A la mañana siguiente me desperté sin Alan a mi lado. No sé como se fue sin que lo sintiera. Supongo que es por todo lo que bebí ayer. Ni me levante bien de la cama porque K ya me estaba llamando.
— ¿Sí?
— Tienes misión en la tarde.
— Uy, que directo.
— Tengo prisa.
— Ok.
— Cuando salgas de la universidad vas directa al refugio.
— Vale. ¿Con quién haré la misión?
— Con Alan y Marcus, sólo vosotros tres.
— Entendido. —cuelga.
Esto será divertido. Me vestí y fui a la universidad. Aparque mi coche tranquila y para mí sorpresa, me encontré con Thomas. Hace tanto tiempo que no le veía. Cuando me vio cambió rápidamente la dirección.
— Thomas, ¿a dónde vas tan rápido?
— A clase. —dice balbuceando.
— Te eché de menos, ¿sabes? —me puse a su lado.
— Lo imagino.
— ¿Por qué te pones así? Sabes muy bien que no te hago nada malo.
— Lo sé pero me pones nervioso. —dice un poco más tranquilo— Siempre me pillas desprevenido.
— Entonces de ahora en adelante te voy a avisar. —entramos en la universidad— No tienes que estar así.
— ¿Puedo preguntarte algo? —dice un poco tímido.
— Lo que quieras.
— ¿Por qué me besaste el otro día?
— Porque quería. ¿No te gusto?
— Fue inesperado.
— No evites mi pregunta.
— Sí, me gusto. —abre su casillero.
— Ves como no hago ningún mal.
— Pero lo haces para molestar.
— Lo hago porque sé que a ti también te gusta.
— ¡Eso no es verdad! —intenta sonar indignado.
— ¿Me vas a mentir en la cara?
— Bueno... creo que ya es costumbre.
— Ves, ya nos vamos entendiendo. Me voy a clase. —le apreté el trasero.
— ¡Oye! —le guiñe el ojo.
Las clases fueron muy aburridas y Alan aún seguía desaparecido. En el comedor lo vi, estaba con Carla. Me senté en su mesa.
— Hola Carla. —la miré fijamente.
— Hola.
— ¿Te pasa algo?
— ¿No? —dice confusa.
— No te pregunto a ti. —arqueé una ceja.
— Estoy bien. —dice Alan.
— ¿Dónde fuiste esta mañana?
— Vine a la universidad.
— ¿Tan temprano?
— No tenía sueño.
— Estás muy raro y esto no me gusta. —los dos mirábamos a Carla.
— Está todo bien. —se levanta y se va.
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¡Ups! Una vida menos
AksiDespués de la muerte de mis padres, deje de ver la vida de esa manera. Conocí a Alan, compañero en mis misiones y en el día a día. Comencé a ver lo que uno no pensaría que podría pasar en la vida real. Y así me hice fuerte. ¡Ups! Olvidé presentarme...