Capítulo 41

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— Muchos recuerdos trae esa piedra. —dice Ace sacándome de mis pensamientos.

— Pues sí.

— Aún están las gasas ahí.

— ¿Te acordaste?

— ¿Cómo olvidarlo? —me da un beso— Ven, haber si esto te alegra el día.

Alan

Antes parecían estar enojados y ahora no paran de besuquearse. La lleva hacia el furgón, abre una caja y su cara al ver lo que había dentro cambió por completo. Era una de felicidad y maldad a la vez. Pero esa cara cambió cuando me miró y al poco tiempo me di cuenta cual fue la causa de eso, la causa estaba a mi lado. Patrice.

— ¡Coño Alan, escúchame! —me dice Patrice dándome un codazo. Pegué un pequeño salto.

— ¿Qué quieres? —la miré.

— ¿No has escuchado nada de lo que te dije?

— No.

— Eres increíble. —rodea los ojos.

— Lo sé. —me levanté y me fui.

— ¿Pero qué? —dice ella tras de mí.

Fui hacia Ace y Mad.

— ¿Qué hay nuevo? —dije.

— Nuevas armas. —me contesta Ace.

— Una belleza de armas. —dice Mad con un brillo en los ojos. 

— Deberías de no darle ninguna de éstas. —le dije a Ace.

— ¿Por qué? —me da un codazo Mad.

— Serías una bestia imparable. —reímos.

— Eso es bueno y será lo que haré.

Stan llama a Ace y éste se va. Los dos nos quedamos callados mirando las armas.

— ¿Te pasa algo conmigo? —me dice ella.

— No, ¿qué puede pasarme? —la miré de reojo.

— No sé, ya no me hablas y creo que me estás evitando.

— ¿Qué quieres que me pase contigo realmente? —le pregunté pero sin dejarle responder— Si tu y yo no somos nada. —le dije con demasiada frialdad. 

No quería decirle eso pero se me salió aunque es la verdad. Ahora me da unas señales, ahora me da otras o a lo mejor sólo me lo estoy imaginando y realmente no es nada. Se gira para verme a los ojos.

— Sólo quería... —la interrumpí.

— ¿El qué querías? El amor es una perdida de tiempo, se me acabaron las ganas de luchas por algo inexistente. —me di la vuelta y me fui, sin saber a donde iba.

— Alan, ven. —me llama Ace.

— Dime. —le dije al acercarme.

— ¿Te contó algo?

— ¿Quién?

— Mad.

— ¿Sobre? —se queda un poco pensando y luego se acerca a mí.

— Se besó con alguien. —me dice susurrando.

— ¿¡Qué!? —dije sorprendido.

— ¿Sabes? Mejor olvídalo. —se va.

Me giré hacia Madison. ¡Mierda, mierda, mierda! La acabo de cagar y mucho. Ahí tenía la puerta abierta y la acabo de cerrar con pestillo y todo. No, espera, ¿se besó con otro? Pues que se quede con él. Si quiere algo conmigo que me busqué. Me acaba de decepcionar y mucho.

Madison

¿Me dice todo eso y se va? Ni me dejo hablar. Nunca lo sentí tan frío o por lo menos no lo fue conmigo. Creo que se acabó cualquier tipo de amistad con él pero ya no puedo hacer nada. Uno intenta arreglar las cosas y mira lo que pasa. Esto no puede quedar así. Fui hacía él, por lo visto estaba parado, mirándome. Le miré mientras iba hacia él.

— ¿Llevaste lo que necesitabas al furgón? —me para Ace. Mire a Alan y luego dirigí mi mirada hacia Ace.

— Sí, bueno, no tenía nada.

— Vamos a ir delante, junto a Stan. —volví a mirar a Alan, estaba con Patrice.

— Eh, vale. —sacudí la cabeza y me centre en Ace.

— ¿Estás bien?

— Sí, sí. —le sonreí.

— Vale. —me mira raro.

Oí una explosión y al instante mis oídos pitaban y mi visión se volvió blanca. ¿Estoy muerta? ¿Esto es la muerte? Segundos después todo cobró sentido. La vista volvió y vi a Bobby riendo a carcajadas. Maldito gilipollas. Quería decirlo en voz alta pero estaba algo aturdida. Miré alrededor, los otros intentaban incorporarse menos Alan que estaba tirado en el suelo. Me moví hasta él cómo pude. Lo sacudí unas cuantas veces pero nada.

— ¡Traigan la inyección de Alan! —grité.

Acto seguido, Hudson, ya se la estaba inyectando. Giré mi cabeza hacia Bobby y le miré mal, él observó eso. Me dirigí hacia él.

— Espera, espera. —va retrocediendo.

— Cómo vuelvas a tirar una aturdidora te arranco la cabeza. No estamos para tus bromitas. —aún estaba yendo hacia él.

— Sólo fue una pequeña broma o no. A lo mejor estás muerta. —se pone serio.

— Vamos a comprobarlo. —le di un puño— Aún no he muerto pero tu sí. —volví a acercarme a él pero alguien me paro tomándome de la mano. Me giré, era Victor— No me digas que no se lo merece.

— Sí pero lo necesitamos vivo no muerto. —me suelta.

— Bueno, lo que tú digas. —me di la vuelta para ir con Ace hasta que escuché un golpe tras mía, volví a darme la vuelta. Bobby estaba en el suelo con un chorro de sangre saliendo de su nariz— Con que lo necesitábamos. —reí.

— Se lo merecía. —sonríe.

Fui con Ace, parece que éste se asustó más de lo necesario. También fui a ver como estaba Alan pero me respondió frío y seco. No se librará tan fácil de mí. Nos quedamos una hora y después nos pusimos en marcha.

Acercándonos a la zona, fueron muy lento para hacer el menor ruido posible. Nos metimos en un hueco que había en una roca. Al salir del furgón cada uno hizo lo que Ace ordenó. A mí me toco sacar algunas cajas mientras ellos colgaban una malla de camuflaje. Era casi de noche pero ya estaba oscuro y hacía mucha calor. Al acabar con lo que nos ordenó, hicimos un circulo y Alisha repartió la ropa que teníamos que ponernos junto al chaleco antibalas.

— Cada uno que vaya preparando sus cosas. —dice Ace una vez vestidos— ¿Estáis listos?

— Sí. —dijimos bajito.

— Pues manos a la obra. —nos esparcimos por todo el pequeño lugar.

¡Ups! Una vida menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora