mejor? —me dice Victor.
— No.
Me adelanté en levantar una tapa que daba a unas escaleras. En la parte baja había una gran puerta de metal que estaba entreabierta. Me asomé y ahí estaba el chico al que vinimos a rescatar, acompañado de otro hombre por lo que pude ver. Hice una seña a los de atrás para indicar de que ahí estaban. Dejé que ellos entraran primero y luego los seguí.
— ¡Levanta las manos! —grita Victor.
— ¿Cómo han entrado aquí? —dice el hombre un poco sorprendido pero a la vez riendo. Algo no anda bien. Nos giramos al escuchar un ruido. La puerta se había cerrado.
— Mierda. —dije e intenté abrirla pero era imposible.
— ¿Creían que iba a ser tan fácil? —ríe éste.
— Abra la puerta. —dice uno de los chicos.
— No puedo. Vamos a morir todos aquí. —vuelve a reír pero más fuerte.
— Hijo de. —me acerqué hacia él pero Victor me paró.
— No mates a la única persona que nos puede sacar de aquí. —rodeé los ojos e inspeccione el cuarto intentando encontrar otra salida. Los pinganillos no funcionaban en éste lugar. Otro de los chicos desató al que vinimos a rescatar— ¿Pero por qué se quedó aquí?
— Bueno, es una misión suicida, saben lo que es eso, ¿no? —ríe. Ya me irritaba esa risa.
— ¿Y tu sabes lo que es mi puño en tu cara? —me burle.
— Estamos muertos. —se desespera uno de los chicos.
— Cálmate, aquí sólo una persona va a morir. —miré al hombre y éste vuelve a reír. En un pequeño descuido el hombre pone el dedo en un botón.
— Adiós. —ríe y lo aprieta.
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¡Ups! Una vida menos
AksiDespués de la muerte de mis padres, deje de ver la vida de esa manera. Conocí a Alan, compañero en mis misiones y en el día a día. Comencé a ver lo que uno no pensaría que podría pasar en la vida real. Y así me hice fuerte. ¡Ups! Olvidé presentarme...