Capítulo 32

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Me cambié de ropa lentamente. ¿Qué acabo de hacer? Sacudí un poco la cabeza y seguí cambiándome. Al acabar, bajé para tomar un poco de agua antes de dormir. Alan estaba de acá para allá y Thomas y Ace estaban pensativos.

— ¿Qué pasó? —pregunté.

— Mejor léelo tu misma. —me entrega Alan un papel.

Lo abrí y lo leí. "Tenemos a tú querida Rosie. Si quieres que siga viva ven mañana al almacén número 56, a las 5 de la tarde. Ojo, ven solo o sino morirá. Te estaremos vigilando."

— Diría que me da pena pero mentiría. —le devolví el papel.

— Tranquila, no esperaba menos de ti. —me dice Alan.

— ¿Qué harás?

— Ir. —se encoge de hombros.

— Yo también voy.

— No irás. —dice con un tono duro.

— Y menos en ese estado. —sigue Ace.

— Estoy bien. Ésta mano —la levanté— está en muy buen estado. No necesito dos manos para acabar con alguien.

— Ya hablaremos de esto mañana. —dice Alan achinando los ojos.

— ¿Hablaste con los guardias de la casa?

— Sí, la encontró Thomas en el buzón. La dejó el cartero.

— ¿No vas a decirle a K?

— No. Sé que la quieres muerta pero es mi novia y tengo que salvarla.

— En fin. —bufe— Sólo vine a por agua. —fui a la cocina y me llené un vaso.

— ¿Vas a dormir? —me pregunta Ace.

— Sí.

— Yo también entonces. —se levanta del sofá— Tú también deberías dormir, Alan. Tienes que estar completo para mañana. Y tu Thomas, deja de estudiar tanto, te estallara la cabeza. —ríe.

— Ace tiene razón. —subí las escaleras seguida de Ace.

Al entrar en la habitación, me tiré en la cama. Ace fue a darse una ducha y al acabar se puso a mi lado.

— Quieres muerta a Rosie pero aún así quieres ir con Alan, ¿cómo es eso?

— Es una trampa así que no le dejare sólo.

— Yo también debería de ir.

— No, tú deberías de ayudarnos desde fuera por si las cosas empeoran.

— Bueno. —me besa y yo le correspondí.

Subí mi mano por su abdomen hasta llegar al cuello. Él se subió encima de mi y comenzó a besarme por el cuello.

— ¡Joder! —me queje cuando me besó cerca de la herida.

— Perdón. —arruga la cara.

— Maldito idiota el que me disparó. —gruñí.

— Tranquila, sin que te muevas podemos hacer grandes cosas. —se quita la camiseta de una forma muy sexy, dejándome ver su tremendo cuerpo.

Alan

¿Enserio tengo qué arriesgar mi vida por ella? Me tumbe en la cama. ¡Ah! Puse mis manos en la cabeza. En que momento decidí salir con ella. Tengo que estar en peligro ahora que Mad volvió y está viva. Mientras maldecía en mis pensamientos, me quedé dormido.

¡Ups! Una vida menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora