C 26 posdata a mi hijo

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Fueron senderos los que pintaste de arcoiris y luces las que dejaste en tu camino, estoy seguro de que no pude encontrar alguien mejor a quien amar que a mi compañera de aventuras Ebelin.

-Mario

Ahora estábamos adentrándonos en una nueva aventura, una a la cual recordaremos por siempre.

Después de la noticia de que Ebelin podía perder al bebé buscamos por cielo, mar y tierra otra opción, una en la cual nos pudieran decir exactamente lo que queríamos escuchar, sólo queríamos encontrar ese .000000000001% hasta que.

Agosto 1
[Hospital N°34]

-bueno, como podrán darse cuenta nuestras instalaciones son lo suficientemente costosas para poder asegurar que su esposa . . .

-Ebelin -completé

-¡claro! La señora Ebelin, de a luz al pequeño bebé exitosamente, pero necesitamos que se interne desde este momento.

Yo gire totalmente emocionado a ver los ojos de Ebelin tratando de dar a entender que al fin lo habíamos logrado, pero, no era la misma sonrisa ni mirada que esperaba, tal vez eran las peleas que tuvimos con sus padres pues ahora nuevamente me odiaban al enterarse que la vida de su hija corría riesgo y lo respeto, supongo que si fuera mi caso hubiera actuado de esa manera, pero esta ves fue Ebelin la que defendió a capa y espada su decisión ante sus padres y como siempre ha pasado en nuestra historia, yo siempre estaré de su lado a lo cual su familia tomó a mal adjudicado que yo le había lavado el cerebro o que la estaba manipulando, típicos clichés que tenían acerca de los psicólogos.

Sea eso o aquello Ebelin lucía ya un vientre a punto de explotar, no obstante su rostro se mostraba opaco y la falta de color en su piel daba a notar que algo ya andaba mal.

-¿escuchaste eso amor? Lo logramos, tu y nuestro bebé estarán sanos y a salvo -comenté con gran alegría.

-querrá decir, sólo su bebé -interrumpió el doctor.

-pero si usted me acaba de decir que "sin problema".

-no, yo dije que daría a luz exitosamente, pero sólo aseguramos la vida de su hijo. -exclamó el doctor.

-idiota -exclamé yo.

Y así mientras yo debatía con el doctor, Ebelin salió de la sala a toda prisa.

-¡Ebelin! -grite dejando de lado al doctor.

Era rápida la forma en que corría para ser una mujer embarazada.

-hey ¿qué pasa? No te preocupes por ese doctor, seguiremos buscando. -hablé.

-¡NO¡ -respondió Ebelin.

-pero. . .

-No, no, no. ¡Mario!. -gritó Ebelin.

-¿qué? -respondí

-ya estoy harta.

-pero. . .

-No, ya estoy harta de esto, Mario ya deja de buscar algo que sabemos perfectamente que pasará ¿por qué no quieres afrontarlo?.

-por que se que hay otra opción.

-No, ya no quiero visitar más doctores, ya no quiero otra opinión, ya no necesito esto.

Yo algo confundido por sus respuestas e impotente de no podré cambiar nada pregunté;

-¿y entonces qué?

-¡no lo se! ¡no lo se! ¡no... lo.. se! -dijo Ebelin mientras que golpeaba mi pecho.

De repente una brizna de lluvia cayó sin previo aviso empapando todo. Tal vez fue sólo el clima o quizá el destino el cual cubrió con lluvia todo el lugar para que así pasarán desapercibidas las lágrimas de Ebelin que sólo yo sentía en mi pecho, tardó poco de 3 segundos en cansarse Ebelin y colocar su cabeza en mi hombro.

HelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora