El paso del tiempo nos come a todos, yo envejecido y arrugado sólo un poco decidí abrir un nuevo proyecto, tras mi enfermedad secreta y la pérdida de mi padre me di cuenta que si hoy fallecía sólo podría dejarle a Helena la florería que si bien era un trabajo que nos ayudó por muchos años ahora ya no podía esforzarme para llenar la demanda. Entonces decidí crear el último proyecto que teníamos Ebelin y yo planeados hace ya mucho tiempo, fue nuestro último plan juntos, fue de aquellas ideas de las mañanas en que nos sentíamos creativos, saque todo el ahorro que teníamos y abrí el café "un rincón en el cielo" si bien tuve que esforzarme el doble, ahora el café ayudaría más que nunca. La florería quedó a cargo de mi hermano, siendo este un inversor donde nos llevábamos un 50 cada uno.
Por los meseros no tuve ningún inconveniente, Helena me ayudaba a atender en sus ratos libres y de alguna u otra manera lograba mantener a flote todo, como extra mantenía a Helena ocupada y así no notaría los avances de mi enfermedad.
Ahora bien, la familia había sufrido un cambio drástico, pasó sólo un año y medio y mi madre se reunió con mi padre en el cielo, ya lo veíamos venir y en su honor llamamos a la florería "Rocío" mi hermano tuvo a su segundo hijo o mejor dicho hija a la cual le puso Saria y un día por la tarde cuando cerré el local por las lluvias y regresé a mi hogar Helena trajo un perro pequeño a la casa, era un tipo eléctrico que rescató de las calles, todo desnutrido y con partes faltantes de pelo.
Ahora en la comida de diciembre y año nuevo había nuevas personitas sentadas con nosotros. Estaba mi hermano y su esposa junto con Mario y Saria, estábamos Helena, Leyla, Rosa, yo y minos (el perro), estaba August, Renée y Vaiolett, estaba mi hermana, su esposo, Jayden y Aurora (sus hijos). Ahora la familia se había nivelado a sólo nosotros pues nuestros primos y tíos pasaban año nuevo en otras partes desde que fallecieron mis abuelitos.
Helena siguió esforzándose en sus estudios, ya casi terminaba la secundaria y al parecer ahora cuidaba 24/7 a Minos, todo era muy cordial, llegué a pensar que ya no habría otro tema significativo que tratar, pero lo hubo.
La princesa de papá creció.
Era una tarde nublada, la época de febrero y el amor juvenil podía distinguirse a km's. Yo estaba con Minos a punto de cerrar la cafetería, hoy era jueves y los jueves visitaba la tumba de Ebelin así que cerraba pronto. Minos siempre llegaba a las 6:40 de la tarde para acompañarme a casa, si bien no era un trayecto muy grande que había de la cafetería a la casa, agradecía a Minos que viniera a escoltarme a casa, no había problema se que Minos se quedará un poco más de tiempo pues el café estaba situado en un parque jardín donde la cafetería era en kiosko.
-listo para irnos -hablé a Minos
Cerré la puerta con candado y caminé a mi casa junto con Minos a veces venía Ximena, era una mujer de mi edad que se la pasaba en la cafetería escribiendo libros, ese era su trabajo. A Ximena le encantaba jugar con Minos y alguna que otra ocasión me he sentado a platicar con ella, de hecho nos conocimos cuando atendí su mesa y ella me preguntó mi nombre, acto seguido me invitó un café lo cual fue extraño pues yo era el que atendia el café, a ella le causó tanta gracia que empezamos a charlar sobre política, historia y astronomía, era muy agradable su compañía pues entre el trabajo y la casa contaba con poco tiempo para mí.
Ya para esta época el pueblo se había mantenido como de costumbre, un poco de tecnología, un poco de desastres, pero siempre cálida y diversa. Al llegar a mi casa lo primero que noté fue el pasto regado, las hojas acomodadas en su lugar y la basura en el bote.
-algo me va a pedir -pensé al ver todo esto.
Claro que era así, al abrir la puerta encontré a Helena esperándome con una crepa y fruta picada.
-¿todo bien? -pregunté.
-si papá ¿por qué? -respondió Helena.
-y esto -señalé la comida.
-ah pues acabe las tareas y quise cocinar un poco.
-muy bien. ¿me acompañarás a ver a tu madre hoy?
-si bueno, de eso quería hablar papá, hoy va a ver una fiesta y . . .
En ese momento mis oídos dejaron de poner atención y mis pensamientos eran "no estás en edad de ir a fiestas" mi niña está muy pequeña para asistir a esas cosas.
-entonces papá ¿me darás permiso?
Ahora tenía que pensar una excusa muy buena para no darle permiso.
-no puedo, me duele la espalda. -respondí.
Excusa equivocada.
-ya papá, se que estás nervioso pero sólo será una fiesta, irán mis amigas y no creo que me pasé nada malo.
-lo se mi amor, pero es viernes y ya es tarde, sabes que si es pronto no tengo problemas pero no se donde ni quien estará allí.
-papá, ya tengo la suficiente edad para cuidarme solita.
-(¡sólo tienes 14!) Lo sé, pero hoy es viernes y sabes que hoy vamos a visitar a tu mamá.
-papá, se que mamá lo entenderá. Tu me haz contado mucho de sus viajes, deja que cree mis propios recuerdos.
Muy buenos argumentos, realmente lo eran, pero como padre primerizo no era tan flexible aún que tenía razón, posiblemente su madre abogaría por ella y no es que desconfíe en ella, pero de los demás si.
-¿anda por favor si?
Esos ojos, esos benditos ojos que se parecían tanto a los de su madre eran mi perdición, si a ella nunca pude decirle que no a nada menos a Helena, y por más chapado a la antigua que este, ella tenía razón, ahora era su momento de crear sus propias experiencias, no siempre estaría con ella por más doloroso que eso fuera para mi.
-Te quiero aquí a las 11.
La sonrisa en la cara de Helena se dibujó e inmediatamente subió a su cuarto a alistarse para la fiesta, tomó su mic'cel (era un celular pero más moderno, un pequeño chip ubicado en la mano derecha para hacer llamadas de hologramas y otras cosas) y empezó a marcar a sus amigas. Mientras yo pensaba <<¿Qué he hecho?>>
Admití mi derrota y saque mi paraguas, mientras Helena se arreglaba yo decidí ir a la tumba de su madre y tratar de despejar mi mente