"un padre jamás debe de cargar el ataúd de un hijo"
Todos los preparativos fueron hechos por chucho y chava para el velorio y su entierro, miles de personas se reusaron a la idea que tuvimos hace mucho.
Incluso chucho se me acercó poco antes de empezar con la ceremonia.
-¿estas seguro? Aún no es muy tarde para cambiar de opinión.
-si, ella lo hubiera querido así. - respondí
Todos de negro como signo de respeto, al menos eso fue lo que un día me explico mi padre.
Debo de cambiar esa costumbre de sólo convocar a todos cuando pasa un cambio drástico en mi vida. Camino al lugar del evento me desvié de rumbo para poder respirar recuerdos. Acompañado de mi hija caminamos juntos por los lugares más ocasionales que teníamos.
Yo con mi hija en mis brazos toda tapada y caminando por las calles y parques a los cuales visitaba con ella, recitaba frases que me recordaban a ella, al igual que historias que vivimos juntos.
-¿ves esa banca de ahí mi amor? Tu mamá y yo un día nos sentamos justo en este mismo lugar, ella se veía ta aah. ¿me puedo sentar señorita? Le pregunté. ¿puedes? Me respondió tu madre. . . Y no lo hice tan mal para se mi primer amor, por que es diferente el querer al amar y algún día te lo explicaré mi amor.
9:37 am
-¿donde estas?
Era un mensaje de mi hermano, la ceremonia empezaba a las 11:00 de la mañana así que teníamos que estar antes por cualquier asunto. Fue Suma mi sorpresa al encontrar al padre de Ebelin en la entrada de la iglesia.
-hola, Mario. -dijo su papá de Ebelin.
-buenas tardes, señor. -Respondí - si lo que busca es hablar de que pasó en el hospital o busca desquitar esa furia contra mi, podemos hablar de ello otro día, en estos momentos no es adecuado.
-¿esa es mi nieta? -preguntó su padre de Ebelin.
-si -respondí abrazando al bebé, más fuerte. -¿por qué?
-¿puedo verlo?
-verla -corregí.
Una parte de mi me decía que no lo hiciera, si no les importó cuando nació ¿por qué ahora?. Pero otra parte de mi sabía que era su familia y que tenían todo el derecho de verla.
-sostenga fuerte y seguro.
Respondí mientras tomaba a Helena y se la mostraba a su abuelo.
-helena . . .
-Así lo quiso su madre ¿algún problema? -pregunté a la defensiva.
-no, es perfecto.
La tomó en sus brazos y a pesar de mostrar dolencia y melancolía ante tal recuerdo de su hija plasmado en un ser, sonrió, aguantando las lágrimas en sus ojos, era como si viera a su propia hija a los ojos una vez más.
-hola mi bebé ¿sabes quien soy? Soy tu abuelo, pero puedes decirme Papá abue.
Al final ganaron las lágrimas al ver la sonrisa de Helena y su abuelo empezó a llorar sin cesar por unos 10 minutos.
-tranquilo señor -respondí. - tenemos que irnos si queremos llegar a la ceremonia.
-¿no será aquí?
-no sólo venimos por el padre para la misa.
-¿entonces donde?
-en el lugar donde todo nació.
11:00 pm
[El bosque de tu Ebe y yo]Merece ser este el lugar de inicio como de fin, aquí fue donde inicio todo y fue donde pondremos un punto y coma.
Después de la misa el ataúd fue cargado por su padre, sus dos hermanos, mi hermano, mi padre y yo. Llevando su cuerpo a un pequeño espacio donde yacía un gran agujero.
-¿es aquí donde tendrá reposo perpetuó? -preguntó el párroco.
-así es padre.
A la mayoría les sorprendió este hecho ¿un bosque? ¿en medio de la nada? ¿que es esto? Sin saber la historia.
Poco a poco toda la gente se fue del lugar llevando una gran duda del por que, cuando ya nadie quedó, saque de la cajuela aquel que fue mi último regalo para Ebe.
-henos aquí otra vez, el mismo lugar, la misma historia, distinto momento. Ha pasado mucho desde la última velada que estuvimos aquí y sigo sin entender que tiene este lugar que nos ata tanto, sabes. . . El día que te conocí sembré dos objetos, un árbol y una flor. La flor significaba belleza y fue la que vi en tus ojos, quien diría que con ella empezó todo esto formalmente, y la segunda, un árbol, un durazno, mi árbol favorito, deseaba plantarlo contigo en nuestra casa, aquella casa que nunca terminamos de componer. Y ahora, lo sembraré aquí, encima de ti corazón, pues fue nuestro árbol favorito y se que realmente no te estás despidiendo pues no se muere quien se va, sólo se muere quien se olvida. . . No te preocupes Ebe, cuidaré muy bien a Helena.