-papá adivina quién está en la sala.
¿Algún día llegará alguien avisando de su presencia? Supongo que no, tal vez algún día fallezca así, por alguien nuevo que aparece cada cierto tiempo.
-bonjour Mr. Mario, ha subido de peso en mi ausencia.
-no te vas a morir tan pronto, justo hoy hablábamos de ti Leyla.
-así somos los gatos, volvemos a casa. -dijo directa y vaciamente. -perdón bueno ¿No piensas presentarme a la bella señorita que está aún lado de mi?
-¿No me reconoces amie? Soy yo Helena.
-!! Dios mío¡¡ ¿Realmente eres tú? Sí mi amie era sólo una niña pequeña y tu eres la próxima modelo de mi colección invierno.
Sonrió Helena.
-pero bueno, déjame verte mejor. Vamos levántate y déjame verte mejor.
Helena se levantó del sillón y giro un poco.
-toda una modelo, parece que el pequeño capullo se ha convertido en una rosa de la invierno.
Madame Leyla y Helena tenían una gran amistad que se había visto interrumpida por un viaje que tuvo que hacer Leyla a París.
-¿Cómo has estado Leyla? -pregunté.
-maginific estan viendo a la nueva jefa de la marca elegance.
-¿En serio? Felicidades. Creí que tu viaje fue por la familia.
-en parte si, tenía mucho que hacer y muchas personas a quién pedir perdón, entre ellas mi madre que me otorgó el perdón sólo unos días antes de fallecer.
-lo siento.
-¡no! Está bien, me sentí liberada y creo que ella logró perdonarme de todo corazón. Fue tanto mi alivio que encontré la paz con mi familia y pensé que jamás volvería a México.
-entonces ¿qué la trajo de vuelta? -preguntó Helena.
-pues, un vez en paz conmigo misma busqué perderme en la vida cotidiana, dejé de lado todo y la inspiración llegó de pronto a mi, trajo recuerdos, diseños, moda ¡¡Madame Leyla había vuelto!!. No, no había vuelto, más bien renací. Y todo gracias a un sueño que tuve y una promesa, es por eso que ahora estoy aquí.
Sacó de su bolso una gran caja y la puso sobre la mesa.
-abrelo. Es para ti.
Helena intrigada por lo grande de la caja pensó en varias cosas. Quizá un cuadro o una bufanda pues los gustos de Helena eran más artísticos.
-¿un vestido? -preguntó Helena.
-Demonios -exclamé yo.
-Madame Leyla gracias por el obsequio pero creo se le olvidó que yo no uso vestidos. -comentó Helena.
-no es cualquier vestido, es un vestido para una ocasión especial ¿no es así Mario?
-pues si, se trata de una costumbre mexicana que se perdió tras el descenso de natalidad. Son contados aquellos que las siguen practicando. Le llaman quince años
-que gracioso nombre, supongo que es por la edad que se cumple. -dijo Helena.
-wii pero no sólo se trata de eso. Los quince años es una representación de como una niña deja la infancia y se convierte en una gran mujer, y tú Helena te haz vuelta una hermosa mujer.
-si, es una costumbre machista pues es como exhibir a tu hija ante la sociedad gritando que es una mujer, aún que sabemos que la maduración es un proceso neurológico.