C 69 pictogramas difusos

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Una vez de vuelta Helena tiró sus cosas y se fue a dormir, habíamos llegado a las 3 de la mañana y ya tenía que tomar de nuevo el ritmo de la semana, claro que ya no tenía que preocuparme por la primaria Helena ya había salido, pero ahora tenía que hacer el papeleo para la secundaria y era muy frustrante.

Bueno al menos Helena me había ayudado con el promedio, pero la escuela a la cual quería ingresar ella era de alto rendimiento y tenía que pedirse la preinscripción con semanas de anticipación o sea ahora mismo.

Bien podía hacerlo mañana pero como me nació la curiosidad decidí checar solamente cuantas personas ya estaban haciendo el proceso, cuando cheque eran 1059 personas que ya estaban preinscritas.

No podía creer que ya fuera tan grande la competencia, entonces decidí preparar café, buscar los papeles de Helena, fotocopiar y subir los archivos. Si Helena quedaba fuera por papeleo me odiaría, bueno no pero le dije que yo me encargaba y no quiero que sus sueños sean negados por mi o mi culpa. Además de que pasó todo un año hablando de esa escuela.

En fin que se hizo todo el procedimiento y afortunadamente quedó inscrita, era tanta felicidad y euforia cuando le conté la noticia que casi se me desmaya Helena, al principio creí que era por la escuela pero en realidad fue por que logró una meta, tanto le podía emocionar quedar en esa escuela como en otra siempre y cuando ella se lo hubiera decidido.

Con el tiempo ví crecer y estresarse a Helena, si algo no le entendía trataba de explicarle o buscarlo y explicarlo pero con todo el peso de mi corazón nunca le hice la tarea, la acompañaba cuando se tenía que desvelar con sus proyectos, nunca le pedí que me mostrará la tarea e incluso dentro de la secundaria cuando estaba en 2do grado tuve que hablar con un maestro.

Era 12 de noviembre y estaba algo enojado con Helena por un nueve que tuvo (antes que puedan opinar los  invito a que lean lo siguiente) El problema era con el maestro de geografía con el cual tuve que esperar hasta que fuera su clase para poder hablar con el.

Su maestro era un señor de unos 25 años de edad que partía clases desde hace 2 años.

-Buenas tardes maestro ¿puedo hablar un momento con usted? -pregunté

-Claro, permítame. Lean la página
52 de su libro en lo que hablo afuera. -habló Felipe -buenas tardes ¿puedo ayudarlo en algo señor?

-si, soy el padre de Helena y quiero hablar de su calificación del parcial pasado.

-si, permítame un momento.

Felipe entró nuevamente al salón, saco su carpeta y le pidió que saliera Helena.

-¿Cano Guarnero cierto? -preguntó el profesor.

-así es -respondí.

-pero tiene nueve. Oh ya entiendo cree que su hija puede tener una mejor calificación, me he encontrado con padres como usted y déjeme decirle que mi veredicto es final.

-No, no quiero eso. De hecho es todo lo contrario, quiero que le baje la calificación.

-¿Qué, por qué? Si tiene todas sus asistencias y sacó ocho en su exámen.

-Mire no se como de su clase, ni me importa ¿sabe cual fue mi expresión cuando le pregunté la capital de Colima y no me pudo contestar? También le pregunté las capas de la tierra y nada. A mi no me importa un número en su boleta, bien pudo ser un 9 o un 7 siempre y cuando ella aprenda y comprenda la información.

-¿no cree que está siendo muy duro con su hija?

-No, para nada. Disculpeme si se siente atacado pero yo veo en cada uno de esos niños sentados un gran potencial pero si no logra aprovecharlo se pudrirán. ¿Sabe cuantos problemas me ocasionó no tomar atención y perderme de cosas que posteriormente tuve que aprender por mi propio esfuerzo? Perdí tiempo, esfuerzo y oportunidades. No quiero lo mismo para mi hija.

Al profesor poco le importó el motivo y sólo cambió la calificación, al ser esta la última clase del día el profesor le dió permiso de retirarse. Helena estaba enojada conmigo y durante casi todo el camino en el auto no me dijo nada.

-tu me odias ¿cierto?

Maldita pubertad pensaba al escuchar sus palabras.

-¿por qué lo dices?

-Ningún padre en el mundo quisiera que le bajarán calificación a su propia hija.

-genial, soy único.

-pero papá, que importa si hago trampa está vez ¿tu nunca lo has hecho?

-trampa, exactamente fue eso, trampa ¿por qué lo hiciste? Dependía alguien más de ello o fue propio el beneficio.

-no importa papá.

-no, claro que si importa. Tu no eres así o no lo eras. Las capitales te las sabías de pequeña y las capas también.

-Ya no soy lo que querías que fuera si a eso te refieres.

Maldita pubertad, posiblemente la etapa más molesta de todas las etapas evolutivas, pero en fin esto ya lo veía venir.

-sabes que lo único que quiero es que seas feliz.

-pues no lo soy, no quiero estar encerrada en mi cuarto ni leer libros ya, yo solo quiero salir y divertirme como lo hace todos. -Dijo Helena.

-¿Qué hacen ellos que tu no?

-pues salen, se divierten, hablan entre ellos -Dijo Helena con tono bajo.

-tu sales con tus amigas, esas que van a la casa y permiso de salir tienes, siempre y cuando termines tus deberes.

-no es lo mismo.

En este punto descarté la probabilidad de que Helena estuviese reprimida ante la expectativas que según yo esperaría se ella, ahora empezaba a notar que quería encajar en otro círculo social, tal vez por aceptación o reconocimiento.

-¿Entonces estas cansada se tu vida? -le pregunté.

Helena guardo silencio, ya no quiso hablar hasta el momento en que llegamos a la casa. Helena bajo del auto y yo busqué las llaves para poder abrir.

-lo siento, papá -habló Helena.

Giré mi cabeza y vi correr a Helena lejos.

-¿A donde vas? -Grité enojado.

Pero ella no respondió, trate de alcanzarla corrí  un poco pero a los 5 minutos una punzada en el corazón me detuvo, Helena se estaba marchando y en el momento que más necesitaba de mi cuerpo me falló. Ahora estaba prácticamente tirando en la banqueta con problemas para respirar y mi cuerpo no podía ponerse de pie, aún que lo más doloroso fue ver a Helena correr lejos de mi.

-parece que ya no soy tan grande y fuerte.

HelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora