Me tiré en la cama y encendí la radio. Salió una canción que me hizo pensar.
— Joder. —la tomé y la estalle contra la pared. Por lo menos le dije lo que siento. Ahora todo depende de ella.
Volví a bajar a la cocina para comer ya que antes me encontré con un fantasma.
Madison
No, no puede quererme. Escuché ruido en la cocina. Tengo que hablar con él además, tengo hambre. Baje a la cocina y le vi de espalda. Me acerqué y lo abracé por detrás. ¿Por qué lo hice? Ni idea, salió.
— No quiero que me quieras. —le dije.
— Uno no controla lo que siente, ¿sabes? —agarra mis manos.
— Perdí a todos los que quise y no quiero perderte a ti también. —se da la vuelta y toma mi rostro.
— No me vas a perder.
— Bueno, no soy de ponerme sentimental así que, ¿qué preparaste para comer? —se echa a reír a carcajadas.
— No cambiaras. Siéntate anda.
Me senté y él me sirvió la comida. No hablamos del tema, lo que me gustaba. Demasiado amor estos días. Al acabar de comer subimos a la habitación y nos pusimos a dormir.
— Por fin dormimos. —dije acomodándome en la cama.
— Sí, fue un día muy largo.
— Buenas noches.
— Buenas noches. —me abraza.
Al siguiente día la alarma nos despertó.
— Un nuevo día para divertirse. —me adelante y entré primera al baño cerrándole la puerta en la cara.
— ¿Gracias? —dice entrando.
— Te mueves como un viejo.
— Mira quien habla: la vieja amargada. —me reta con la mirada.
Nos preparamos para ir mientas nos decíamos todo tipo de cosas. Una vez llegados a la universidad, fui a mi primera clase en la que me quedé dormida, en las dos siguientes le decía alguna de mis replicas al maestro o le hacía preguntas para perder el tiempo. En el comedor me senté con mis supuestas amigas.
— ¿Viste que bueno está el nuevo? —pregunta Hanna.
— Sí, hablé un poco con él. —le responde Jessica.
— ¿Qué te parece Mad? —me pregunta Tina.
— No le vi. Tendrán que presentármelo. —dije.
— Pero es mío. —me dice Jessica mientas me mira mal.
— Eso ya lo veremos. —le dije. Me va a decir ésta lo que tengo que hacer. Alguien me toca el hombro. Me di la vuelta, era Thomas.
— ¿Puedo hablar un momento contigo? —dice un poco tímido.
— Siéntate con nosotras Thomas, no tengas vergüenza. —le dice Tina intentando seducirlo con su estupidez.
— Cállate Tina. —me levante y le seguí fuera del comedor— ¿Qué pasa? —me acerqué a él.
— Necesito tu ayuda. —mira hacia abajo. Se veía preocupado.
— ¿Cómo puedo ayudarte?
— Tengo una amiga y... —hace una pausa— está en problemas.
— ¿Y por qué no la ayudas tú?
— Sé que soy hombre y tu una mujer pero eres más ruda que muchos y los tienes bien puestos.
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¡Ups! Una vida menos
AksiDespués de la muerte de mis padres, deje de ver la vida de esa manera. Conocí a Alan, compañero en mis misiones y en el día a día. Comencé a ver lo que uno no pensaría que podría pasar en la vida real. Y así me hice fuerte. ¡Ups! Olvidé presentarme...