Capítulo 23

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Aviso: Este capítulo no es recomendado para personas muy sensibles.

* * * * *

— Le di un beso, sólo uno.

— ¿Por qué lo hiciste?

— Quería que dejara de ser tan tímido además, me conoces, él no se podía mover y yo podía hacerle lo que quisiera. —dos hombres entraron en la habitación, nos desataron y nos sacaron.

— ¿Último beso antes de morir? —dice Alan en un susurro por el pasillo. Asentí.

Dicho esto los dos levantamos nuestro pie hacia atrás, golpeándoles. Nos dimos la vuelta. Le di otra patada en la cara al que tenía delante. Alan se ocupó del otro. Le pillé entre mi brazo y antebrazo, apretándole fuerte. Ponía resistencia pero ahí entro Alan en acción, por lo visto consiguió cortarle el cuello al otro. Le metió el cuchillo en el estómago y tiro de el hacia arriba. Al sacarlo, todas sus tripas salieron fuera. Lo solté y el cayó hacia adelante. Nos acercamos uno al otro.

— Último beso antes de morir. —dije antes de cortar toda la distancia que había entre nosotros. Un tierno beso, como sólo él sabe darme.

— ¡Pillen a esos! —gritan por el pasillo. Nos dejamos atrapar. No teníamos escapatoria.

— Ahora vais a recibir lo que os merecéis. —ríen.

Nos llevaron a una sala muy grande, con muchas sillas. Parecía el lugar donde torturaban a la gente. Por lo visto fuimos los últimos en llegar.

— Acaban de matar a dos de los nuestros. —dice el que sujetaba a Alan.

— Tráelos aquí. —dijo un señor mayor que había de pie en el centro de la sala. Nos ataron a las sillas que estaban en primera fila y nos taparon la boca— Ustedes dos, ni cuando van a morir no se están quietos pero bueno, eso ya no importa, morirán de la peor forma. —comienzan a reírse todos— Oh, perdón, déjenme presentarme. Me llamó Nicholai y éste —señala al rededor— es el Bando de N, es decir, mio. —se señala alagado. Mejor pégate un tiro— Basta de charlas, empecemos. —hace unas señas a los que estaban en la parte de atrás.

Trajeron a uno de nuestro bando hacia delante, lo tumbó en el suelo y le pusieron un saco en la cabeza. Nicholai se fue detrás de una mesa inclinada, no podía ver lo que había en ella. Tocó algo y ahí me di cuenta en lo que estábamos metidos y lo que nos iba a pasar. Una gran placa de hierro cayó encima de él. Su cuerpo se hizo pedazos, salpicando por todos lados con su carne y sangre. Mal momento para estar en primera fila. Miré hacia arriba y vi todas las cosas que estaban colgando en nuestras cabezas.

— ¿Os gusta lo que veis? —dice Nicholai. Claro esta que nadie le contesto— Así van a acabar todos. A ver cuantas formas de morir encontramos.

Hizo una seña para que trajeran al siguiente. A este lo sento en una silla y le ataron bien las manos y los pies.

— El va a sufrir un poco más. Estad atentos. —nos señala a todos. Va a una mesa y toma un cuchillo. Le acaricia por la cara con el. Debería de ser sexy hacer eso pero no— Taparle más la boca, no quiero escuchar gritos. —le ordena a los otros y ellos hacen lo que le dice dando unas cuantas vueltas con la cinta por la cabeza— En una pelea se necesita las manos pero tu ya no las necesitas. —le dice al chico que ató.

 Dirige el cuchillo a su mano y con la otra mano le atrapa los dedos. Uno por uno se los va cortando. Cuando acabo con la mano derecha siguió con la izquierda. Esto comienza a darme asco. Espero tener una muerte más rápida. Miré a Alan y él me devolvió una mirada de pena.

— ¡Oye chicos! miren aquí. —volvimos a mirar al frente— En una pelea también se necesita escuchar, lo que a ti ya no te hará falta.

Le cortó las orejas y luego le clavó bien el cuchillo en el oído. Después de eso siguió con los pies, volvió a las manos y finalmente de nuevo a los pies. Quedando con 4 muñones. Para acabar le sacó los ojos y le dejo ahí desangrándose. Al siguiente lo ató a una mesa.

— Bueno chicos, os explicaré lo que haré a continuación. —nos muestra una cajilla alargada— Esto sirve para metertelo por el culo y transportar algo sin que te pillen. Dentro de esto —lo sacude— hay un pequeño C4 que explotará cuando yo pulse esto. —nos muestra un mando con un botón— Prosigamos. —le quitó los pantalones al chico y le metió la cajilla es por el culo— ¿Pensaban que iban a morir tan fácil? No, no. Seguramente os estén buscando o a lo mejor ya están de camino hacia aquí, así que nos vamos.

Volvieron a taparnos los ojos y la boca y nos llevaron a las furgonetas. Este recorrido duró mucho más que el otro. Ahora esta más que claro que nadie nos encontrará. Llegados al lugar, me ataron a una silla y me dejaron ahí, sin moverme, sin ver nada. Sólo escuchaba ruidos de fondo.

— Señorita, esto te va a gustar. —Puto. Reconocí esa voz, era el chico al que escupí. Me quitaron la venda y mi cara se descompuso. Alan estaba atado por todas sus extremidades en una mesa pero no cualquier mesa. Esa mesa tenía un mecanismo en el cual si girabas una rueda las cuerdas se tensaban hasta descuartizarlo— Empecemos. —se frota las manos y gira un poco la rueda— Que dices, ¿sigo? —me mira. Intenté decir un "no" pero no se entendió— ¿Sí? Eso pensé. —ríe y vuelve a girar hasta que Alan comenzó a gritar. Me removí en la silla y gritaba que parara pero nada.

¡Ups! Una vida menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora