Capítulo 63

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(5 meses después)

Hoy fue un día muy cansado además de que Henry estaba muy enfermo y tuve que hacerlo todo, mas estar con él ya que sólo quería de mis cuidados.

— Hola a ti también. —me dice Hudson al subir las escaleras. No le había visto.

— Hola. —seguí subiendo.

— ¿A dónde vas? ¿No vas a cenar?

— Sólo quiero darme una ducha y tirarme en la cama. Estoy muerta.

— Ah bueno. —mira al suelo.

— ¿Estás bien? —le pregunte.

— Sí.

— ¿Seguro? Si tienes algo que decirme dímelo ahora, no tengo ganas de adivinar.

— No, todo está bien. —dice con un tono duro.

— Lo siento. —cerré los ojos— Iré a ducharme. —seguí subiendo. Si seguía ahí un segundo más, la iba a liar.

Mientras me duchaba, podía oír mi móvil sonar sin parar. Me duché lo mas rápido posible y miré a ver quien llamaba tan desesperadamente. Era Cecily, del trabajo.

— ¿Qué pasó? —le pregunté cuando me contestó.

¡Ven ahora mismo al hospital! Henry está peor que antes.

— Ahora voy. —colgué.

Me vestí rápidamente con lo primero que pillé y fui a toda velocidad al hospital. Pregunté en recepción por él pero esas mujeres se movían mas lento que todo. Podría haber hecho un maratón hasta que me dijeron. Al llegar a la habitación, Cecily y otra chica estaban en la puerta muy preocupadas.

— ¡Por fin! No para de preguntar por ti. —dice un poco aliviada.

— ¿Qué tan mal está? —pregunté. Su cara se entristeció.

— Los médicos dicen que va a... —se calla. 

Asentí intentando asimilar la noticia. Suspire y entré.

— Henry, ¿cuántas veces te dije que tienes que ser fuerte? —intenté sonar lo mas tranquila posible.

— Ven, ven a mi lado. —carraspea. Me tumbe a su lado, poniendo mi cabeza en su pecho con cuidado.

— ¿Te duele? —intenté aguantar las lágrimas.

— Ya no siento nada. —acaricia mi cabeza.

— No puedes irte y dejarme sola en éste mundo tan miserias.

Me encariñe mucho con Henry. Aún con su edad, parecía un adolescente. En tan poco tiempo se convirtió en mi mejor amigo junto con Betty. Ellos eran lo único que me quedaba y me daban la fuerza para continuar. Además, me hacía el trabajo mucho mas fácil bueno, sus historias me distraían y hacía que pasara mas rápido el tiempo. Hasta puedo decir que, aparte de ser mi amigo, parecía ser como mi abuelo, me recordaba mucho a él. ¡No puedo creer que muera! ¡Yo le necesito! Él es mi pilar, él era la razón por la que yo reía cada día. Las lágrimas comenzaron a salir.

— No estás sola, tienes a tu compañero y a Betty.

— Pero yo te necesito a ti.

— Estaré siempre contigo. —comienza a toser— Tú te has ganado un lugar en mi corazón y quiero agradecerte todo lo que has hecho por mi. Creo que he sido un viejo muy pesado. —intenta reír pero vuelve a toser.

— ¡No digas eso! Has sido lo que necesitaba, no sé que haré sin ti.

— Puedes empezar por ir con aquél chico ¿Alan? —asentí— Alan. No sé las cosas que te impiden ir con él pero en el amor, todo eso, poco importa. —vuelve a acariciar mi cabeza— Pequeña, tienes que ser feliz, tienes que luchar por eso. ¿Me lo prometes?

— Te lo prometo.

— ¡Ah! Recordé algo. Debajo de mi cama hay una maleta llena de paquetes de cigarros, son de Floyd. No le hacen bien y se los fui quitando todo éste tiempo. Tíralos todos y ya les dije a los demás que mis cosas te pertenecen. Quédate con lo que quieras y lo demás tíralo.

— Henry, ¿hay algo más que pueda hacer por ti? —me limpié las lágrimas.

— No, tu eres todo lo que necesito ahora. ¿Comiste algo? Porque no creo que te dio tiempo de nada. —su voz cada vez iba a peor.

— Sólo me di una ducha. ¿Tú comiste algo? ¿Te traigo algo? —me levanté para mirarle pero él tenía la mirada perdida— ¿Henry? —no contesto. Mis lágrimas comenzaron a salir sin parar— ¡Noo! —grité.

— ¿Qué pasó? —dijo Cecily entrando en la habitación.

— Se fue. —le cerré los ojos, le di un beso en la frente y me fui sin decir nada más.

Sentí como un pedazo de mi se rompió. ¡Joder! ¿Por qué a mi? Te necesito tanto a mi lado, ahora más que nunca. ¿Y si Henry tiene razón y debería de ir con Alan? Las lágrimas aún seguían cayendo. No lloré tanto desde hace muchos años. Olvidé que esto podía doler tanto.

Al llegar a casa, subí a mi habitación y me senté al lado de la cama. Por lo visto Hudson no estaba en casa. Tenía mi móvil en la mano y no sabía realmente lo que estaba haciendo. Marqué su número y lo llamé.

—¿Diga? —dijo él con su extrañable voz— ¿Quién es? Podría estar un día entero así pero si no hablas no me ayudas con nada. —colgó al ver que no decía nada.

Fue increíble volver a escuchar su voz, hasta me sacó una sonrisa. Ha sido como una droga para mis oídos pero creo que empeore las cosas ya que ahora lo necesito más que antes. No pude decir nada, mi voz no quiso salir pero por mi cabeza pasaban miles de cosas para decirle. Un portazo hizo que pegara un pequeño salto del susto. Unos pasos fuertes se acercaban a mi habitación.

— ¡Todo esto es por tú culpa! —me grita Hudson. Podía ver su rostro enojado por la poca luz que había en el pasillo. 

— ¿Qué ha pasado? —dije sin entender nada.

— ¿Qué ha pasado? ¡Estar ese día en el hospital contigo, eso a pasado!

— No te entiendo.

— ¡Claro que no lo entiendes! Pillé a Amelia con otro chico por tu culpa. —dice antes de cerrar la puerta dando un portazo.

Me tumbe en la cama y seguí ahogando mis penas.

¡Ups! Una vida menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora