Capítulo 19

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Me tiré en la cama y encendí la radio. Salió una canción que me hizo pensar.

— Joder. —la tomé y la estalle contra la pared. Por lo menos le dije lo que siento. Ahora todo depende de ella.

Volví a bajar a la cocina para comer ya que antes me encontré con un fantasma.

Madison

No, no puede quererme. Escuché ruido en la cocina. Tengo que hablar con él además, tengo hambre. Baje a la cocina y le vi de espalda. Me acerqué y lo abracé por detrás. ¿Por qué lo hice? Ni idea, salió.

— No quiero que me quieras. —le dije.

— Uno no controla lo que siente, ¿sabes? —agarra mis manos.

— Perdí a todos los que quise y no quiero perderte a ti también. —se da la vuelta y toma mi rostro.

— No me vas a perder. 

— Bueno, no soy de ponerme sentimental así que, ¿qué preparaste para comer? —se echa a reír a carcajadas.

— No cambiaras. Siéntate anda.

Me senté y él me sirvió la comida. No hablamos del tema, lo que me gustaba. Demasiado amor estos días. Al acabar de comer subimos a la habitación y nos pusimos a dormir.

— Por fin dormimos. —dije acomodándome en la cama.

— Sí, fue un día muy largo.

— Buenas noches.

— Buenas noches. —me abraza.

Al siguiente día la alarma nos despertó.

— Un nuevo día para divertirse. —me adelante y entré primera al baño cerrándole la puerta en la cara.

— ¿Gracias? —dice entrando.

— Te mueves como un viejo.

— Mira quien habla: la vieja amargada. —me reta con la mirada.

Nos preparamos para ir mientas nos decíamos todo tipo de cosas. Una vez llegados a la universidad, fui a mi primera clase en la que me quedé dormida, en las dos siguientes le decía alguna de mis replicas al maestro o le hacía preguntas para perder el tiempo. En el comedor me senté con mis supuestas amigas.

— ¿Viste que bueno está el nuevo? —pregunta Hanna.

— Sí, hablé un poco con él. —le responde Jessica.

— ¿Qué te parece Mad? —me pregunta Tina.

— No le vi. Tendrán que presentármelo. —dije.

— Pero es mío. —me dice Jessica mientas me mira mal.

— Eso ya lo veremos. —le dije. Me va a decir ésta lo que tengo que hacer. Alguien me toca el hombro. Me di la vuelta, era Thomas.

— ¿Puedo hablar un momento contigo? —dice un poco tímido.

— Siéntate con nosotras Thomas, no tengas vergüenza. —le dice Tina intentando seducirlo con su estupidez.

— Cállate Tina. —me levante y le seguí fuera del comedor— ¿Qué pasa? —me acerqué a él.

— Necesito tu ayuda. —mira hacia abajo. Se veía preocupado.

— ¿Cómo puedo ayudarte?

— Tengo una amiga y... —hace una pausa— está en problemas.

— ¿Y por qué no la ayudas tú?

— Sé que soy hombre y tu una mujer pero eres más ruda que muchos y los tienes bien puestos. 

¡Ups! Una vida menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora