Capítulo 33

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La voz de mamá me "despierta", o eso cree ella, la verdad es que no dormí.

Sé que este día es muy importante, significa el comienzo o el final de toda mi carrera como pianista, esa audición marcará un antes y un después en mi vida y no sé si estoy lista, estoy muy nerviosa como para saberlo.

Me siento en el borde de la cama, estiro mi mano para tomar el celular y los nervios son un poco apartados por la sonrisa que se forma en mi rostro al ver el mensaje que me acaba de llegar.

Esposo: Buenos días, esposa, mucha suerte hoy en la audición, no estés nerviosa, eres una excelente pianista, los dejarás a todos con la boca cerrada.

Sonrío y tecleo deprisa.

Yo: Gracias, esposo, ten un buen día, te quiero mucho.

Mamá me observa ya vestida, hay un hermoso brillo en sus ojos, le doy un beso en la mejilla y corro a la ducha.

—¿Lista? —termino de arreglarme el cabello y asiento, un escalofrío me recorre el cuerpo.

Madame Dubois ya está en el pasillo esperando por nosotras, todas nos damos la misma mirada de nerviosismo, mirada que continúa aunque hayamos bajado del taxi y nos encontremos frente a la imponente edificación del instituto.

Está formada en su mayoría por enormes ventanales de cristal, paredes de ladrillo y piedra, es un edificio precioso, donde los elementos modernos y clásicos luchan por coexistir en armonía, sin duda alguna todo un deleite para la vista.

Suspiro profundo, mamá me toma la mano y subimos los primeros escalones hacia la entrada.

En una de las paredes de ladrillo hay una placa gigante que parece de bronce, en ella aparece el nombre del colegio junto a su año de fundación, no puedo creer que esto esté pasando de verdad.

—Bueno, aquí estamos —sonrío con timidez y alzo la cabeza para admirar la gran imponencia y modernismo que desprende el edificio. Las puertas de madera antigua que permiten la entrada están abiertas, por lo que comenzamos con nuestro recorrido.

Un piso de mármol brillante nos recibe, hay muchas columnas color hueso, un techo en forma de cúpula, cuadros enormes con diversas pinturas, sillones de cuero marrón, lámparas colgantes y mesas de madera pulida.

Nuestros pasos resuenan en la enorme estancia, todas disfrutamos del ambiente pero no decimos nada, en momentos así es mejor no hacerlo.

Una señora aproximadamente de la edad de mi madre aparece frente a nosotras y nos dedica una pequeña sonrisa cortés.

—Buenos días, sean bienvenidas al instituto Coleman. ¿En qué puedo ayudarlas?

—Buenos días, mi hija tiene una audición el día de hoy, es pianista.

—¿Pianista, eh?, tenemos a unos cuantos aspirantes en el área de piano, ¿me podría indicar su nombre? —sostiene un anotador y un bolígrafo en sus manos, cuando mamá dice mi nombre la señora vuelve a sonreír.

—Madison Anne Carter, 17 años de edad, originaria de Harlington. Fui una de las personas que tuvo el placer de ver tu video de pre-selección, y debo admitir que tienes mucho talento, si de mí dependiera ya habrías sido aceptada aquí —sonrío.

—Gracias por las palabras, señora...

—Georgina, Georgina Dupont. Soy la coordinadora del departamento de recepción de postulaciones. Funcionamos como una especie de filtro, nos encargamos de seleccionar entre las millones de solicitudes que nos llegan por día a las más destacadas, y así brindar a los jóvenes una oportunidad de ingreso a nuestras instalaciones —saca de su anotador dos planillas y me las entrega —en esta colocas todos tus datos, y este, es el programa para la audición. Es necesario que comprendas que las piezas aquí descritas son solo de muestra, para que tengas una idea de lo que los jueces te pedirán que toques, la época de cada una sí se tomará en cuenta para la elección de las interpretaciones. Bienvenida a Coleman, Madison.

¿Mad o Madison?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora