Samuel me toma de la mano y corremos por el estacionamiento, se detiene frente a una motocicleta azul y negra, sé que será mi fin.
—Samuel, yo...
Él comienza a reírse.
—Déjame adivinar, ¿le tienes miedo a las motocicletas?
—Sí —tiemblo como cachorro asustado —además, estoy usando un short tan ajustado que estoy segura de que si me siento se me va a ver todo.
—Tengo la solución —Se quita su chaqueta y me la amarra a la cintura—listo, ¿ves?, es tan grande que te cubre lo necesario.
Sube a la moto, se pone el casco y me tiende la mano, con el corazón palpitando desbocado tomo su mano y subo detrás, él sigue sosteniendo mi mano, la suelta un momento toma otro casco y me lo entrega.
—Por si no lo sabías —me mira burlón —esa cosa va encima de tu cabeza.
—No me digas —ajusto el casco con impaciencia —¿alguna otra novedad?
—Sería conveniente que te sostengas de mi cintura para que no te caigas.
Sin pensarlo dos veces pongo mis manos alrededor de su cintura abrazándolo, pero los nervios me ganan y exagero con la fuerza.
—¡Maddie!, mejor sueltas un poco, bueno, si lo consideras razonable, al menos que quieras que muera asfixiado.
—Lo siento —esbozo una pequeña sonrisa apenada.
El ruido de la moto al encenderse me asusta y por instinto aprieto más fuerte su cintura, él se ríe, un grito ahogado sale de mi garganta.
—Puedes destrozarme las costillas, no importa, hoy me voy a divertir haciéndote pagar por ello.
Acelera y me aferro aún más fuerte a él que continua riendo, supongo imaginando lo graciosa que debo verme, gira a la izquierda y la motocicleta se inclina en esa dirección haciendo que mi corazón casi se salga de mi pecho, luego es lo mismo pero en la dirección opuesta causando el mismo resultado, cuando por fin veo que baja la velocidad y estamos frente a un portón eléctrico negro puedo tranquilizarme y soltar un poco mi agarre.
Él saca un mini control del bolsillo de sus pantalones, pulsando un botón las puertas se abren y entramos a un conjunto residencial lleno de edificios, el señor que vigila la entrada lo saluda agitando la mano.
—Buenas tardes joven Bradley.
—Buenas tardes Franklin.
Seguimos el camino hasta un estacionamiento, Sam apaga la moto, baja y me tiende la mano para ayudarme. Pasamos por un pasillo hasta un recibidor donde hay dos ascensores, tomamos uno y mientras subimos él saca de su pantalón un manojo de llaves e introduce una en la ranura del ascensor.
—De esta manera se llega directo al penthouse, me ahorro el abrir puertas—contesta al ver mi cara de asombro.
En un parpadeo el ascensor se detiene y abre sus puertas, estamos en una sala de estar bien decorada al estilo moderno, hay dos muebles largos seguidos de cuatro más pequeños y una mesa para tomar café en el medio. Me siento en uno de los sofás pequeños, las paredes son de una especie de paneles de madera que dan algo de aire clásico al ambiente.
—Si quieres recorrer el resto del departamento eres libre de hacerlo, iré a darme una ducha y buscaré mi uniforme para el entrenamiento.
—¿No debes hacer el trabajo con Hailey?
Se ríe.
—Tu amiga no es muy buena en matemáticas, hoy finalizando la última clase me lo confesó, como soy todo un caballero le dije que no se preocupara y accedí a hacerlo todo solo.
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¿Mad o Madison?
Novela JuvenilPorque no importa equivocarse, es parte de crecer, lo realmente necesario es aprender a levantarnos y continuar cuando eso suceda. Charles Chaplin dijo "La vida es una obra de teatro que no permite ensayos; por eso canta, ríe, baila llora y vive int...