Capítulo 2

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-No puede ser... -murmuró aun con los ojos cerrados e intentando llegar con la mano al móvil, el cual tenía sobre la mesita de noche, el mismo que provocaba ese ruido tan molesto e irritante, la dichosa alarma que le informaba de que un nuevo día había comenzado. –Uff –resopló tras comprobar la hora en la pantalla y confirmar que su dichoso móvil no se había equivocado.

Tras volver a dejarlo sobre la mesita de noche se quedó mirando el techo por unos segundos. Contemplando la nada y pensando en lo cotidiano y aburrido que se había vuelto su mundo y su vida desde hacía un tiempo. Vivía una realidad demasiado cargante y fastidiosa, lo mismo que pensaba un día y otro día, y que de seguir dedicándole más tiempo llegaría tarde al trabajo, por lo que su opción fue clara, poner los pies por fin en el suelo y comenzar de verdad su día.

Su parte más organizativa la había ido perdiendo poco a poco, y como cada día, nada más levantarse, tenía que rebuscar en su armario cualquier atuendo decente para ir a trabajar.

-¿Dónde demonios....? –Decía rebuscando por las distintas perchas, intentando localizar una prenda que había desaparecido por arte de magia, o al menos eso pensaba ella. –Aquí estás –sonrió levemente cuando localizó la chaqueta que estaba buscando, la misma que hacia conjunto con el pantalón de traje que había elegido. Sacó una camisa para rematar el atuendo y se dirigió al baño para darse la ducha matutina que tanto le gustaba. Y no es que fuese un simple capricho, es que la necesitaba. La necesitaba para activarse, para que tanto su cuerpo como su mente entendieran que debían ponerse en acción cuanto antes.

Cuando terminó de prepararse para su nueva jornada laboral, cogió su maletín y sus llaves de una forma apresurada, no sin antes tropezar ligeramente con un pequeño objeto tirado en el suelo del salón, el que llamó su atención por completo.

-Oh...Eliza, cariño –susurró al comprobar que dicho objeto era el peluche favorito de su hija pequeña. El mismo peluche que hace años Clarke había comprado una tarde que pasaron juntas, un mapache o mapacha al que llamo Lexi y al cual terminó comprándole también su pareja, el leoncito llamado Clarki por ella misma. Sus hijas se habían vuelto inseparables de esos dos peluches, aunque parte de culpa la tenía la mismísima Clarke, quien desde casi su nacimiento las animaba a dormir con ellos. El caso es que ni siquiera entendía el hecho de que esos peluches siguieran con vida después de tantos años.

Cogió el peluche junto al resto de objetos y salió por fin del piso.

-Buenos días vecina –escuchó la voz masculina de alguien que ya conocía a la perfección. Uno de los vecinos de su misma planta. Un joven que parecía trabajar en algún tipo de empresa, algo que dedujo debido a que siempre que se encontraban el joven iba trajeado y bastante elegante.

-Buenos días Paul –contestó ella de la forma más amable posible. Y es que últimamente eso de buenos días... no iba mucho con ella.

-¿A trabajar con un nuevo amigo? –Preguntó sonriente su vecino mientras señalaba el peluche de Eliza, el mismo que apretujaba contra su pecho mientras intentaba cerrar con llave a la puerta.

-Es de una de mis hijas –le informó con una ligera sonrisa en los labios mientras los dos avanzaban hasta el ascensor.

-Menos mal, era algo que no te pegaba para nada –sonrió Paul mientras el ascensor cerraba sus puertas. –Déjame adivinar –dijo haciendo una ligera pausa e inclinando ligeramente el rostro -¿De la más peque? –Preguntó alzando ligeramente sus cejas y esperando una respuesta por su parte.

-De esa misma –contestó ella rezando porque el ascensor llegase ya al final de su trayecto. Y es que el hecho de hablar con la gente acerca de su vida personal, y concretamente de sus hijas, era algo que no le gustaba nada. Y no era por nada en concreto, es que no tenía nada de confianza con su vecino, simplemente intercambiaban alguna que otra conversación cuando se encontraban por el piso.

Arkadia 2 (AU) -Español [Clexa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora