Capítulo 25

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Un mes completo lleno de ensayos tareas y reuniones con las chicas, mi mente está tan sobrecargada que temo colapsar en algún momento.

La única persona que consigue animarme cada vez que necesito es Sam, justo en este momento estoy practicando en su casa con el piano, él me mira de reojo a través de una revista de deportes.

Posiciono mis manos encima de las teclas, son las 7:00p.m y es como la onceava vez que toco Sonata in D Major K311 de Mozart.

—¡No puedo más!, esto sencillamente no me sale.

Golpeo las teclas que suenan como si hubiera atropellado a un gato, recuerdo a mi adorado Trucha y me siento peor, Sam camina hacia mí y se sienta.

—Eres una excelente pianista, Maddie, y es tu canción favorita —toma la partitura y la retira.

—¡Oye, qué haces! —la tomo de vuelta con brusquedad, él se ríe.

—Ya veo que estás un poquito irritada —besa mi mejilla —te estás exigiendo demasiado, y para ser una canción que dominas perfectamente la estás tocando de forma terrible.

—Gracias por el apoyo —pongo los ojos en blanco y suspiro, pero al ver su expresión dolida me obligo a tranquilizarme —es solo que estoy bajo mucha presión, exámenes, ensayos, salidas con las chicas. Papá siempre está en el trabajo y mamá se enoja porque ya no pasa tiempo con nosotras, trato de que Charlie no lo note pero creo que las cosas están muy mal como para no hacerlo —me abraza, y agradezco mentalmente acomodando mi cabeza en su hombro.

—Hey, no sabía que las cosas estaban tan mal con tus padres —me mira preocupado.

—Tampoco yo, es que ya no paso tanto tiempo en casa como antes. Del colegio mamá me lleva directo a la academia, y al llegar a casa me encierro en el cuarto a hacer tareas, sabes que no me gusta atrasarme en nada. Ayer fue horrible, la pelea fue tan fuerte que Charlie apareció llorando en mi cuarto y pasé toda la noche tratando de tranquilizarla hasta que se quedó dormida, solo tiene siete años, si es difícil para mí entenderlo no puedo ni imaginar como será para ella.

—Lo siento, Maddie —se aleja un poco.

—No importa, creo que con esto entiendo un poco más lo que me contaste de tus padres, todo parece ir perfecto, pero de repente comienzan las peleas y cuando te vienes a dar cuenta de lo que está pasando se están divorciando y peleando la custodia de los hijos —suspiro.

—Tal vez con tus padres no es tan grave como piensas, todas las relaciones tienen malos momentos, pero no creo que se divorcien, los conozco y parece que se aman mucho.

—No lo sé, Sam, la verdad no quiero hablar de esto, me tengo que ir, mamá me pidió que la acompañara a hacer unas compras —contesto más cortante de lo que me gustaría.

—Te llevo entonces —sonríe y me da un corto beso —no te preocupes demasiado, seguro que todo se soluciona.

Con esa mirada me derrite, puedo estar por completo estresada pero Samuel Bradley me sonríe y es como si el sol saliera después de un desastroso día lluvioso. Lamentablemente al llegar a casa no es lo mismo, solo al cruzar el umbral de la puerta encuentro a mi padre bajando las escaleras con una maleta en cada mano, al verme se detiene y me da una mirada de melancolía. Desde arriba escucho los gritos de mamá, habla con mucha agresividad y baja las escaleras. Cuando levanta la cara para observar lo que ocurre noto que su maquillaje está corrido debido a las lágrimas, al notar mi presencia también se paraliza.

—Oh, cariño, ya llegaste, ¿qué tal estuvo la práctica en casa de Sam?

Pregunta en una voz demasiado tranquila para la apariencia que tiene, papá por su parte termina de bajar, dándome un beso en la mejilla sale de la casa.

¿Mad o Madison?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora