Capítulo 13

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Un perro me despertó ladrando en mi cara. Tenía unas tremendas ganas de meterle un puño.

— Cállate chucho, la vas a despertar. —le dice Carla al perro.

— Estoy despierta y ya puedes llevártelo o sino, ve haciéndole una tumba. —le dije malhumorada.

— Ok, ok. —me mira aterrorizada y se lo lleva— Vamonos, alguien despertó de mal humor.

Ya no podía dormir así que me levante de la cama, me puse la ropa que tenía ayer y baje.

— ¿Vas a comer aquí? —miré el reloj, eran las 09:56. Maldito perro.

— No, me voy.

— Vale. —me sonríe— Vuelve cuando quieras. 

— Nos vemos. —salí.

Antes de ir a casa, pasé por un fast food. Al llegar, la puerta de casa estaba cerrada por lo tanto toqué al timbre. Tardo lo suyo en abrirla.

— ¿Puedo pasar? —levante las bolsas con comida.

— Claro. —se sacude la cabeza. Fuimos a la cocina— ¿Desde cuándo eres tan madrugadora?

— Desde que un perro firmó su sentencia de muerte. —di un bocado a la hamburguesa.

— ¿Perro? ¿Dónde dormiste? 

— En casa de Carla. ¿Dónde pensabas? —reí.

— Ahora pensé que dormiste en la calle y ayer pensé que dormiste con —hace una pausa— otro.

— Se supone que tengo novio, debo serle fiel.

— ¿Aunque casi te matan si no fuera por mi?

— Sí pero si tu no hubieses venido seguramente yo hubiera hecho algo. Además gracias a él pasé la prueba.

— Lo sé pero me gusta tirarme flores.

— Ya lo sé. —reímos.

Al acabar de comer fui a darme una ducha y a cambiarme de ropa. Al bajar, Alan estaba hablando por teléfono.

— Sí, se lo diré. —cuelga.

— ¿Quién era? —le pregunte curiosa.

— K, tenemos misión.

— ¿Nosotros dos? —nos señalé.

— Y con don lento. —hace una mueca.

— Bueno, tiene otra oportunidad para demostrar lo que puede.

— Sí, estaré cerca por si las moscas. —sonríe mostrando sus dientes.

— Vale... —reí— ¿Cuándo es?

— En la tarde.

— ¿Te apetece entrenar?

— Claro.

Volví a cambiarme de ropa con algo más deportivo. Al acabar de prepararnos, dimos unas vueltas corriendo y después fuimos al gimnasio. Mientras entrenábamos, Alan, me contó en que consistía la misión. Básicamente teníamos que matar a tres delincuentes. Una vez acabamos el entrenamiento, fuimos al refugio y allí nos preparamos para la misión.

Alan

Cuando Marcus la vio, fue hacía ella para besarla pero Mad lo paró poniendo su mano en su pecho.

— Espero que esta vez lo hagas bien.

— Sí, tranquila. —se aleja de ella— K me dejo las cosas claras. —Muy bien hizo.

— Ya sabes entonces.

— ¿Vamos? —les dije desde la puerta.

— Vamos. —afirmó Mad.

Fuimos a un edificio muy viejo, sin ventanas, las paredes que aún seguían en pié estaban pintadas. Tuvimos que volver a separarnos aunque esta vez íbamos a estar atentos a la misión, sin volver a pelear por ella. Miré cada rincón y estuve atento a todos los detalles. En la parte en la que me tocó no encontré nada pero al tomar las escaleras, vi un rastro de sangre. La toqué para ver si llevaba mucho tiempo ahí. No es reciente. Tomé las escaleras e inspeccione la siguiente planta. En una de las habitaciones había alguien. Entré rápidamente y apunté a la persona.

— Uff, casi te mato. —bajamos los dos las pistolas ya que ella también me apuntó. Era Mad.

— ¿A mi me lo dices que iba a apretar el gatillo sin esperar? —reímos.

— En la parte de abajo no hay nada, sólo encontré un rastro de sangre que lleva a la parte de arriba. 

— Aquí tampoco había nada, ¿Marcus, tu has encontrado algo? —le pregunta.

Aún nada.

— Bueno, vamos para allá.

Subimos sigilosamente las escaleras pero un disparo hizo que nos alertáramos. Aceleramos el paso pero estando atentos. Al doblar una esquina lo vi, estaba en el suelo rodeado de un charco de sangre. Cuando Mad se puso a mi lado, le tape la boca con una mano y con la otra le tiré hacia atrás.

— No grites. —le susurre. No dijo ni hizo nada. Lentamente le quité la mano de la boca— Mírame —le levanté el rostro— No esta muerto, aún podemos salvarlo pero antes tenemos que acabar con los que están dentro. ¿Podrás hacerlo? —su rostro triste se volvió en uno enojado. Esto es un sí.

Sacó su otra pistola y dobló la esquina. Cuando reaccione ella ya estaba delante de la puerta. Comenzó a dar disparo tras disparo. Corrí hasta ella.

— Ya acabé. —dice sacando el móvil. Los mató a los tres. Estaba sorprendido pero no sé si es por Marcus o es por lo rápido que acabo con ellos. Una Madison enfadada es un peligro para todo ser humano, animal, planta u objeto.— Tenemos un herido en el viejo edificio 43. Manden rápido un médico. —para mi sorpresa habló tranquila. Se quitó la chaqueta y se la puso a Marcus en el lugar donde fue disparado. Tomó las manos de Marcus poniéndolas sobre la chaqueta— Aprieta fuerte. 

— Mad... —dice él con dificultad.

— No hables. Vas a morir y yo no voy a estar presente para verlo. —Marcus comenzó a negar asustado con la cabeza. Me acerqué rápidamente y apreté la herida. Madison se levanta y se va. Él levantó una de sus manos al aire en su dirección para que no se fuera pero ella ni siquiera se volteó.

— Resiste, tío. —apreté más fuerte. Me tomó del cuello de la camiseta con una de sus manos acercándome.

— La quiero. —dijo casi inaudible— Cuídala. —me suelta y justo llega Ethan y otro médico.

— De aquí nos encargamos nosotros. — dijo Ethan poniendo su mano sobre las mías.

Me levante y salí del edificio en busca de Mad. Vi que el coche aún seguía ahí así que debería de estar cerca. Después de buscarla un buen rato, la encontré. Estaba con una botella de whisky en la mano. Hm, esa es la que tenía en el coche.

— Dijo que te amaba. —me senté a su lado.

— Lo sé. —toma un trago— No le pude corresponder en el amor pero ¿sabes qué? —me extiende la botella— Me di cuenta de que siento algo por alguien. —mi cara se descompuso totalmente.

— ¿T-te gusta alguien? —balbuceé.

— Sí. —Si estuviéramos en otro momento vacilaría con esto pero ahora no era el momento más indicado para hacerlo.

— ¿Estás bien? —tomé un trago.

— Sí, ya no me afectan las muertes después de tantas. Además, él fue mi amigo y un supuesto novio pero no me fue un ser tan querido.

— Entiendo. —tomé un gran trago y le entregué la botella.

Estuvimos ahí hasta acabar la botella. Mientras Ethan vino y nos confirmó su muerte. En el coche, Mad, se quedó dormida. Después de beberse casi una botella estaba más que claro. La llevé hasta la cama en brazos, me di una ducha y me tumbe a su lado.

¡Ups! Una vida menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora