Capítulo 12

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La semana se pasa volando, llega el viernes y despierto sintiéndome cansada, con un pequeño dolor en la parte baja del abdomen. Al tomar mi rutinaria ducha matutina me percato de que la razón de dicha molestia es la nada anhelada visita mensual femenina.

Gracias a eso paso todo el día en clases como en piloto automático, esperando que en cualquier momento suene la campana que anuncia que me puedo ir a descansar, incluso ya planee toda mi tarde. Cuando mamá venga a buscarme le diré que pasemos por una heladería, compraré el envase de helado más grande que tengan y me encerraré en mi cuarto a comérmelo, viendo películas románticas o de comedia, cómodamente acostada en la cama y usando mi pijama más acolchada.

Mis pensamientos están volando en eso en el momento que Sam se acerca hasta mi mesa para pedirme prestado un lápiz, eso arruina mi ensoñación por lo que se lo tiendo de mala gana.

—¿Un chico con tanto dinero como tú no puede permitirse comprar un simple lápiz?

Se queda mirándome extrañado por mi tono de voz, sé que es porque normalmente soy muy amable con todos pero el día de hoy no me apetece serlo con nadie, ni siquiera con él porque me siento de forma terrible y solo quiero irme a descansar. Sam no se enoja ni me responde mal, en lugar de eso me mira preocupado y toma una silla para sentarse frente a mí.

—¿Ocurre algo?

Sí, me siento terrible, quiero dormir, aunque durante mi rutina normal me encanta escuchar a mis profesores hablar por horas sobre historia, matemáticas o literatura, hoy sencillamente no es el día para eso, y para avivar más mi enojo el profesor de historia está contándonos una anécdota muy larga de como se consiguió la independencia de Campbert del imperio español. La verdad suena muy interesante, pero debido a mi condición solo me gustaría que se callara de una buena vez para obtener algo de silencio y tratar de relajarme, pero no quiero decirle todo esto a Sam. En lugar de eso le digo que no me pasa nada y él, aunque no se ve convencido de eso se aleja dedicándome una pequeña sonrisa.

—Trataste muy mal a Sam —comenta Hailey a mi lado —tú nunca eres así, ¿quieres que hablemos?, ¿Theo te hizo algo?, ¿peleaste con tus padres? ¿Eres un extraterrestre y secuestraste a mi amiga por lo que tomaste su lugar y no sabes actuar como normalmente lo haría ella?

Como siempre mi mejor amiga está con sus preocupaciones, aunque por un momento me hace reír.

—No, no, no, ¿estás hablando en serio?, ¿de todas las maravillosas teorías que pudiste haberte ingeniado se te ocurre algo como eso?

Ella ríe y se cruza de brazos.

—Nunca se sabe, Madison, si actúas así de extraña podría deberse a eso.

—Por supuesto, si estuviéramos en una película de ciencia ficción, pero estamos en el instituto Cronwell. La única cosa medianamente extraña que sucedió una vez fue mucho antes de venir a Cronwell. Las cosas de los alumnos comenzaron a desaparecer y no se debía a ningún alienígena, sino a un profesor cleptómano.

Hailey me mira enfadada.

—No me recuerdes eso, fue en segundo grado, todavía extraño mi lonchera rosa de unicornios, nunca la volví a ver —río.

—Me pregunto, ¿qué haría el señor Jenkins con una lonchera de unicornios?

—Tal vez se la dio a su hija, aunque de todos modos los cleptómanos roban sin motivo alguno, no podemos estar seguras de que la haya usado para algo en específico.

—Tienes razón.

Como por arte de magia las horas se pasan rápidamente, mamá llega a buscarme y hacemos una parada obligatoria en la heladería Fred's donde me compra un delicioso envase de helado de vainilla con dulce de leche. Al llegar a casa, luego de ponerme mi pijama favorita me acomodo en las sábanas de mi cama para comenzar a ver películas.

¿Mad o Madison?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora