C32 epoca de vacas flacas

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Nos encontrabamos en la mesa del comedor al aire libre de la empresa Tai y yo. Tai era un amigo del trabajo que también era psicólogo, a nosotros nos encargaban la tarea mantener un control sobre los empleados, mi parte era sencilla, ami se referían si tenían problemas personales que afectarán su desempeño, organizaba actividades recreativas para una sana convivencia y postulaba a lo que cumplieran los requisitos para ser el empleado del mes, la parte de Tai era la más complicada, claro ambos presentamos gráficas y diarios de campo, pero el se encargaba de los despidos y mantener el rendimiento general, en pocas palabras Tai era el verdugo de este asunto.

-no puedo creer que esto esté pasando, el maldito de nuestro jefe decidió la opción C. -habló Tai

-así que tú sabías algo de esto.

-pues claro, ese es mi trabajo o ¿era? Realmente ya no se.

-tranquilo creo que al menos nosotros tenemos el trabajo seguro.

-¿eso cres? ¿En serio eso crees? Por favor Mario abre los ojos, hasta yo tengo miedo y eso que debería ser el más seguro de aquí. -Tai tomó de su taza de café -no sabes lo que está ocurriendo aquí verdad.

-supongo que no.

-acaban de cachar el fraude de esta empresa.

-¿Hablas en serio, cual fraude Tai? Es una empresa de emisión de televisión por cable ¿qué hacían, se robaban su misma señal?.

-pues no, aún que algo similar. Imagínate una empresa sin consumidores ¿como se mantendría?

-pues a través de los accionistas -respondí.

-exacto, los accionistas pierden contigo o ganan contigo. Lo que hizo esta cadena fue crear accionistas fantasmas para poder consumir más dinero a tal punto que le estaban robando al jefe directamente en sus narices.

-y bueno ¿eso qué? A nosotros como nos afectaría, son una cadena casi global ¿como afecta este asentamiento a la cabeza principal?.

-pues muy sencillo, nuestro patrón fue el que hizo ese movimiento chusco.

-pues total, que lo despidan a el y fin del asunto.

-¿aun no entiendes Mario? ¿Cuanto crees que cuesta una acción de esta cadena?

-miles, tal ves millones.

-exacto Mario ¿de donde crees que sacó el dinero para comprarlas? De la misma empresa, estaba jugando al ratón con la misma cola del gato.

-o sea que esto no lo saben los directivos superiores.

-uno si, su co fundador lo sabía, de hecho el fue quien le dió esa orden, podemos decir que sólo fue Sebastián el que prestó su nombre. Pero ahora es su cabeza o la de el, y ya conoces el dicho tan popular, de que lloren a tu casa a que lloren en la mía.

-esto es una tontería.

-dime lo a mi, que fui el que trato de solucionar el problema. Llegué pronto y preparé las gráficas, hice un plan para recuperar en 6 meses el dinero perdido. Pero se metió una mujer que ignoro si es su amante o que, y mira, este es el resultado de sus intervenciones, nos correrán a todos.

-entonces que ¿solo estamos esperando a que nos corran, no podemos hacer nada?

-resignate Mario, no podemos hacer nada, sólo orar por que no nos corran. -suspiró -lo siento más por ti que acabas de tener a tu hija, si te corrieran sería una situación muy difícil.

-apóyame más.

Sabía que era cuestión de tiempo para que nos despidan, el tener comodidad dentro de una empresa cuando es época de vacas flacas es innecesario y el apoyo laboral era considerado como un lujo al igual que el papel de baño, no podía estar más nervioso que pregunté a Tai de manera graciosa.

-¿crees que nos regalen mínimo un kilo de tortillas?

-da gracias a Dios si no es que nos ponen de taloneras para cubrir la demanda.

-no, me veo fea con vestido.

Aquella tarde nos habló nuestro jefe pidiendo un informe y que de favor nos quedemos hasta las 7 estas semanas, yo por mi parte reclamé el hecho, 1 por mi hija y 2 por que in- cumplía mi contrato, pero el arremetió diciendo que si no quería que estaba bien, que el buscaría alguien más, en pocas palabras despido directo. Al final argumento que nos pagaría al final de la semana el tiempo extra.

Aquellas semanas fueron muy agotadoras pues el tiempo que nos quedábamos era para hacer recorte de personal y estadísticas de la productividad, no eran agotadoras físicamente, eran agotadoras mental pues el escuchar las historias de las familias que trabajaban en la empresa era desgarrador. Al menos era mi alivio llegar cada noche a mi casa y encontrar a mi hija con su abuela ya que mi hermana sólo podía cierto tiempo.

"Lo hago por esa sonrisa"

El mejor motivo cada vez que perdía fuerzas.

HelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora