C 57 un fin de semana juntos.

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Junto a Helena la vida era más relajada y me acostumbraba a ver la vida color de rosa, la inocencia de un niño y la motivación para un mundo mejor me daba alegría de saber que ellos podrían ser la generación que arregle lo que la mía empeoró. Yo me levanté muy temprano a cortar el pasto que vendía por metro y cortaba las hojas de los árboles frutales, una tarde simple y relajada, nada de ruido de autos ni de balas, algo que añoraba y encontré en un pequeño pueblo.

Helena se despertó a las 10 de la mañana, ya sabía a qué hora despertaba ella, su cabello era todo un lío y sus ojos aún los tenía entre abiertos, la llamé a desayunar y ella bajo aún con la pijama puesta acompañada de su osito de peluche.

-hola papá.

-hola mi amor, ya hay jugo ¿como quieres tus huevos corazón?

-estrellados y con una carita feliz papá

Así siempre despertaba, creo que la culpa fue mía, aprendió a no peinarse de mi y bueno era sábado ella podía hacer y deshacer total no había clases.

-papá ¿y la familia? -preguntó Helena.

-se fueron por la mañana, todos tenían cosas que hacer pero no se fueron sin antes recordarme que te dijera que se la pasaron muy bien y que lucías como toda una princesa.

-ya lo sé -sonrió Helena.

-bueno, después de desayunar tenemos que aprovechar el día, yo me apurare a cortar el pasto y cortar algunas flores para llevar los pedidos al pueblo. Tu mientras puedes abrir tus regalos, los acomodé ahí -señalé una esquina de la sala.

-que te parece si te ayudo, acabamos pronto y los abrimos juntos.

-¿segura? Yo creí que querrías abrirlos ya.

-tenemos que aprovechar el día papá.

Después de sentarnos juntos a desayunar Helena se fue a cambiar de ropa para que pudiera ayudarme a trabajar, se puso un overol de mezclilla, unos tenis y una playera rosa. Desde que entró al jardín de niños, ella se viste solita y yo la dejo, no por que me dé flojera pero es un paso importante para ella, ya quiere hacer algunas cosas por su propia cuenta. También le ayude haciéndole dos trenzas para que no le molestara el cabello.

Juntos acabamos más rápido, a pesar de su corta edad ella me ayuda bastante, toma los guantes y las tijeras y corta muy bien las rosas, yo mientras me apuro a cortar el pasto y subir todo a la camioneta.

A Helena le gustaba ir al pueblo de visita, el ambiente era tranquilo y las personas nos conocían por el trabajo así que todos saludaba a mi niña y a veces le regalaban dulces.

-¿podemos pasar de regreso por un helado?

-¿De queso con zarzamora?

-si, esos me gustan papá, saben como la mermelada cuando la como con Pan.

-así que fuiste tú la que se acabó la mermelada.

-nooo noo noo, yo sólo tomé poquito.

-recuerdame comprar más mermelada de regreso a casa. -hablé mientras orillaba a la primera tienda que nos pidió un pedido.

-si yo te recuerdo papá, pero de fresa la de uva no me gustó. -dijo Helena mientras bajaba de la camioneta.

-Hola don Roque, buenos días ¿petunias cierto?.

Don Roque era un señor de 60 años o más que se la pasaba en su tienda, cada mes me pedía petunias unas flores muy importantes para el pues eran las favoritas de su esposa, que en paz descanse.

-buenos dias Mario, buenos días preciosa, así es. -respondió don Roque.

-¿Donde quiere que ponga las flores don Roque? -habló Helena.

HelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora