Capítulo 45

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—Respecto a lo del miércoles, Sam, quiero disculparme contigo —sonríe apenada subiendo a la camioneta.

Miro a Hailey evitando reírme debido a su expresión triste y asiento con seriedad tratando de tranquilizarla, me acomodo en el asiento del conductor poniéndome en marcha.

—Hai, no te preocupes, pero, mejor mantengamos las botellas de vodka y de cualquier otro licor alejadas de ti, solo por precaución —río.

—Me parece bien —asiente un poco más tranquila —de verdad no podía con la pena, sobre todo porque no recuerdo mucho de lo que hice, es decir, algunas partes sí y otras no, pero lo que sí es suficientemente malo como para hacerme sentir avergonzada frente a ti. Como cuando me dejaste en mi cuarto —agacha la cabeza y cubre su cara con las manos.

Me concentro en el camino pero la miro de reojo riendo.

—Tranquila —suspiro —no eres la primera chica que me pide que me quede a dormir con ella —río negando con la cabeza —lo importante es que estés bien y pues ese tipo de cosas no se repitan —sonríe asintiendo.

—Y mi papá amenazándote con su escopeta, ¡Jesús! No podía hacer mucho por ti porque estaba bastante aturdida, lo siento por eso —reímos juntos.

—Creo que eso lo merecía, imagino que la forma en la que terminamos no le agradó mucho a tu papá, no me debe tener mucha estima, por no decir que nada —asiente y se queda mirándome.

—Respecto a todo eso, Sam... —estaciono frente al portón de Angeline porque ya hemos llegado.

—¿Sí? —me mira nerviosa jugando con sus dedos y manteniendo la cabeza agachada.

—¿Hay alguna posibilidad de que recupere a mis amigos? —suspira mirándome y despeinando su cabello con una mano —es que, Sam, no tienes idea de como los extraño... cuando Dylan nos abandonó para irse con todos ustedes me dolió mucho, bueno, a Madison y a mí, pero seguía teniéndola a ella, siempre, siempre juntas, en todo momento —sus ojos se ponen acuosos —luego llegaste tú... lo pasábamos tan bien, éramos tan felices —las lágrimas comienzan a caer por sus mejillas y en menos de un segundo mis pulgares están sobre estas apartándolas —Ahora estoy todo el tiempo sola, aburrida, triste, metida en mi casa, te perdí como novio y eso dolió, créeme —sonríe afligida —pero perder a mis amigos, vaya, eso sí es un golpe tremendo.

Corta la distancia entre nosotros abrazándome con mucha fuerza y rompiendo a llorar.

—Sam... —palmeo su espalda con suavidad tratando de que se calme.

—Hey, por favor, Hai —suspiro tomándola de los hombros para que me mire —esto no te está haciendo ningún bien —niego con la cabeza —no quiero verte así, menos sabiendo que es por mi culpa. Voy a hablar con Maddie, ¿de acuerdo? —asiente limpiándose las lágrimas y sonriendo un poco —sé que esto no será fácil, pero podemos intentarlo —le tiendo la mano y ella la estrecha riendo —¿amigos? —asiente, puedo verla mucho mejor y eso me tranquiliza.

—Amigos.

Se abre el portón, Angeline sale y se queda parada frente a la puerta del copiloto, cambia su peso de un pie a otro y mira sus manos haciéndome reír.

—Ya vuelvo, Hai —salgo del auto acercándome a mi amiga, ella bufa con algo de exasperación.

—¿Por qué la niñita esa está en mi puesto del auto? —río.

—Porque la busqué primero. Vamos, Angie, es solo un puesto, ¿de verdad vas a pelear por eso? —me mira seria, luego ríe.

—Quiero, sí, es el lugar donde siempre me siento, pero bueno, por hoy puedo hacer una excepción.

¿Mad o Madison?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora