Capítulo 36

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Madison

— ¿Estás bien? —Alan pone su mano en mi pierna sacándome de mis pensamientos.

— Sí. —sacudí la cabeza.

— Creo que fue muy malo lo que te paso por no querer contarme. Pero quiero que sepas que siempre estaré por si quieres desahogarte. —inconscientemente puse mi mano en la suya.

— ¿Qué está pasando aquí? —dice Ace apareciendo por detrás. Me separé rápidamente de Alan.

— Nada. ¿Ya hablaste con K? —le dije.

— Sí. —me mira raro— Tenemos que juntarnos todos en el refugio y hacer una lista con todo lo que necesitamos llevar.

— Vale, iré a ponerme algo más cómodo. —me fui a la habitación.

Abrí el armario y recordé que casi toda mi ropa está en la habitación de Alan. Fui hasta ella. Al quitarme la camiseta para ponerme otra, Ace, entro.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —dice mosqueado.

— Tengo ropa en éste cuarto. —se acerca a mí.

— ¿Qué estaban haciendo ahí abajo? 

— Ya te dije, nada. —me toma fuerte del brazo.

— Vuelvo a repetir, ¿qué estaban haciendo ahí abajo? —dice con un tono duro. Me sorprendieron sus gestos.

— Recordé una de las cosas que nos pasó cuando nos atraparon y él sólo se acercó a ver que me pasaba.

— Ya. —me suelta la mano— Si no quieres estar conmigo sólo dímelo, no quiero que os liéis a mis espaldas.

— ¿Qué coño dices, tío? Sabes muy bien que no haría una cosa así además, te quiero a ti. —le abracé.

— Y yo a ti. —me besa— Y ahora vamos a llevar todas tus cosas a nuestra habitación.

Ace se fue llevando mis cosas a nuestra habitación. Seguramente también se llevo alguna cosa de Alan. Al acabar con todo, fuimos al refugio. Por lo visto, Alan, se adelantó. Entramos a la sala donde estaban todos. Me senté en un silla que estaba frente a él. Mientras cada uno iba diciendo lo que necesitaba, yo me perdí viendo a Alan. Tremendos labios que tiene, siempre me atrajeron.

Flashback

Hoy cumplíamos cuatro años estando en el bando. Alan pensó que nos vendría bien salir a dar una vuelta. Por lo visto se lo tomó muy enserio, se puso traje y todo.

— ¿A dónde vamos? —le dije contenta al salir de casa.

— Es una sorpresa. —me sonríe.

— Alan, te ves muy guapo hoy. —le dije mientras caminábamos.

— Tú siempre lo estás. —me guiña el ojo.

Después de caminar un buen rato, llegamos al lugar. Era un pequeño lago.

— ¿Qué haremos aquí? —le dije.

— Pensé que podríamos cenar juntos viendo el atardecer. —dice sacando una caja de entre los arbustos.

De esa caja saca una manta la cual tiende en el suelo y algo de comida. Cómo siempre, me la pasé muy bien con él. En un momento me quedé viéndole y mi mirada bajo a sus labios.

— ¿Por qué me miras? ¿Tengo algo en la cara? —dice juguetón.

— Tienes unos buenos labios. —le sonreí.

— Se verían mejor junto a los tuyos.

Se acerca poco a poco y yo hice lo mismo hasta juntar nuestros labios en un tierno beso. El beso que hace mucho deseé, el beso que dio comienzo a una nueva etapa.

Alan

Madison se me quedó viendo. ¿En qué estará pensando? También tenía la mirada de Patrice encima de mí.

— Por primera vez, creo que deberíamos de llevar equipamiento con chaleco antibalas incluido. ¿Qué les parece? —dije. Todos estaban de acuerdo, lo apunté en la lista.

Ace sacudió un poco a Mad para que volviera a la Tierra. Hablaron algo entre ellos y luego me mira mostrando una tonta sonrisa.

— También deberíamos de llevar mucha munición. —dice Victor.

— ¿Y comida? Esa debería de ser nuestra prioridad. —dice Bobby.

— Y luego los matamos con la comida, ¿no? —le contesta Victor.

— Podríamos, le echamos algo de veneno y listo. —dice Bobby y Victor rodea los ojos.

Tardamos unas cuantas horas haciendo una puta lista, ya quería llegar a casa. Saliendo del refugio fui a comprar algo para comer. En la tienda había una chica con muy buenas curvas. Uff. Me acerqué a ella.

— Hola, ¿es nueva por aquí?

— Hola y no. —se da la vuela y me mira.

— ¿Enserio? Nunca te había visto.

— Es normal en un lugar tan grande.

— Cierto. —Estúpido— Por cierto, mi nombre es Alan. —le entendí mi mano.

— Soy Amber. —esquiva mi mano y me da un beso en cada mejilla.

(30 minutos después)

Intentaba abrir la puerta mientras Amber besaba mi cuello. Al abrirla nos metimos dentro y ella me llevó a un cuarto. Supongo que es el suyo. Me empujó en la cama y ella se quedó de pié. Desabrocho su vestido y de una forma muy sexy se lo quitó. ¡La puta madre que cuerpo! Con la poca luz que había la hacia ver más sexy. Se acerca a mí y pasa su mano por mí abdomen hasta llegar al pantalón. Lo desabrocha y me los baja.

— No aguanto mas. —me puse encima de ella y la besé.

— ¿Sabes? Me gusta que me den por detrás. —dice entre pequeños gemidos.

— Pues hagámoslo.

Se mueve hasta llegar a la mesilla y toma un lubricante el cual me extiende. Sin pensarlo más me eché un poco. Ella se dio la vuelta y se quitó la ropa interior, se echó en la mano un poco y se metió los dedos.

— ¿Lista? —le susurre al oído.

— Siempre.

Dicho y hecho. Introduje mi miembro con lentos movimientos. Le di una cachetada en el trasero que la hizo gemir. Comencé a hacer más rápido las embestidas. Podía ver su trasero, esas caderas tan perfectas y como entraba y salía mi pene mientras ella gemía. La agarré del pelo tirando hacia atrás.

La noche siguió y nosotros con ella. Amber era una guarrilla ninfómana. Perfecta. Al acabar me quedé dormido. Estaba agotado.
En la mañana siguiente, me di la vuelta y la abracé. Bajé mi mano a su entrepierna y me encontré con algo que no quería.

— ¿Pero qué? —abrí los ojos y grité.

Había un chico desnudo a mi lado.

¡Ups! Una vida menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora