Llámame infantil u orgulloso, pero desde el momento en que Ebelin había elegido estar con Erick deje de hablarle, era hiriente a mi vista ver a la mujer que más amo a lado de un cavernícola.
Tremendo pedazo de cielo adornaba su presencia y a el solo le importaba su belleza externa. Siempre que los veía pasar en la escuela, pensaba.
¿Ya la habrá hecho reír? ¿la esta cuidando? ¿Ojala la este haciendo muy feliz?
Si, se lo que piensas, si sentía eso por ella, entonces ¿por qué no me acercaba? Muy sencillo, por que ella no me necesitaba, si fuera necesario en su vida me hubiera buscado.
Creó que he dejado muy en claro que yo no soy un tipo muy maduró y era peor con los problemas más graves.
Durante una época cambie radicalmente mi forma de actuar, intentando de todo con la excusa de "ella empezó una nueva vida, yo haré lo mismo"
Bebía considerablemente pero nunca me excedía en su uso y en aquel transcurso encontré una fascinación por la adrenalina impensable, fascinación que me llevó a mas de un acto imprudente.
Nunca supe si llegaron a ser algo Erick y Ebelin, nunca me lo cuestioné, ahora yo era un punto y aparte de ellos.
Si, aveces me molestaba esa idea en la escuela y más cuando me cuestionaba Eder.
-entonces, ¿ahí acabó su historia? - me preguntó Eder.
Estábamos en receso, como de costumbre apostando y comiendo. Éramos Brayan, Cesar, Lennon, Mauricio, Eder, Jhon, Juan y yo, los que apostábamos en rondas de 3 con dos barajas.
-si, supongo - respondí distraído por el juego.
-y ¿cómo fue qué se acabó todo ese amor? - estaba mas curioso de lo normal Eder.
-por aquella bestia - señalé con la mirada a Erick.
-oh por favor, eso cuando te ha detenido antes. - exclamó Eder.
-ella lo eligió a el y a pesar de lo que diga y muy a pesar de lo que sienta, ella esta mejor ahora sin mi.
-yo no contaría con ello, los he visto y noto que ella no se ve muy satisfecha - insistió Eder. - pero bueno, si tu ya no quieres nada con ella, entonces creó que intentare algo con ella, hay una o dos cosas que me llamas físicamente la atención.
Eso no era sorpresa para mi, conocía a Eder y estaba muy consciente en que su comentario no era una broma. Jonathan era su amigo al igual que yo, pero eso no lo detuvo para robarle besos a Samanta, que aun andaba con Jonathan.
Vi a Eder acercarse a Ebelin y por dentro una rabia profunda que tuve que controlar, después de todo, yo no tenía ningún derecho.
-saben, me retiró - hablé a todos los de la mesa.
En que momento se me ocurrió la idea de pensar en ponerme a pelear con un amigo y más uno que sabe boxear.
-se suponía que la habíamos olvidado. - pensé.
Estaba apoyado del barandal, pensado en que era lo que me unía tanto a Ebelin que no podía sacarla de mi cabeza.
-hey, ¿qué tienes Mario?.
Escuche a lo lejos por el pasillo, era Karla.
-hola, vaya cuanto tiempo sin verte. - hablé.
-si, ya a pasado un tiempo, ¿y tu qué, por que ya no le hablas a tu amiguita?
-larga historia, prefiero no contarla.
-Esta bien, pero sea lo que sea debes de actuar ya, por que vida solo hay una.