Todo pasó muy rápido, asistí al juego de Sam que estuvo bastante reñido, venció a su contrincante con una puntuación impresionante de 7-5 7-6 6-3. Esa fue una de las pocas veces que pude pasar tiempo con él, porque durante las últimas dos semanas he estado ensayando con el piano como si la vida se me fuera en ello, y en cierta forma lo hace.
Estoy a horas de tomar un avión a Bredfard, son las ocho de la noche y mañana a eso de las 7:00a.m estaré en un aeropuerto rumbo a mi destino, donde tal vez mi sueño más grande se convierta en realidad. Miro por la ventana de mi cuarto, todo está en silencio, mamá salió con tía Claire a tomar algo. Mi tía se está aprovechando de que mi progenitora está débil por lo ocurrido con mi padre y lo usa como excusa para decirle que debe despejar su mente con fiestas, Charlie ya debe estar durmiendo o viendo la televisión.
De pronto escucho una corneta, el coche de Sam aparca frente a mi casa y mi querido novio se baja llevando en sus manos unas bolsas, se percata de mi presencia en la ventana y sonríe.
—Si tú no vas a sacar tiempo para verme entonces lo hago yo.
Una sonrisa enorme se apodera de mi cara por su declaración y bajo corriendo las escaleras para encontrarme con él.
Abro la puerta de la entrada y me quedo mirándolo como si se tratase de una alucinación. Está parado frente a mí con el cabello rubio ligeramente revuelto por la brisa, sus ojos brillan demostrando que también se siente emocionado de verme. Avanzo los pasos que faltan y enredando mis manos en su cuello lo beso tiernamente. Él no puede abrazarme, lleva bolsas en las manos por lo que sus brazos se mantienen a los lados de su cuerpo, pero cuando el beso termina vuelve a sonreírme.
—Necesitaba verte. —le sonrío, todavía no puedo creer que esté aquí.
Entramos a la casa y subimos a mi cuarto, él se sienta en un lado de mi cama y comienza a sacar cosas de las bolsas, una caja de pizza, una botella de refresco y bombones de chocolate.
—Te he traído la cena —me siento frente a él.
—Gracias Sam, no sabes cuanto quería verte, la última vez que tuvimos algo de tiempo juntos fue el día que me ayudaste a limpiar la casa, tu juego de tenis no cuenta porque solo estuvimos cerca unos segundos, luego me tuve que ir, el resto de los días hemos estado muy ocupados con las clases y las tareas.
—Lo sé, por eso estoy aquí.
Comemos sin hablar, solo nos miramos de vez en cuando, parece que ninguno de los dos se atreve a romper el silencio. Hasta que la pizza se ha terminado y llega el turno de los chocolates. Sam toma la caja y la abre.
—Mañana es el gran día. Bredfard —toma uno de los delicados bombones y lo acerca a mi boca —¿estás nerviosa?
—Un poco. En realidad mucho, estoy aterrada, eso lo describe mejor.
—No tienes que estarlo, lo harás excelente, para eso has estado practicando tanto.
En su cara aparece una de sus sonrisas tranquilizadoras acompañada de otro bombón, pero en este momento ni todo el chocolate del mundo, ni todas las sonrisas encantadoras de Samuel Bradley son suficientes para calmar mis nervios.
Me dejo caer suspirando en la cama, Sam se ríe.
—Todo saldrá bien, Maddie —se acuesta en mi cama de lado apoyándose con el codo para poder mirarme.
—Eso espero.
Me acerco a él recostando la cabeza en su pecho, buscando seguridad. Él me estrecha fuerte entre sus brazos y empiezo a sentirme mejor por lo que sonrío.
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¿Mad o Madison?
Teen FictionPorque no importa equivocarse, es parte de crecer, lo realmente necesario es aprender a levantarnos y continuar cuando eso suceda. Charles Chaplin dijo "La vida es una obra de teatro que no permite ensayos; por eso canta, ríe, baila llora y vive int...