Capítulo 40

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Alan

Al despertar me dolían todos los huesos por el suelo tan duro. Miré a mi costado y vi la plaga que tenía al lado. Por lo visto tenía calor ya que estaba medio desnuda. Salí de la tienda y me estire un poco. Vi a Mad tumbada en el capó del coche. Me dirigí hacia Hudson que estaba arreglando no sé que cosa.

— Ve a hablar con ella. —le dije.

— ¿Otra vez? Ve tú. —se queja. La mire.

— Ya te dije que no.

— Bueno... —alarga.

— Iré a lavarme los dientes. Luego vienes y me cuentas.

— Vale.

Se va hacia ella y yo mientras tomé mi cepillo y la pasta de dientes. Los miré todo el rato mientras hablaban. Hudson a veces la tocaba. Te arrancare esas manos.

— Está muy sexy ahí tumbada, ¿no? —dice Bobby apareciendo de la nada.

— En cualquier posición lo está.

— Oh pervertido. —se muerde el labio.

— Quita esa cara o te la quitaré yo. —le amenace.

— Una pena que no supiste aprovechar la oportunidad de estar con ella. —dice antes de desaparecer.

Miré a los lados y no le vi hasta que volví a mirar a Mad, ahí estaba, con ella y con Hudson. Malditos gilipollas, para que les dije. Escupí y al darme la vuelta golpeé a Patrice sin querer y ésta calló al suelo.

— ¡Buena esa Alan! —grita Madison. La miré rodeando los ojos.

Así que, discretamente, me está mirando. Me hice el duro y no le hice caso. Fui a ayudar a Carson a desmontar alguna de las tiendas.

— Una pena tirar todas éstas tiendas. —dice él.

— ¿Las tiraremos?

— Sí, dijo Victor que a la vuelta no vamos a parar. Así que no las necesitamos. Cuantas menos cosas mejor, ¿no?

— Sí. —saqué de la tierra un hierro y casi me caigo.

— Oye, ¿no sabes lo que hay ahí dentro?

— ¿Dónde?

— En el lugar de la misión.

— No, ¿por qué?

— Siempre nos dan detalles de las misiones y ésta vez nada. —me encogí de hombros.

— Sólo sé que es una misión complicada.

Seguimos desmontando las tiendas e íbamos despertando a los que habían dentro. Deanna y Tarek se ocuparon de la comida. Al acabar con todo, comimos y luego seguimos nuestro rumbo al segundo punto de encuentro. Madison seguía en su mundo sin hablarme. Si ella no lo hace yo tampoco lo haré. Y eso que estábamos uno al lado del otro. Subí el volumen de la música para entrar también en mi mundo. A lo mejor así nos encontramos.

Madison

Miraba de reojo a Alan. No sé en que está pensando. Seguramente en la noche que pasó con Patrice. Está mañana la vi casi desnuda sin querer, aún no puedo quitarme esa imagen de la cabeza. Esa mujer necesita una cirugía urgente. ¿Debería hablarle? No, mejor que lo haga él. Cerré los ojos para dormir un rato. Así pasa el tiempo más rápido y dejo de pensar en el que tengo al lado además, no pude pegar ojo anoche. Unos gritos me despertaron junto a una sacudida.

— Mad, hemos llegado. —me dice Alan. Abrí los ojos y estaba a pocos centímetros de mí.

— ¿Ya? —me separé de él. Tenía mi cabeza apoyada en su hombro. No sé como he llegado ahí. 

¡Ups! Una vida menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora