Capítulo 48

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Seguí conduciendo al igual que Ace. Ni el cansancio ni el hambre pudieron apoderarse de nosotros. La verdad que hemos pasado por cosas peores, esto no es nada en comparación. Hicimos paradas sólo para echar gasolina. También nos quedábamos mirando un rato a Madison.

— Alan, los de aquí han despertado y dicen que tienen hambre. —me dice Ace por el teléfono.

— Yo también tengo hambre. —dice Hudson a mi lado.

— Tengo una idea. Vamos a parar aquí. —dije y paré el coche fuera de la carretera.

— ¿Cuál es la idea? —dice Ace asomándose por mi ventanilla.

— Primero diles a todos que vengan aquí. No tengo ganas de bajar del coche, me costó mucho subir.

— Vale.

Ace reunió a todos al lado del furgón.

— Chicos, sé que tenéis mucha hambre pero nosotros tenemos prisa. Así que, los que quieran comer se quedan aquí y se van luego con el otro furgón y los que no, se vienen en éste furgón, ahora. ¿Quién se viene? —les dije.

— Yo. Claro está. —dice Ace. Los otros hacían caras o murmuraban entre ellos.

— No tengo todo el tiempo para perder, díganme ya. —dije levantando un poco la voz.

— Nosotros no podemos hacer nada más por ella. Así que nos quedamos. —dice Patrice señalando también a Carson.

— Yo voy con vosotros. —dice Hudson— Pero cuando lleguemos me tenéis que invitar a comer. —asentí.

— Yo prefiero llegar a casa antes. —dice Frank y se sube al furgón.

— Nosotros nos quedaremos. 

— Pues vámonos. —dije.

Seguimos conduciendo. A veces hacíamos cambios entre nosotros.

(Muchas horas después)

Con en atardecer de fondo, por fin llegamos al hospital del refugio. Hank y Ethan no tardaron en aparecer con una camilla. Les seguimos y nos sentamos fuera de la habitación en la que la metieron.

— Deberías de irte a casa. —me dice Ace.

— Sé que no quieres que esté aquí pero no me iré sin más. A lo mejor por mi culpa está así pero yo aún la quiero. No me iré sin saber si aún no va a estar en éste mundo. Así que me quedaré en ésta silla hasta saber que está bien.

— ¡Cierra esa puta boca! —grita— ¡Todo esto es por tu culpa! —me pega un puñetazo haciéndome caer al suelo— ¿Por qué coño no pudiste estar atento?

— ¿La ex de quien la apuñaló? —le rete con la mirada.

— ¡Mierda! —grita y le da un puño a la pared— Por nuestra culpa joder. —intenté incorporarme.

— ¿Qué está pasando aquí? —dice Hank saliendo de la habitación.

— Nada. —dije.

— ¿Cómo se encuentra? —le pregunta Ace.

— Aún no ha despertado y no sabemos si lo hará. Pero lo que sí sabemos es que necesita silencio. Así que os pido que os vayáis a vuestra casa o sino os echaré yo a patadas de aquí. Mañana podéis venir a verla.

— ¡Chicos! —grita Thomas y viene a abrazarnos.

— Llevatelos. —le ordena Hank antes de volver a entrar.

— Ya habéis escuchado. —dice Thomas frotándose las manos— No estáis ayudando con nada estando aquí. Os vendría mejor una ducha y algo para comer. —los dos suspiramos. Ellos tenían razón pero aún así me quería quedar. ¿Y si despierta justo cuando nos vamos?— Vamos. —nos toma de las manos y tira de nosotros hasta el coche— He preparado comida, está muy buena. También limpié y ordene la casa mientras estabais fuera.

— Thomas, deja de hablar y llévanos a casa. —le dice Ace.

— También os vendría bien dormir un rato, estáis muy malhumorados.

Madison no te puedes ir así, necesito una explicación. Me quieres, también quieres a Ace pero besaste a otro. ¿Qué es lo que pasa por tu cabeza? Así que ni se te ocurra irte así sin más. No te lo permito.

Todo el camino hubo un gran silencio. Ahora empezaba a sentir todo el dolor, el hambre y el cansancio. Una vez llegados a casa, con tan sólo entrar, ya teníamos una sorpresa.

— ¡No puede ser! —dice Thomas mientras pone su mano en la boca y cae de rodillas.

— ¡La puta madre! —dije.

— ¿Quién es tan macabro por hacer eso? —dice Ace y Thomas se echa a llorar.

— ¿Quiénes son? —pregunté.

— Mis padres. —dice Thomas entre llantos.

Por lo visto, aún no podemos descansar. Teníamos delante una mismísima obra de arte, aunque muy macabra. Delante de nuestras narices había una pirámide con los libros de Thomas y en la cima estaban las cabezas de una mujer y un hombre, al parecer son los padres de Thomas. A los lados, en la parte baja, estaban las cabezas de los guardias que yo contraté. La idea que tuve de llevarlos lejos, por lo visto no fue muy buena. ¿Soy yo o últimamente la estoy cagando demasiado? Nada me está saliendo bien. ¿Pueden ir peor las cosas?

— Lo siento. —le dije poniendo mi mano en su hombro.

¡Ups! Una vida menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora