Capítulo 1

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Un sonido muy molesto nos despertó.

— Apaga esa mierda —dijo Alan dándose la vuelta.

— Voy —me giré para apagar la alarma y luego volví para abrazar ese cuerpo desnudo—. Vamos a divertirnos otro día más.

— Eso sin dudarlo. 

Para nosotros, la universidad, era un divertido pasatiempo. Ni siquiera teníamos que estudiar. Íbamos sólo para que la gente no sospechara y también para averiguar algunas cosas. Cada uno del bando íbamos a una clase diferente, como alumno, profesor y también limpiador y cocinero. Estábamos repartidos por todos los lados de las ciudades. El sonido del móvil hizo que Alan gruñera

— Contesta de una vez.

— Es el tuyo, imbécil.

— ¿Qué tenemos para hoy? —dijo al contestar y lo puso en altavoz.

— Primero quería recordarte que mañana te mudas —Cada final de mes se mudaba por si alguno nos encontraban— y hoy tienen otra misión.

— Ni un descanso —gruñí por lo bajo pero me escucho.

— Os aguantáis —tan amable como siempre—. La misión es difícil así que serán acompañados del equipo del Sector F. 

Los que estaban en ese sector tenían la mejor puntería y utilizaban diferentes sustancias que te provocaban la parálisis, te dormían y muchas otras cosas.

— Tienen que acabar con John Thun, es jugador de fútbol americano por lo tanto irán cuando este entrenando. 

— ¿Sólo acabar con él?

— Sí, ustedes solo se ocuparán de esa parte la otra parte se la encargare a otros.

¿Y que hizo ese capullo? —dije curiosa. Me gustaba saber que locuras hacían cada uno.

— Tiene un almacén fuera de la ciudad con personas secuestradas con las que se divierte y al final las mutila.

— ¿Salvarán a los que estarán ahí dentro? 

—Claro, mandé un equipo allí antes de llamaros. Basta de charlas, prepárense para la universidad.

— A sus ordenes jefe —dijimos los dos y colgó.

— Vámonos —dijo dándome un corto beso y se levanto.

Nos vestimos y cada uno tomó su coche. La gente no sabía que nos conocíamos. Es más, saben que nos odiamos. Al llegar a la universidad, aparque el coche y entre. Al dirigirme a mi clase vi a Thomas tomando sus libros de la taquilla. Desde que llegué aquí, cada día lo molestaba. Era buen chico pero me encantaba cuando se ponía nervioso. Me acerqué a él y me eché en las taquillas.

— Buenos días, Thomas —ya comenzó a temblar.

— Buenos días —dijo balbuceando— ¿Qué necesita?

— Nada, solo vine a saludarte ¿o no puedo?— puse cara enojada— ¿Me estás diciendo lo que tengo que hacer? —dije con voz rabiosa y tomándolo de la camiseta.

— No, no —su temblor era tan evidente además de tener la cara roja—. Lo siento.

— Te perdono —le sonreí y seguí mi camino.

La primera hora me divertí mucho. Todo el rato le llevaba la contraria al maestro. Al salir de la clase para dirigirme a la siguiente, paso un chico por mi lado que me miro atentamente sin desviar la mirada. De inmediato le mandé un mensaje a Carla, porque era de su clase, describiéndolo. Carla era otra integrante de nuestro bando, llevaba menos tiempo que yo pero era buena. No llegué a conocerla muy bien sólo por el simple hecho de que no me interesaba hacer amistad ni conocer a la gente. Ella me contestó enseguida: "Es de mi clase. Hace tres semanas que su comportamiento ha cambiado muchísimo. Se llama Sebastian ¿Hizo algo?" Le contesté: "Nada. Mantenlo observado y si ves algo raro avísame". Su respuesta fue corta: "Vale". Las siguientes dos horas pasaron rápido y ahora me dirigía al comedor. Me senté con "mis amigos".

¡Ups! Una vida menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora