C 43 mañana será otro dia

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La tarde se estaba desvaneciendo y frente al ocaso sólo se podían disfrutar de algunos rayos de sol. Helena yacía acostada en la hamaca durmiendo totalmente.

-creo que es hora de irnos, la noche está apunto de caer. -susurré. -hora de despedirse.

Dicen que toda ocasión tiene que finalizar y cada cuento se tiene que cerrar, está historia está lejos de terminarse pero ahora tenía que irme junto con Helena a nuestra casa y el dejar a Ebe de nuevo es algo que nunca me ha gustado.

-así que ya la conociste ¿no? -le hablé a Ebelin. -es hermosa ¿no lo crees? Sacó tu misma sonrisa y tu energía.

No lo podía creer, nuevamente estaba nervioso, estaba hablando con Ebelin y ni siquiera estaba frente a mi.

-no puedo creer que ya haga muchas cosas ella sóla, tengo miedo de que a los 5 deje de serle útil -sonreí -Es todo lo que tú soñaste que sería y también es muy pícara, le sonríe a todos y grita a carcajadas. Se que tu hubieras querido que no se ensucie tanto pero así es ella, igual de valiente como su madre, tu lo viste, acaba de jugar con una víbora y ni cosquillas le causó. -gire mi cabeza y vi a Helena -aun que parece que es de sueño pesado, me preocupa que la piquen los mosquitos, ya sabes las ronchas que crean.

Una brisa ligera se desembocó en el bosque y las hojas de los árboles empezaron a volar.

-tan hermosa como siempre, mirame a mi, ya me están saliendo canas y aún no he madurado nada. -suspiré - ¿puedo hacerte una pregunta? ¿Tu crees que estoy haciendo esto bien? Digo, cuidar a Helena. No tengo ni la menor idea de como criarla y aún así me atrevo a llamarme papá. . . ¿por qué me dejaste? Sabías que sólo tres neuronas me funcionaban.

Helena se empezó a mover pero seguía dormida, quizá ya le estaban rondando los mosquitos o quizá ya tenía frío.

-nos tenemos que ir ya Ebe -hablé
-te prometo que la cuidaré muy bien y daré todo por que ella crezca sin prejuicios. Te amo por favor cuídate mucho.

Después de juntar todas las herramientas que utilizamos, cargue a Helena y bajamos el cerro de nuevo. Realmente no había cambio de peso pues lo que pesaba el costal era lo que pesaba Helena y como tenía el sueño pesado ni cosquillas le hizo que la cargará y la llevará al auto.

-hubiera traído una carretilla -hablé.

Una vez abajo abrí la puerta y recosté a Helena en los asientos de atrás, después abrí la cajuela y metí la mochila y las herramientas, si mal no recuerdo ya eran aproximadamente las 7 u 8 de la tarde. Realmente no me molestaba la hora, la gente este pueblo siempre ha sido muy tranquila  y con valores. Una vez que aseguré a Helena de tal manera que no se cayera o rodará por el movimiento, abrí swich y encendí las luces del auto.

-¡Hola joven!

Tremendo susto que tuve cuando ví a un señor de aproximadamente 50 años frente al auto, 1.50 tal vez de alto por lo encorvado de su espalda y las cañas de su cabello me hice una idea de su edad.

-¿tienes un minuto?

No es un prejuicio el tener desconfianza de una persona por su aspecto, aún que el señor estaba bien vestido y cuidado, me hacía desconfiar la manera en que apareció ¿que haría una persona por estos rumbos?

Como método de precaución bloque las puertas y subí las ventanas.

-si, un momento.

Si Ebe hubiera visto lo que estaba haciendo posiblemente ya me hubiera golpeado por lo tonto que estaba actuando, pero como podía Prédicar las enseñanzas a Helena si no lo hacía yo, a pesar de que no era la situación ni el momento y mucho menos el lugar para probar mi punto.

-mi nombre es Adam Méndez un gusto. -habló el señor.

-Mario, el gusto es mío puedo preguntar ¿qué hace aquí?

-tranquilo, no vengo a hacerle daño ¿como podría? -respondió el señor Adam. -mire lo que pasa es que estoy interesado en la casa que usted compró hace tiempo.

-¿casa? -pregunté.

-si, casa. La que está a las afueras del pueblo.

Es cierto, lo había olvidado. La casa que habíamos comprado Ebelin y yo para Helena.

-no lo se hace tiempo que no la he visitado, no se en que condiciones este. -respondí.

-si habla por el dinero, no hay ningún inconveniente. De hecho hace tiempo que quiero comprarla pero sus vecinos me dicen que sólo viene 1 día al año, exactamente hoy.

-¿vecinos? Yo que recuerde era la única casa a que existía por ahí.

-oh querido amigo. Las cosas también cambian aquí, no diría que mucha pero si un poco de gente a llegado al pueblo a vivir y tengo que decir que su casa es extraordinaria a pesar de los arreglos que necesita.

La idea que teníamos con esa casa era repararla para poder vivir ahí, los tres. Claro que después de que Ebelin se embarazó tuvimos que posponer lo, ella quería que sólo nosotros la arreglemos y queda más que claro que ahora ella ya no podría ayudarme.

-entonces ¿qué dice? -habló Adam. -¿le interesa mi oferta?

Ya era tarde y Helena estaba durmiendo en la parte de atrás, no quería apresurar una decisión tan importante y que claramente olvidé, pero tenía curiosidad de saber en que condiciones estaba la casa.

-supongo que primero tengo que ver la casa y sus condiciones, antes de . . .

-perfecto, mañana a las 2 ¿le parece? -interrumpió el señor.

-mire yo lo que quiero es . . .

-muy bien a las 3 pero ni un minuto más, lo estaré esperando afuera de la casa con el efectivo que usted pida. -volvio a interrumpir.

Adam estrecho mi mano y se fue feliz sin escuchar una palabra de lo que dije, algo que me resultaba intrigante y sospechoso ¿por qué tanta insistencia? Pero ya no podía hacer nada el se fue corriendo y ni tiempo me dió de decir algo.

HelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora