"juntos por siempre"
-Ebelin
Un hilo rojo nos une, una sonrisa nos compromete y un me gustas. . . Nos condenó, imborrable será esta historia que supimos vivir.
11:16pm
[Hospital Snta Lucía]Han pasado horas desde que Ebelin entro a urgencia, todos corren, todos hablan, pero nadie te dice nada. Es la impotencia de un ser humano, estar atado a lo escrito en un destino, obligados a vivir.
11:39 pm
-¡¿qué le hiciste a mi hija?! -gritó su padre de Ebelin mientras me empujó contra la pared.
Sus padres se mostraron molestos, como si fuera mi culpa lo que estaba pasando, un segundo empujón y tomando mi camisa me mantuvo contra la pared.
-¡no te lo volveré a preguntar! -gritó nuevamente.
Para ser sincero, realmente no me importaba un carajo la situación que estaba pasando conmigo, mi mente estaba más preocupada por Ebelin que el resto eran tonterías.
-parece que no la amas y sólo la estas usando. -comentó su hermano.
-¿en serio? ¿Eso es lo que creen? -respondí alterado. -¿quien les da el derecho de juzgar todo esto? -respondí quitando sus manos de mi camisa, hablando en general con toda su familia.
Ellos me miraron serios, implantando su enojo en mi.
-los únicos que se han mostrado preocupados desde que volvimos fueron chucho y chava. Los únicos que venían a platicar y jugar con su hija ¿donde estaban ustedes? Cuando ella marcaba para verlos siempre omitian sus llamadas, siempre era yo quien los andaba buscando, casi rogando.
Sus padres al instante respondieron a la defensiva.
-¿tu quien te crees para responder de esta manera?
-¿quien me creo? Soy el esposo de su hija y ya me cansé de ser tratado con hipocresía, que si quise encajar con ustedes lo acepto, para mi fue importante el pertenecer al mundo de su hija. Pero si van a tratar de hacer sentir mal a Ebelin con enojos y reproches, les pediré de la manera más atenta que se retiren, le hice una promesa a su hija y fue cuidarla de todo y de todos y si eso los incluye, lo haré.
-Mario, nunca entenderás el dolor que nosotros estamos sintiendo. -respondió su mamá de Ebelin.
-tal vez. -respondí bajando la mirada.
-es mi hija -habló su padre de Ebelin y me abrazó - y no quiero perderla. Perdóname hijo, pero tienes que entender que no eres el único que la ama.
Ellos estaban tan quebrados como yo.
-"todo estará bien" -dije, inseguro de mis palabras.
Acto seguido el mismo doctor con el que tuve la última plática llegó a la sala de espera.
-oh, es usted - mencionó.
-¿cómo esta? ¿qué tiene? Doctor díganos algo. -gritaron los familiares de Ebelin.
-¿quien de ustedes es el señor Mario? -preguntó el doctor.
-yo. - respondí.
-acompáñame Señor.