El tiempo nuevamente se fue volando entre las temporadas. Cada vez caían mas rápido las hojas en el pasto secó y sin darme cuenta ella se volvía mi motivo para sonreír.
Cada vez mas unidos, pero sin ser nada. Era como escuchar hooker on a feeling cada vez que tomaba de su mano y aquellos momentos que vivíamos eran extraordinariamente raros.
Quizá a la mayoría le molestaría el hecho de solo caminar ante un montón de arboles y pasto. No había luces ni marcas egocéntricas, para nosotros cada árbol era un recuerdo y perdernos en el bosque solo para escuchar música y cantar era perfecto.
Te debo confesar algo.
Muchos dicen que los buenos momentos duran un parpadeó.
Pero pueden durar por siempre si te miran los ojos correctos.Fue tanto el tiempo que disfrute con Ebelin que olvide un insignificante problema. Yo estaba apunto de salir del bachiller y ella le faltaban 2 años más para poder salir.
Si, lo se. Eso necesariamente no debe de ser un problema.
"Aquéllos que se aman buscarán motivos para encontrarse y excusas para no olvidarse "
Pero para mi era difícil hacerme a la idea de dejar a Ebelin en aquella escuela.Al poco tiempo los ensayos de la clausura empezaron y a pesar de sentir que lo había logrado, que logre terminar un escalón más de mis estudios, me sentía insatisfecho.
Y más al ver a Ebelin mirándome desde su salón con aquellas miradas que expresan más que cualquier oración.
Era un ligero "felicidades con un pequeño te extrañare".
Si tan solo yo pudiera escapar lo haría, pero seamos sinceros. El amor se trata con el corazón y las neuronas, podría huir y amar toda mi vida a Ebelin pero en aquel momento no tenia que ofrecerle.
La vida se trata de pequeñas sorpresas algunas más dulces que otras y mas si vienen de las personas correctas. Eder y yo estuvimos charlando de camino a las canchas donde supuestamente se tomaría como podio y lugar de cita para la clausura.
-En serio Mario, acabo de conocer una mujer maravillosa — suspiró Eder mientras me narraba su historia.
- ¿tiene novio?
-no
-¿esta comprometida?
-no
-vaya, creo que esta es la primera vez que te escuchó hablar de esa manera. — comenté a Eder.
El alto parlante empezó a sonar desde las canchas apresurando nuestro paso por las represarías que tendríamos si llegábamos tarde.
-caminen señoritas, que no tenemos su tiempo — gritó el prefecto.
-calme sus hormonas por favor — respondí. — ya solo tiene que aguantar unos meses más de nuestra presencia.
-y no sabes como añoro ese día — habló emocionado y ansioso el prefecto.
Como siempre tomamos nuestros lugares, era la típica rutina de salida.
Permanecer sentados esperando la señal para poder levantarse y darle la mano a personas de dudosa procedencia que jamas viste en tu vida y aun así se encargaban de otorgarte el papel por el cual aguantaste 3 años de tu vida, años que jamas volveré a recuperar.
-¡tomen asiento! — gritó el prefecto — vamos a iniciar con la ceremonia de bla bla bla . . .
Prácticamente sabíamos que era lo que teníamos que hacer paso por paso, letra por letra. Todo era exactamente como lo habíamos ensayado por semanas.