Capítulo 22 (Especial)

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Madison

Repartí la carne a cada uno, claro esta que a Alan y a mí, nos puse más. No creo que Thomas coma mucho, no por ahora.

— ¿Volverás a dormir con él? —dice Alan mientras come.

— No sé... —alargue— ¿Quieres que duerma contigo? —le acaricie el pié por debajo de la mesa.

— Haz lo que quieras, dormí muy bien solo. —retira su pié.

— Y tú Thomas, ¿cómo dormiste conmigo?

— Bien. —mira su comida. Mi móvil suena, era K.

— ¿Diga? —lo puse en altavoz.

— Tienen misión.

— ¿Yo también? —dice Thomas nervioso.

— ¿Eres idiota? —Alan le da una colleja— ¿Cómo vas a ir en este estado? Si necesitas una sirvienta. —me mira. Reí. Era una indirecta hacia mi pero me hizo gracia. Aunque no entiendo su comportamiento, él se llevaba bien con Thomas.

— Callen. Dejen lo que están haciendo y vayan al refugio, al viejo refugio por si nos hemos dejado algo. Eso de que Kate fuera de otro bando nos pillo de imprevisto.

— Ahora vamos. —gruño Alan.

— ¿Sólo nosotros? Son muchos sectores.

— No, con vosotros dos seréis 30.

— ¿Tantos? —dije sorprendida.

— ¿Ahora te quejas? En fin, es más seguro así. Vayan, antes de entrar se tienen que reunir. —cuelga.

— Vamos. —dice Alan. 

— ¿Siempre hacen eso? —dice Thomas riendo y nos señala. Alan y yo nos miramos uno al otro. Los dos teníamos una chuleta en la mano. 

— El hambre es algo que tenemos todo el rato y a veces hacemos cosas que ni nos damos cuenta. —muerde la chuleta y se va. Le seguí.

Tomamos nuestras armas y nos fuimos hacia el refugio en el coche de Alan. Una vez allí, nos repartimos en 10 grupos, en cada uno 3. Para mi sorpresa, Alan, no quiso hacer grupo conmigo. Cada vez más raro. No lo entiendo.

— Esto es muy aburrido. —le di una patada a una caja.

— Sí, que rollo que nos haya mandado a nosotros. —dice Peter. Él está en el Sector D, es algo mayor pero muy bueno en lo que hace.

— Es vuestra culpa por haber traído a esa puta. —se queja Randy. Está en el mismo sector, da miedo con tan sólo verle. Nadie quiere tener problemas con él pero entre esos "nadie" no estoy yo.

— Cállate, nadie murió bueno, sólo ella. —reí.

— Acabemos con esto, ¿si? —dice Peter. Bufamos los dos.

— ¡No se muevan! —grita un hombre. Nos dimos la vuelta. Entraron 7 personas con pasamontañas, todos apuntándonos.

— ¡Al suelo! —grita otro.

¿Qué coño está pasando?  Disparos y gritos se oían por todos lados. Hicimos lo que nos dijo. Con la pistola en la cabeza nos llevaron a una furgoneta. Pude ver a muchos del bando menos a Alan. Nos pusieron esposas, nos vendaron los ojos y taparon nuestras bocas con cinta adhesiva. Antes de que me tiraran a la furgoneta conseguí darle una patada en los huevos. Se metieron con la persona equivocada. No sé cuanto tiempo estuvimos ahí metidos pero fue más de una hora. Al sacarnos nos metieron en algún lugar, lo sentía por el frío.

— Mételos juntos. —me empuja.

— Los primeros en morir. —dice uno y el otro ríe.

— ¿Por qué a ti te pegó una chica y a ti te consiguieron hacer el lio? —vuelve a reír.

— Cierra la puta boca. —me vuelve a empujar pero esta vez me tropiezo y me doy con la cabeza de algo.

Intenté insultarle pero me fue imposible con la cinta en la boca. Me ata a otra persona y me quita la venda de los ojos. Estaba en un lugar pequeño, con ratas muertas y mugre por todos lados.

— Tendrán una muerte lenta. —ríe el otro. Escuché que le quito la cinta de la boca al que tenía a mi espalda. Quitamela a mí y verás. Y así hizo, de un tirón me la quitó. Dolio un poco.

— ¡Hijo de puta! ¡Ya verás cuando salga de aquí! —grité.

— Se veía mejor con la boca tapada. —se acerca a mí y acaricia mi labio— A lo mejor me divertiré un poco contigo antes de que seas un engendro. —le escupí.

— Si te pillo te cortare la mano y te la meteré por el culo hasta que te salga por la boca. —se levanta limpiando mi escupido.

— Ya veremos quien se la mete a quién. —ríe y salen los dos, dejándonos solos. Giré mi cabeza para intentar ver quien era la otra persona. No lo conseguí, ni se movía.

— ¿Estás bien? —le di un codazo.

— Sí. —sonreí por lo bajo— Ni aquí puedo escapar de ti.

— Nunca te vas a librar de mí. —apoyé mi cabeza en él. Nos callamos los dos— ¿Alan?

— Dime.

— Creo que ésta vez vamos a morir.

— Lo sé, será tarde cuando se den cuenta que faltamos. —volvimos a callarnos— Preferiría morir sin ti. —murmura.

— ¿Qué coño te pasa, tío? Estas muy raro y no entiendo tu comportamiento.

— Nada.

— ¡Dime! —grité.

— Ya me entró dolor de cabeza.

— ¡Qué me digas! —volví a gritar.

— ¿Qué pasa aquí? —entra en la habitación un hombre lleno de tatuajes— ¿Por qué gritas? —se pone de cuclillas delante mía.

— No te importa. —le dije.

— ¿A no? —mira mis zapatillas— Qué bonitas. —¿Enserio? Me quita la zapatilla del pie izquierdo y luego me saca el calcetín— Esto es para que dejes de gritar. —saca del bolsillo un alicate. Pilla mi dedo pequeño y lo estruje hasta que la sangre comenzó a salir. Grité lo mas fuerte que pude, dolía mucho— Deja de gritar. —suelta pero vuelve a apretar haciéndome gritar de nuevo. Intenté aguantarme gritando dentro de mí.

— Ya, dejo de gritas, es suficiente, ¿no? —dice Alan cabreado.

— No, pero si vuelve a gritar, me ocupare de sus otros 19 dedos sobrantes. —se levanta y se va.

— ¿Estás bien? —no hablé. ¿Cómo voy a estar bien después de lo que me acaban de hacer? ¿Es idiota o se hace?— Perdón, es por mi culpa. —Claro que lo es. Otro buen rato sin hablar— ¿Mad?

— ¿Hm?

— Lo siento.

— Ya lo has dicho antes.

— Esta vez no es por eso.

— ¿Entonces?

— Siento haber sentido algo más por ti. —tragué saliva.

— ¿Te arrepientes?

— No pero sí. Sí porque me duele verte con otro y ya no eres como eras antes conmigo. Y no porque es una sensación muy —piensa— ¿bonita?

— Entonces yo también lo siento.

— ¿Por qué?

— Porque no sé lo que tengo que hacer con estos sentimientos, nunca los sentí y tengo miedo de si me dejo llevar, perderte.

— ¿Me quieres? —susurra.

— Creo que sí. —le susurre.

— Contéstame a una pregunta.

— Vale.

— ¿Qué hicieron en la habitación? 

¡Ups! Una vida menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora