Uno nunca olvida sus primeras veces, tenerla entre mis brazos, cargarla o cambiar su pañal son recuerdos que ahora viven en mi mente.
Descubrir el mundo no sólo es conocer los lados horribles y aterradores a veces se necesita parar y contemplar lo que tenemos en estos momentos. Tener a Helena como mi compañera de viaje siempre ha sido algo fascinante, no hay descripción para expresar su cara de sorpresa ante las nuevas cosas que aprende por primera. Viajó en avión y sus nervios estaban tan fuertes como los de su madre cuando viajabamos en avión, sostenía mi mano y prometía que no abriría sus ojos hasta que llegáramos, claro que no era así, pero vaya que apretaba tan fuerte mi mano que podía quebrar mis huesos si quería.
En el momento en que subimos al avión y empezó a despegar mi hija se puso el gorro de su sudadera y lo apretó para que no pudiera ver, claro que después de estabilizar vuelo aflojó su gorro y empezó a ver por la ventanilla.
-papá que pasa si cayera el avión de picada.
-bueno antes si pasaba eso explotaba y todas las personas fallecían.
Helena mostró cara de miedo.
-tranquila, ahora estos aviones no pueden caer al menos que volemos sobre una tormenta y nos toque un rayo.
-¿el rayo partiría el avión a la mitad?
-no, sólo afectaría los controles y eso causaría que el sistema fallara. Pero repito, sólo es un quizá.
Al llegar a Hawai lo primero que hice fue buscar un lugar donde quedarnos, tomamos el avión en la tarde y llegamos un poco noche, así que lo mejor era dejar el equipaje y luego turistear. Llegamos a un hotel a 15 minutos del mar, busque que la habitación estuviera en alto para poder contemplar la vista.
-wow está muy padre la vista y las luces ¿cuando mamá y tu vinieron estaba igual de hermoso?
-algo similar, cambiaron algunas cosas pero espero que sigan viviendo las personas que conocimos aquí.
-¿cuanto tiempo los quedaremos?
-aqui sólo un día, por que tenemos que visitar otros lugares muy apartados de aquí.
-¿a donde fueron tu y mamá?
-si, bueno también quiero que conoscas la cultura de aquí, por que Acapulco no sólo es playa y mar.
Helena empezó a desempacar y entre las cosas que sacó ví la vieja cámara.
-¿en serio la trajiste?
-¿por qué no? Quiero grabar toda esta aventura.
-bueno pero será mejor que la dejes cargado y te cambies, vamos a visitar a unos amigos.
-¿a está hora?
-claro, ellos se la viven de noche, te fascinará.
Cuando Ebelin y yo llegamos a Hawai por primera vez no sabíamos que lugares turísticos abría y menos de noche, claro que tomar siempre es una opción pero por azares del destino encontramos un lugar llamado pō ka pō.
-¿a donde vamos papá, no es un poco noche para salir?
-no para donde vamos. Tu sólo confía en mí.
Pō ka pō era un restaurante y centro de baile para toda la familia que tenía música en vivo y comida tradicional exquisita. Al llegar Helena le emocionó la música y el olor a la comida, no era un lugar muy lujoso en realidad todo era al aire libre y para comer había mesas de madera que en realidad eran unos troncos cortados a lo largo y utilizaron un poco de paja para el techo y colocaron unos focos. Había una fogata donde todos bailaban al compás del ukelele y música reggae.